Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa venerada en todo el mundo

Este 27 de noviembre se celebra la aparición de la Santísima Virgen a santa Catalina Labouré. La devoción a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa se celebra con fervor en todo el mundo, el mensaje sigue siendo el mismo: «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti»

Si nos detenemos un instante a admirar la huella de nuestro Creador, sus palabras, su obra, su amor, encontraremos que diariamente nos acompaña su luminosidad de forma sutil y también de manera gloriosa. Es por eso que en los días de enfermedad o desesperanza recurrimos a él como nuestro único Salvador, también los santos se acercan a él en sus días oscuros.

Un gran ejemplo de vida fue la santa Catalina Labouré, quien al igual que muchos santos fue inspirada por la luminosidad del Espíritu Santo. Desde la infancia se dedicó a la oración y trabajo de los pobres y enfermos, además de ser la encargada de la administración y quehacer doméstico en su casa, con apenas 12 años. Una noche, en sueños, un anciano -el mismo san Vicente de Paul, como después comprobó- le manifestaba su misión como Hermana de la Caridad; con mucho trabajo logra convencer a su padre de entrar al convento en el 140 de la calle rue du Bac, en París. Ese año de 1830, con 24 años, el corazón de san Vicente se le aparece tres días seguidos, pintados de distinto color: blanco como símbolo de paz; rojo, fuego de caridad; negro, presagio de las desgracias que caerían sobre Francia ese año. Poco después obtiene la gracia de ver a Cristo presente en la hostia <<excepto cuando dudó>> según sus palabras. El 6 de junio, en la fiesta de la Santísima Trinidad, ve a Cristo como Rey Crucificado. Ella anhelaba también se le concediera ver a nuestra Madre. 

La historia de la Medalla Milagrosa

La noche del 18 de julio de 1830 se convierte en la primera de tres apariciones.  Un misterioso niño la despierta diciéndole suavemente que la Virgen María le espera en la capilla. Catalina se cambia rápidamente y sigue al niño.  Cuando llega, escucha <<como el susurro de un vestido de seda>>. El niño le dice <<He aquí la Santísima Virgen>>, Catalina duda por lo que el niño repite con más fuerza <<He aquí la Santísima Virgen>>. Imposible para ella describir lo que sintió al verla, se limita a compartir que fue el momento más dulce de su vida. Ahí se le dio la misión de crear la Hermandad de Hijos e Hijas de la Caridad, actualmente Juventud Mariana Vicentina,, cómo comportarse con su confesor, entre otras cosas. Estuvo con nuestra Señora dos horas.

La Virgen solicita se acuñe la Medalla Milagrosa

El 27 de noviembre de ese año, la Santísima Virgen se le aparece nuevamente a la novicia, pero esta vez a las 5:30 de la tarde. Primero ve dos imágenes vivas, en ambas la Virgen está parada sobre un semiglobo aplastando una serpiente. En la primera tiene un globo dorado coronado con una cruz. Escucha a la Virgen decir: <<representa al mundo entero, a Francia y a cada persona en particular>>. En la segunda imagen la Virgen tenía los brazos abiertos y de sus preciosas manos, llenas de anillos, emanaban rayos resplandecientes. Catalina escucha: <<son el símbolo de las gracias que difundo a quienes me las piden>>. Luego se formó un óvalo alrededor de esta visión y una inscripción aparece: « O Marie conçue sans péché, priez pour nous qui avons recours à vous » (Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti). María es Inmaculada desde su concepción. La Virgen pide que se acuñe esta medalla, <<quien la porte con confianza recibirá grandes gracias>>. Finalmente, el óvalo da vuelta. Catalina ve en el reverso la inicial de María, coronada con una cruz y una línea que representa el mundo, es el símbolo de la participación de nuestra madre en toda la obra de redención. Abajo un corazón coronado de espinas: el Sagrado Corazón de Jesús y, a su lado, uno traspasado por una espada: el corazón de nuestra Señora. Las doce estrellas son los 12 apóstoles y representan a toda la Iglesia.

Última aparición de la Santísima Virgen

En diciembre de 1830, Catalina vuelve a escuchar el ruido del vestido detrás del altar, es la Santísima Virgen que confirma a Catalina la misión y le dice “ ya no me verás más”. Todo esto es confiado a su confesor el P. Aladel quien le pide no pensar más en estas fantasías. Dos años después el P. Aladel le comparte al Obispo de París las visiones de la joven novicia y para su sorpresa el obispo ordena que la medalla se acuñe rápidamente y se le mande una a él en primer lugar. Catalina pone por condición que su nombre permanezca en el anonimato. Es enviada a un hospicio a servir a enfermos y ancianos durante 46 años, en total humildad y entrega, a ejemplo de nuestra Madre. 

Pidamos por todas nuestras necesidades y las de nuestras familias. Pidamos que siguiendo el ejemplo de Catalina Labouré, la Santísima Virgen nos acerque a su Hijo; que nos enseñe como una madre amorosa sus virtudes: hacernos humildes, amar como ella, creer como ella, esperar como ella, a ser castos, pobres de corazón, obedientes y pacientes.

La medalla se expandió rápidamente a todo el mundo, curando, convirtiendo, protegiendo a quien la porta con confianza. Desde los primeros prodigios fue llamada milagrosa. No es un talismán y se venera a la Virgen como madre de Jesús, no el objeto en sí. En la actualidad muchas personas llevan la Medalla Milagrosa, muchos pertenecen a las Hermanas de la Caridad, o a la Juventud Mariana Vicenciana, a muchos, cada 27 de noviembre un sacerdote nos recuerda que la Madre de Dios prometió escuchar nuestras plegarias y presentarlas a su Hijo.  En todo ello podemos observar sutilmente a Dios.

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