Diputado copto lucha en Egipto por los derechos de los cristianos

ACN.- El Dr. Emad Gad es miembro de la Cámara de Diputados egipcia y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo. Pertenece a la Iglesia ortodoxa copta y ha representado al «Partido de Egipcios Libres» (Free Egyptians Party)  en el Parlamento durante varias legislaturas. Por su defensa de los derechos de los cristianos Dr. Gad ha sufrido frecuentemente acoso y marginación. En sus declaraciones y escritos critica  con frecuencia a las autoridades por no proteger a los cristianos coptos de Egipto de ataques violentos, a menudo mortales, y por no hacer más para garantizar los derechos y libertades ciudadanos de los cristianos.

En una exclusiva para ACN el Dr. Gad habla sobre su lucha para combatir la discriminación de los cristianos y sobre sus esfuerzos para crear un Estado secular, en el que todos los ciudadanos sean tratados por igual, con independencia de sus creencias.

«En 2012, era miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento, controlado entonces por los Hermanos Musulmanes. La Comisión estaba presidida por Essam al-Arian, uno de los dirigentes de los Hermanos Musulmanes. Durante ese periodo sufrí una marginación extrema y no era invitado a Ias sesiones en que se trataban cuestiones de importancia.

En una ocasión, Al-Arian contactó conmigo para que participara en una reunión con una delegación del Parlamento italiano que visitaba nuestro país. Al comienzo de la reunión, Al-Arian dijo a la delegación: “Vivimos la tolerancia y la caridad; los musulmanes y los cristianos trabajan juntos. Una muestra clara de esto es nuestro compañero Emad Gad, un cristiano copto egipcio”.  A continuación me cedió la palabra; esperaba de mí unas palabras de cortesía, pero yo respondí con fuerza: “Le doy las gracias, Dr. Essam; pero me propone una tarea difícil: escoger entre mantenerme fiel a mis principios y convicciones, o adularle y decir lo que usted espera que diga. Sin embargo, yo no puedo sino ser fiel a mis principios y convicciones y decir que los Hermanos Musulmanes es un grupo racista y extremista que oprime a los coptos y que ataca a las iglesias”. Esta fue la última ocasión en que participé en las reuniones de la Comisión.

El momento actual es especialmente tenso para mí, como político cristiano; el Presidente Abdel Fattah Al-Sisi intenta introducir la noción de ciudadanos con igualdad de derechos, y está tomando medidas que ningún otro presidente egipcio había tomado nunca. Y lo hace porque ha podido ver cómo, en los siete años transcurridos desde el alzamiento de 2011, los coptos aman y apoyan su país y cómo, repetidamente, han rechazado cualquier injerencia extranjera en la política egipcia. Ahora bien, sus esfuerzos colisionan con las fuerzas reaccionarias y con los elementos del aparato estatal que operan de acuerdo con el modo antiguo. Esto incluye el aparato de seguridad que reacciona a la violencia contra los coptos organizando las usuales reuniones de reconciliación, que conllevan la impunidad para los que perpetran dicha violencia.

Por ejemplo, en 2016, durante la crisis en el pueblo Karm el Lofy, en la provincia de Al-Minya —donde una chusma musulmana atacó a una anciana, Souad Thabet, a la que desnudaron— se produjeron momentos de alta tensión entre el Dr. Ali Abdel Aal, el portavoz de la Cámara de los Diputados, y otros miembros del Parlamento, y yo. Escribí en mi página de Facebook que “hay un terrible plan del infierno para humillar a los coptos, en el que participa el aparato de seguridad del Estado”.

Quería llamar la atención sobre la injusticia que sufrió la Sra. Thabet y sobre la insistencia de algunos oficiales de las fuerzas de seguridad en resolver el asunto del modo acostumbrado, en el que la víctima pierde su derecho a obtener una audiencia justa y a que se haga justicia.

Fue un momento muy difícil por el desprecio de los miembros del Parlamento en Al-Minya: algunos de los diputados de Al-Minya eran oficiales de policía y se dijo que entre los que asaltaron a Souad Thabet había parientes de uno de esos diputados. Por este motivo, esos miembros del Parlamento no querían que se tratara el asunto de ninguna manera. He de decir que algunos miembros coptos del Parlamento se convirtieron en una espina mayor que todos los demás: lamentablemente, hay muchos políticos coptos que creen que su presencia en el Parlamento y su ascenso al poder depende de complacer a los aparatos de seguridad del Estado o de los poderes locales.

También escribí docenas de artículos para el diario egipcio Al Watan, en los que criticaba el modo en que el aparato del Estado gestiona los incidentes de violencia contra coptos; algunos de esos artículos se publicaron con el titular: “Poca seguridad, mucha política”. Mi opinión es que el componente de seguridad es importante, pero que la política debe prevalecer sobre cuestiones de seguridad y no al revés. En enfrentamientos entre las confesiones, la política orientada hacia la seguridad ha producido resultados desastrosos. Se cerraron iglesias por motivos de seguridad; con este modo de ver las cosas quieren decir que abrir una iglesia lleva inevitablemente a un conflicto entre comunidades religiosas.

Debido a la postura que he tomado, he sido objeto de varios modos de acoso y marginación. Un ejemplo es que han dejado de publicar artículos míos en el diario Al Watan. En diciembre último, un antiguo oficial de policía me amenazó en un programa de la televisión estatal, diciendo: “El cuchillo del aparato del Interior es muy afilado; es mejor que esté lejos de él”. Como escribí en Facebook, me pregunté si era una amenaza de muerte. No fue más lejos y esta campaña se detuvo a raíz de la intervención de políticos y otros departamentos gubernamentales.

Otros modos de acoso son el hecho de que no me han permitido hablar durante los debates parlamentarios y que he sido excluido de las delegaciones de diputados egipcios que han realizado visitas oficiales en el exterior. En lugar de esto, diputados sin experiencia política o que no tienen demasiados conocimientos de ciencias políticas y de relaciones exteriores —es decir, las áreas en las que soy experto— asumieron la dirección de la Comisión de Relaciones Exteriores.

Era miembro del «Partido de Egipcios Libres» y obtuve el escaño en el Parlamento en condición de miembro de la dirección política del partido. Pero después de que las fuerzas de seguridad hicieran presión en el partido para marginarme, este eligió a Alaa Abed como el portavoz del grupo parlamentario, incluso a pesar de que es un antiguo oficial de policía acusado de cometer torturas, por lo que fue expulsado del cuerpo. Esta medida tenía como objetivo ejercer presión para que yo cambiara mi postura política.

A pesar de la gravedad de lo que está sucediendo, este sigue siendo mi país. Solo podemos conseguir el cambio con la resistencia y el rechazo de políticas ilícitas. De hecho, muchos parlamentarios musulmanes han apoyado la causa cristiana con mucha valentía.

También aquí, el problema en muchas regiones es enorme. Por ejemplo, en la provincia de Al-Minya muchas personas consideran a los coptos como infieles y herejes e incluso les acusan de practicar magia. Recuerdo un incidente cuando una turba musulmana atacó, hace ya muchos años, una iglesia. Encontraron allí escritos en lengua copta y, aunque no conocían esa lengua, dijeron que la iglesia ¡practicaba la magia para impedir que las muchachas musulmanas se casaran!

Desgraciadamente hay muchas personas que han sido adoctrinadas desde la infancia por fanáticos que predican intolerancia. Necesitamos un proceso que cambie la cultura. Una parte muy importante de esta batalla es dejar los libros de texto que incitan a la violencia contra los cristianos».

A pesar de todas esas contradicciones, el diputado Dr. Emad Gad continúa luchando por los derechos de los egipcios cristianos; se niega a callar y acepta los riesgos que van unidos a su valiente postura. Sin embargo, no está solo e incluso —como él mismo dice— cuenta con el apoyo de algunos ambientes musulmanes. Está en juego el futuro de la mayor comunidad cristiana en el Oriente Próximo.

 

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