ACN.- Fue una fiesta maravillosa la que se celebró con ocasión de la inauguración de la iglesia parroquial de San Miguel, ahora ampliada y renovada, en Bozoum, en el noroeste de la República Centroafricana. Una hora antes de que comenzara la Santa Misa, la iglesia ya estaba abarrotada, pues una gran multitud de niños, jóvenes y adultos provenientes no solo de la ciudad, sino también de los pueblos circundantes, había acudido a presenciar este gran acontecimiento tan largamente deseado.
La Misa, en la que se sucedieron los cánticos, las oraciones y las danzas, duró tres horas. Para prepararse dignamente para el acontecimiento, se organizaron en los tres días precedentes catequesis, encuentros de oración y la confesión, y en estos preparativos participaron varios centenares de creyentes. Y es que el párroco, P. Aurelio Gazzera, sabe bien que tras los sangrientos disturbios que han conmocionado al país no solo queda la destrucción material, sino que también es importante reconstruir los corazones, la vida y la conciencia de las personas.
“¡Nuestra iglesia está lista y ha quedado hermosísima! Damos las gracias a todos los que han contribuido a este milagro”, dice, radiante, el P. Aurelio. Nuestros bienhechores han contribuido con 40.000 euros a que la iglesia pueda acoger a más creyentes. Ello era necesario porque la parroquia de San Miguel florece y cada año se bautizan más de cien personas. En esta parroquia han surgido también vocaciones religiosas, y, antes de la ampliación, la iglesia no podía acoger a todos los creyentes en cada Misa. Además, gracias a nuestros bienhechores y el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada, ha sido posible reparar los daños que presentaba la vieja estructura: así, por ejemplo, en el transcurso del tiempo habían ido apareciendo grietas en los cimientos.
Llevar a cabo un proyecto de construcción como este, en un país que es el segundo más pobre del mundo y uno de los más subdesarrollados, supone todo un reto para el que se necesitan sin duda una fe sólida y ayuda del exterior. Pero también los feligreses de la parroquia han contribuido, en la medida de sus posibilidades, a hacer realidad su sueño de una iglesia más amplia. “Unos han transportado arena, piedras y grava, otros han donado un poco de dinero o víveres y, finalmente, también los hay que han aportado su tiempo y mano de obra. Cada gesto, mayor o menor, de generosidad –ya sea por parte de los bienhechores extranjeros, ya sea por parte de nuestros creyentes de Bozoum– marcará por siempre esta casa de Dios”, asegura el P. Aurelio.
También el P. Aurelio puso manos a la obra. “Día tras día, semana tras semana y mes tras mes hemos trabajado en estas duras, difíciles y, en ocasiones, peligrosas obras, y durante todo ese tiempo hemos percibido la mano protectora de Dios”, dice el padre carmelita italiano. En una ocasión, casi ocurrió un grave accidente: cuando el P. Aurelio y los obreros estaban intentando acoplar una pesada viga de varios cientos de kilos de peso y doce metros de longitud, esta se resbaló y casi golpea al P. Aurelio. “Afortunadamente, no nos pasó nada, a pesar de estar sobre un andamio a siete metros de altura. Así volvimos a tomar conciencia de que trabajábamos bajo la protección de Dios”, señala el sacerdote de 54 años de edad.
La parroquia de Bozoum no solo es la parroquia más antigua del país, aparte de la capital de Bangui, sino que también se ha convertido en un símbolo de paz. Durante los sangrientos años de la guerra 2013/2014 y mediante incesantes negociaciones de paz con todos los grupos armados y las diferentes etnias, el P. Aurelio logró impedir una masacre en su ciudad. Muchos medios de comunicación de todo el mundo informaron sobre la implicación de este valiente sacerdote que salvó la vida de centenares de personas y que, para ello, puso en peligro la suya en repetidas ocasiones.
Ahora los creyentes de Bozoum están felices con su Da-Nzapa (“Casa de Dios” en sango, una de las lenguas locales), donde pueden rezar y alabar a Dios. Las dos nuevas partes de la iglesia forman cada una un semicírculo a ambos lados del espacio del altar y simbolizan, según explica el P. Aurelio, “el abrazo de Dios en los sacramentos, la oración, la Sagrada Escritura y el encuentro con los hermanos y hermanas”. La hermosa cruz sobre el altar se compone de elementos de metal provenientes de los viejos fundamentos de la iglesia, y remite así a la labor de los misioneros que ahí erigieron, hace más de sesenta años y con gran esfuerzo, la primera iglesia.
Los feligreses de Bozoum y el P. Aurelio Gazzera dan las gracias a todos los que han contribuido a que este gran sueño, acariciado desde hace mucho tiempo, se haya hecho realidad. “Esta gran obra la hemos podido realizar gracias a la ayuda de muchas personas de todo el mundo. Los meses en los que realizamos la obra fueron hermosos, pero más hermoso fue presenciar en el día de la consagración la alegría y el orgullo de los creyentes por su bonita iglesia. Queríamos que la iglesia fuera bella porque la belleza habla de Dios. ¡Gracias a Dios y a todos los bienhechores!”.
Referencia: 142-01-19