ACN.- (Primera referencia a lineamientos para la prevención de sanciones administrativas y/o penales para ministros de culto en materia electoral) CEM 2017 aún vigente.
- Los mexicanos hemos sido convocados a ejercer el derecho del voto para dentro de unos meses, el próximo 2 de Junio. La emisión del voto en las elecciones generales constituye uno de los momentos más importantes de participación responsable de los ciudadanos en el gobierno de los pueblos y en la gestión pública. Por lo cual, votar en las elecciones generales no sólo es un derecho civil y constitucional, sino también una obligación de la que sólo por razones graves puede uno sentirse dispensado.
Se podría pensar que esta actividad no tiene nada que ver con la conciencia religiosa. Los católicos sabemos que todas las actuaciones conscientes y libres del hombre tienen una dimensión moral que nos pide actuar con una conciencia recta previamente formada. Por esta razón como pastores de la grey que se nos ha encomendado debemos sentimos obligados a ayudar a los católicos a formar su juicio y actuar en conciencia en este momento tan importante de la vida social de nuestro país. Al mismo tiempo pensamos que es ésta una buena manera de ayudar y servir a todos aquellos conciudadanos que quieran tener en cuenta nuestras sugerencias.
Algunas referencias doctrinales
- El magisterio de la Iglesia tanto ordinario como extraordinario (universal o local), contempla ampliamente la doctrina de la Iglesia a propósito del ejercicio del voto. Éstas son las ideas principales que recordamos:
— Todos como ciudadanos estamos obligados a participar en la vida política; nadie puede desentenderse del ejercicio correcto de sus derechos y deberes políticos;
— Mediante el voto personal hay que apoyar a las personas y organizaciones que den más garantías de favorecer con eficacia el bien común de la sociedad;
— Este bien común incluye también los aspectos morales y religiosos de la vida y de la convivencia;
— Los cristianos han de ejercer su derecho a votar con entera libertad y bajo su responsabilidad personal, apoyando a quienes consideren en conciencia que favorecen mejor los bienes materiales, morales y religiosos de la sociedad;
— La especial naturaleza de la vida cristiana y las limitaciones inherentes a cualquier planteamiento político, hacen que a partir de unas mismas consideraciones de conciencia puedan surgir diferentes preferencias políticas y no permiten identificar ninguna de ellas de manera absoluta con las exigencias de la conciencia cristiana. Aun así hay que reconocer que no todas las fórmulas ni decisiones políticas son equivalentes desde un punto de vista moral ni igualmente compatibles con las exigencias de una visión cristiana de la vida y de la sociedad.
- Ahora bien, antes de emitir un voto responsable, se requiere un discernimiento personal y razonado, capaz de optar entre las alternativas políticas que concurren a las urnas, presentándose todas ellas como legítimas y provechosas y cada una a sí misma como la mejor.
- Para formar debidamente el juicio requerido para el voto en conciencia, deberían concurrir, entre otros, los siguientes elementos o factores:
4.1. El conocimiento de la realidad actual de nuestra ciudad y de nuestro país sobre la que incidirá la gestión de los gobernantes que elegimos.
4.2. La información correcta, al menos a grandes rasgos, sobre el programa de cada una de las opciones políticas o partidos que piden nuestro voto.
4.3. La honradez, la credibilidad y la capacidad profesional acreditada en el gobierno, en la oposición o en la gestión pública de los candidatos a representarnos en los distintos estamentos del Gobierno de la Nación, en la Presidencia de la República, en el Congreso de la Unión, el senado, o las alcaldías locales…
4.4. Los principios fundamentales y de valoración que rigen en el mundo libre y, en el caso de los cristianos, los que se derivan de la fe y del Evangelio.
Atender a los problemas actuales
- En estos momentos no podemos quedarnos en unas consideraciones teóricas. Para votar con responsabilidad hay que saber valorar el camino recorrido en el tiempo y donde se han conseguido logros importantes en la convivencia, el desarrollo cultural y económico, y otros que se podrían señalar fácilmente. Por todo ello damos gracias a Dios y a todos aquellos que con su esfuerzo y dedicación han contribuido a este progreso social y político de nuestro país.
- Con todo, es preciso reconocer que persisten en nuestra sociedad problemas graves, algunos de los cuales se han agudizado en estos últimos años, y en cuya solución hemos de sentirnos responsables y solidarios a la hora de ejercer cada uno nuestro derecho civil del voto. Sin ánimo de ser exhaustivos, señalamos los que en estos momentos nos parecen más importantes y urgentes:
— Se impone en primer lugar atender al problema creciente de la inseguridad ciudadana y social (narcotráfico y delincuencia organizada) con sus graves consecuencias en la vida y aspiraciones de muchos ciudadanos, especialmente de los jóvenes y la afectación de las familias e instituciones en consecuencia. Seguridad ciudadana imprescindible para la convivencia en la paz y la libertad.
— En estos momentos siguen existiendo entre nosotros importantes sectores de pobreza y marginación con manifestaciones preocupantes en la drogadicción, la delincuencia, como consecuencia de la falta de oportunidades,
— Mencionar especialmente la falta de igualdad de oportunidades laborales, y la desigualdad social, que se convierten en caldo de cultivo para la delincuencia en su captación de los jóvenes, desigualdad también en materia de acceso a la cultura, educación, sanidad, etc
— Delincuencia que sigue produciendo víctimas inocentes y sembrando de luto y dolor a muchas familias
— No hemos conseguido todavía el suficiente reconocimiento de las libertades civiles en campos tan importantes como el de la enseñanza, el respeto a la libertad religiosa, la legítima autonomía de las instituciones democráticas, etc.;
—El fenómeno de la corrupción y la pseudo cultura del dinero fácil, que han prosperado en nuestra sociedad y están contribuyendo a la desmoralización del pueblo.
— Pero no basta considerar solamente los males a remediar o los problemas a resolver. La acción de los políticos ha de orientarse también a garantizar, defender y promover la dignidad de las personas, los derechos fundamentales de los individuos y de los grupos humanos y el bien común, más allá de la garantía y legítima defensa de intereses personales, de grupo o de partido.
Sugerencias concretas
- A la hora de votar hemos de exigir, en primer lugar, la dignificación ética de la misma campaña electoral. Entendemos que a través de los medios normales que estén a nuestro alcance debemos pedir que las campañas electorales de los partidos sean menos costosas y sobre todo más informativas y objetivas, evitando al máximo los insultos y las descalificaciones personales. Lo que más nos interesa a los ciudadanos no son las rivalidades institucionales o personales de los políticos sino sus proyectos de gobierno y las soluciones previstas para los problemas reales de la sociedad, explicadas de manera clara y sincera, así como la competencia profesional, la solvencia moral y la credibilidad personal de quienes han de llevarlas a cabo. También es indispensable la colaboración éticamente correcta de los medios de comunicación, en particular la estricta neutralidad de los de naturaleza pública.
- He aquí unas cuantas sugerencias concretas que se desprenden de las anteriores consideraciones:
— Es preciso votar con entera libertad, sin sentirnos cautivos de ninguna ideología ni de ningún prejuicio de otras épocas o de otras situaciones;
— No debemos buscar solamente las ventajas personales, sino tener en cuenta el conjunto de las exigencias del bien común, pensando especialmente en las conveniencias de los más necesitados;
— Conviene considerar quién está en mejores condiciones para favorecer la creación de puestos de trabajo, tanto en la industria como en la agricultura y otras actividades tradicionales de nuestros pueblos;
— Se debe mirar quién va a apoyar más sincera y efectivamente la buena educación de la juventud, en libertad, con respeto a los derechos de los padres, teniendo en cuenta los aspectos morales y religiosos del comportamiento y de la vida;
— Debemos también examinar qué personas o qué programas garantizan mejor el apoyo a la familia, tanto en el aspecto económico del trabajo, vivienda, asistencia sanitaria, etc., como en los aspectos morales de la estabilidad familiar, ayudas a la natalidad, respeto a la vida de los no nacidos y de los ancianos o enfermos incurables;
— Habrá que valorar las previsiones referentes a la solidaridad con los más débiles y necesitados como son los grupos marginales de nuestra sociedad, los inmigrantes, la política de ayuda al desarrollo y a la paz;
— Es de gran importancia atender a las propuestas de los partidos en lo que se refiere al respeto de la independencia y del recto funcionamiento de las instituciones democráticas, a la iniciativa y protagonismo de la sociedad civil, en contra de una excesiva intervención de las instituciones públicas con el riesgo inevitable de limitar indebidamente la libertad y responsabilidad de los ciudadanos;
— Debemos procurar las garantías necesarias en el respeto a la libertad religiosa de todos los ciudadanos y de los diferentes grupos religiosos, y dentro de este marco general es preciso buscar el reconocimiento de las Iglesias según está previsto en la Constitución y como corresponde al papel histórico, cultural y social que ha tenido y sigue teniendo en nuestro país.
- En todo esto hay que ser realistas, exigentes y críticos. No podemos dejarnos guiar únicamente por promesas generales y grandes afirmaciones propias del período electoral. Hay que ver si las circunstancias personales e institucionales garantizan suficientemente que esas promesas sean sinceras y efectivas. Con estas consideraciones no queremos descalificar a nadie ni apoyar a ningún partido concreto.
Tratamos de ejercer nuestro derecho y cumplir con nuestra obligación de Pastores ayudando a los católicos a actuar en esta coyuntura política en conformidad con la mentalidad cristiana para elegir a aquellas personas e instituciones que mejor pueden favorecer el bien común de nuestra sociedad visto en su integridad, de acuerdo con la doctrina de la Iglesia, el respeto a la constitución y las leyes vigentes y de nuestra propia conciencia personal.
- En la campaña o precampaña electoral pedimos que se respete siempre a los demás, que se haga un esfuerzo por valorar lo positivo que otros ofrecen, que se eviten los insultos, las descalificaciones gratuitas o sistemáticas, las promesas demagógicas y el abuso de los medios públicos en favor de una determinada opción política. Los candidatos y los partidos no deben olvidar la dimensión informativa y educativa de las campañas y procesos electorales.
Ningún partido agota la bondad de ofertas, de personas y de programas y ningún partido democrático es tan absolutamente malo que no pueda ofrecer aspectos positivos. Desde luego, ningún partido se adecua plenamente con el Evangelio, aunque unos se aproximen más que otros.
De todos modos, nos alegramos de que en la actual situación de desarrollo de nuestra democracia pueda hablarse de diversas alternativas reales, siempre susceptibles de mejorar.
Animamos a los políticos a presentar y ofrecer su gestión pública al pueblo como servicio a los ciudadanos y al bien común, así como a ejercerla, si son elegidos, con competencia, dedicación, honradez y generosidad.
Confiamos en que nuestros conciudadanos asumirán su derecho y su deber de votar como una importante responsabilidad en la vida pública y como un medio eficaz de colaborar a remediar los males que aquejan a nuestra sociedad y de establecer unas relaciones basadas en el respeto, la verdad, la libertad, la justicia, el amor y la paz.
A los católicos, muy especialmente, les exhortamos a que actúen siempre, tanto a la hora de elegir a sus representantes, como si ellos mismos son elegidos, en plena coherencia con sus principios y con su fe.
Pedimos a Dios y a la Virgen Santísima nuestra Madre de Guadalupe que nos iluminen a todos para votar con acierto en favor del desarrollo material, cultural y espiritual de nuestro pueblo.