En Burkina Faso oriental, otro curso escolar marcado por grandes dificultades

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Aunque la situación de la seguridad en Burkina Faso haya mejorado ligeramente, algunas regiones siguen siendo víctimas del terrorismo y la miseria. En vísperas del inicio del curso escolar, el foco está centrado en la juventud y en los desafíos que afronta.


 

El 1 de octubre arrancará el nuevo curso escolar en Burkina Faso. El año pasado, 222 alumnos de la ciudad de Pama (diócesis de Fada N’Gourma, al este del país) pudieron beneficiarse del apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) para pagar sus tasas escolares. El hermano Alain Tougma, delegado del superior general para África de los Hermanos Misioneros del Campo, ha estado estos últimos días en la sede internacional de la fundación pontificia en Königstein (Alemania), donde ha presentado una solicitud de ayuda para financiar este año la escolarización de otros 235 alumnos. Todos ellos proceden de familias que han huido de Pama, la capital de la provincia de Kompienga donde se encontraba la casa regional de la congregación del hermano Alain antes de ser trasladada a Uagadugú, la capital de Burkina Faso.


“El año pasado también recibimos de ACN ayuda alimentaria para las familias para cuatro meses (mediante distribución mensual de 50 kilos de maíz, 50 kilos de arroz, 1 kilo de sal y 5 litros de aceite): esto ha salvado muchas vidas”, ha asegurado el hermano Alain, que dice estar desbordado por las peticiones de ayuda.


Además, desde el inicio de los ataques terroristas en Burkina Faso en 2015, una de las grandes preocupaciones de los jóvenes es su futuro. En este sentido, “las palabras del Papa del pasado 6 de agosto en Roma, con las que pide a los jóvenes cristianos burkineses que sean artífices de la paz allí donde estén, han supuesto un soplo de aire fresco muy reconfortante para ellos”, ha señalado el hermano Alain, añadiendo que el Estado no se queda atrás respecto a la Iglesia local en lo que se refiere a trabajar con los jóvenes para que el perdón y la reconciliación puedan superar la realidad del terrorismo. “El Estado”, asegura, “sensibiliza enormemente respecto al civismo, el respeto a la ley del país y la moral, e insiste mucho en la importancia de no dar lugar a la estigmatización étnica o religiosa”. Y el sacerdote precisa que, en general, los cristianos están tan amenazados como el resto de la población: “El enemigo lo es de toda la nación, aunque todos desconfíen de todos”.

Y como la juventud es el futuro, “invertir en ella no es en vano”, subraya. “Por eso estamos tan agradecidos a los benefactores de ACN, tanto en lo que se refiere a la escolarización como a la ayuda alimentaria. Nuestra gratitud es muy profunda. Mil gracias por haber escuchado el grito de los burkineses afligidos, sobre todo, porque vuestro gesto va acompañado de oraciones”.

Otra necesidad presentada a ACN es la de acompañamiento espiritual y psicológico a la población, que ha sufrido numerosos traumas relacionados con las escenas de terror vividas. En este sentido, para ayudarla a seguir adelante, “nosotros, los Hermanos Misioneros del Campo, queremos fundar a 50 kilómetros al este de Uagadugú un centro para dar respuesta a este sufrimiento”. La idea es que el centro también siga funcionando en el futuro, cuando se restablezca la paz en el país.

Otra necesidad presentada a ACN es la de acompañamiento espiritual y psicológico a la población, que ha sufrido numerosos traumas relacionados con las escenas de terror vividas. En este sentido, para ayudarla a seguir adelante, “nosotros, los Hermanos Misioneros del Campo, queremos fundar a 50 kilómetros al este de Uagadugú un centro para dar respuesta a este sufrimiento”. La idea es que el centro también siga funcionando en el futuro, cuando se restablezca la paz en el país.

Por el momento, en el este del país, la situación de seguridad sigue siendo muy compleja, especialmente en la región de Fada-Ngourma y hasta las fronteras con Togo y Benín. Ningún habitante de las zonas de Pama y Kompienga puede regresar a su hogar, pues las carreteras y los campos están minados. Tampoco es posible viajar desde Fada a Níger.


Nosotros mismos, que operamos en esa zona, hemos tenido que abandonarla, pero vamos de vez en cuando a celebrar la Eucaristía y llevar alguna ayuda, ya que allí aún permanece un pequeño grupo -de cristianos y no cristianos-, pero no hay sacerdotes. Solo podemos llegar a Pama o Kompienga en avión o en convoyes del ejército, y, en este último caso, con enormes dificultades, ya que la zona está infestada de terroristas, explica el hermano Alain.


La densidad de la selva que rodea Pama incrementa la complejidad, pues facilita a los terroristas el control de la zona y la preparación de sus operaciones, incluso aunque los militares intenten combatirlos. “El ejército”, añade, “también ha hecho un esfuerzo por asegurar un espacio para que la población que permanece en Kompienga pueda cultivar algunas parcelas de tierra. Esto ha sido muy beneficioso este año porque desde 2022 había sido imposible”.


En cuanto al noviciado de su congregación, sigue deslocalizado en Togo. “Esto no significa que no tengamos vocaciones, pero algunos ya no se atreven a cruzar la frontera y otros prefieren quedarse en zonas seguras”, señala el hermano Alain. A pesar de todo, seis novicios pronunciarán sus primeros votos el 3 de octubre, y cuatro jóvenes iniciarán el postulantado el 1 de octubre. Además de burkineses, entre ellos hay togoleses y benineses.

Por último, y sin carácter exhaustivo, el hermano Alain constata, no obstante, una ligera mejora en el país: “Es cierto que hay una tregua, pero la fuerza de los terroristas es la imprevisibilidad. El ejército está haciendo esfuerzos, pero el mal sigue siendo muy profundo y los nuevos medios de los que disponen los terroristas complican las cosas”. Antes atacaban con explosivos, ahora colocan bombas con radiación infrarroja controladas a distancia, utilizan drones y señuelos para distraer la atención de los soldados y hacerles gastar munición. Pero, en general, las principales vías son más transitables, el ejército ha podido liberar algunas zonas en el oeste y la población ha podido retornar a ellas, especialmente, a la diócesis de Banfora, donde la situación es mejor. Lo mismo ocurre en el norte del país, donde el año pasado era imposible llegar por tierra a Titao desde Ouahigouya. Los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP) toman el relevo de los militares para mantener una relativa seguridad en esas zonas. En cambio, también en el norte, la diócesis de Kaya sigue muy afectada.

En medio del dolor y la incertidumbre, la esperanza sigue viva en Burkina Faso gracias a la solidaridad de personas como tú. ¡Gracias por apoyarnos!