Visita ACN proyectos enfocados a la reconstrucción después del paso del tifón en Filipinas

ACN.- (María Lozano) Reinhard Backes, jefe de la Sección de Asia III de Ayuda a la Iglesia Necesitada, habla  de la situación que encontró en su reciente visita a Filipinas durante una entrevista realizada.

¿Cuál es su impresión general de este país?

Filipinas es un país extraordinario, muy joven y dinámico. Según datos oficiales, cuenta con más de cien millones de habitantes y más de un tercio de la población tiene menos de quince años de edad. Y otros diez millones de filipinos viven en el extranjero. Filipinas es un país marcadamente cristiano y católico, el único que lo es en toda Asia. Pero durante mi viaje, escuché una y otra vez: “Estamos bautizados, pero no evangelizados”. Por tanto, urge facilitar una formación, y aquí pondrá AIN uno de los acentos de su labor.

El viaje de proyectos nos llevó de Manila a Zamboanga, en Mindanao en el sur, así como a Tacloban y Palo en Leyte, en la parte oriental de las Filipinas. Leyte fue devastada en 2013 por el tifón Yolanda, y AIN ya contribuyó allí a la reconstrucción.

En la actualidad, se discute acaloradamente el tema de las drogas y la política en torno a ellas en Filipinas. La Iglesia está muy preocupada, pues el Gobierno apuesta sobre todo por la marginalización y la violencia.

¿Cuál es la principal preocupación de la Iglesia filipina?

 Como ya he indicado, la Iglesia se preocupa por la formación de los creyentes, tanto la religiosa como la escolar. La gente es muy religiosa, pero está poco formada. Un ejemplo: en enero de 2016 estuve presente en Gerona (Luzón) en una boda. Para mi sorpresa, fueron casadas al mismo tiempo diez parejas que llevaron consigo a sus hijos, que eran bastantes. Me explicaron que muchas parejas conviven y tienen hijos antes de la boda, y que se casan más tarde porque carecen de recursos económicos, pero también por falta de conocimientos religiosos. Aparentemente, esa es la razón por la que los párrocos preparan a varias parejas de forma simultánea para el matrimonio y hacen una sola celebración para todas, para ahorrar gastos.

¿Qué es lo que más le ha impresionado en su viaje?

 Me ha impresionado mucho la labor del Movimiento para el Diálogo Silsilah en Mindanao, donde, en las últimas cuatro décadas, la lucha entre el Frente Moro de Liberación Nacional (musulmán) y el Ejército se ha cobrado unas 120.000 vidas. Esta iniciativa impulsada por el P. Sebastiano D’Ambra, un sacerdote italiano de Sicilia, y la filipina originaria de Mindanao Minda Sano, cuenta con el apoyo de AIN desde hace mucho tiempo. Silsilah es la palabra árabe para “cadena, nexo”. Este movimiento intenta desde hace cuarenta años impulsar el diálogo entre las religiones y las etnias, promocionar la formación de maestros, luchar por una equidad social, apoyar a los refugiados y abrir escuelas, por solo mencionar sus principales campos de acción.

En Mindanao, en torno a un 60 % de la población es cristiana, mientras que el restante 40 % es musulmán. En la Isla de Basilán, al sur de Zamboanga, aproximadamente un 70 % de la población es musulmán, y en el suroeste, lo son bastante más del 90 % de los habitantes. Es allí donde opera la agrupación extremista Abu Sayyaf (Portadores de espada), que perpetra atentados y secuestra a personas para obtener dinero. En el pasado han sido asesinados, una y otra vez, sacerdotes, religiosos y feligreses. No obstante, el movimiento Silsilah nunca se ha arredrado ante la violencia y esto es un hecho realmente destacable.

Durante nuestro último viaje, Minda Sano nos condujo a un campo de refugiados existente desde el asedio de Zamboanga por parte de facciones del Frente Moro de Liberación Nacional. En septiembre de 2013 los combates con el Ejército duraron tres semanas. Fue un duro revés, pero Silsilah prosiguió con su labor, y esta perseverancia resulta ejemplar. Sus colaboradores intentan, una y otra vez, que musulmanes y cristianos entablen un diálogo, intentan despertar confianza entre ambos y se ocupan de los desfavorecidos de ambos grupos.

 ¿Nos podría hablar de algún encuentro interesante en su viaje?

Los filipinos son personas cordiales y hospitalarias. Les gusta reír, son alegres y también ruidosos. A mí me resultó interesante lo siguiente: en Manila conocí a un grupo de jóvenes formado por ocho jóvenes estudiantes cristianos de la Universidad de Manila. Sus preguntas y los temas por los que se interesaban eran prácticamente los mismos que los de un grupo de jóvenes varones filipinos musulmanes, también de edades en torno a los veinte años, que conocí en el ferry de Isabela, en la isla de Basilán, a Zamboanga. Aparentemente, los jóvenes filipinos comparten preocupaciones, deseos y esperanzas muy similares. Allí, las diferencias religiosas no tienen tanta importancia o, al menos, esa es mi impresión.

¿Cuál será el próximo proyecto de envergadura de AIN en las Filipinas?

 En la isla de Leyte murieron en 2013, a causa del tifón Yolanda, unas 10.000 personas, y la destrucción material también fue importante. También numerosas iglesias y el seminario mayor de la Arquidiócesis de Palo, un edificio de una planta ubicado cerca de la costa, quedaron totalmente destruidos. AIN ya ha apoyado a la arquidiócesis en la reconstrucción de diez iglesias, y el Arzobispo, Mons. John Forrosuelo Du, nos ha pedido ahora que también subvencionemos la reconstrucción del seminario mayor. Las obras ya han comenzado y en el complejo, a medias terminado, ya vive un grupo de seminaristas. En estos momentos se está construyendo un edificio sólido de varias plantas capaz de hacer frente a futuras catástrofes naturales.

 

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