ACN.- “Aquí estamos viviendo una guerra que ya dura tres años. Empezó con un ataque a una comisaría de policía, luego se extendió a los pueblos distantes, pasando por las aldeas más grandes hasta llegar al centro de las ciudades. Cuatro ciudades ya han quedado prácticamente vacías. Esta guerra ha matado a más de dos mil personas y ahora tenemos más de medio millón de desplazados”. Así es como comienza la entrevista de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) con Mons. Luiz Fernando Lisboa. Este brasileño es hoy obispo de la diócesis de Pemba en la provincia de Cabo Delgado al norte de Mozambique, donde tienen lugar ataques de un grupo terrorista.
Minutos antes de la entrevista, Mons. Lisboa recibió otra triste noticia de Nangololo, donde estaba la Misión del Sagrado Corazón. “La segunda misión más importante de la diócesis ha quedado totalmente destruida: la iglesia, la casa de los sacerdotes, el convento de las religiosas, la radio comunitaria y el ambulatorio. Todo totalmente devastado. La gente ya había huido de la misión al bosque, a otras ciudades y aquí, a Pemba. Hemos ayudado a mucha gente para que pudieran trasladarse a lugares más seguros”.
Ayudar a los demás se ha convertido en la prioridad de Mons. Lisboa en los últimos años: “¡Más de medio millón de desplazados que necesitan de todo! Comida, ropa, medicinas, ollas, asistencia, un lugar para vivir, de todo. Es una guerra que nos ha traído mucho sufrimiento a todos nosotros”. La Iglesia católica está muy presente en la región desde el comienzo del conflicto, denunciando y ayudando. “La Iglesia ha prestado su voz para ser la voz de los pobres, de los que no tienen voz, de los que no tienen la oportunidad de estar frente a una cámara, como yo ahora, y de poder hablar. Este es el primer objetivo: hablar, mostrar la realidad. La Iglesia ha estado trabajando a través de Cáritas, que es su brazo humanitario, para responder a esta emergencia que estamos atravesando”.
El obispo de Pemba se ha convertido en la principal voz de denuncia de lo que sucede en Cabo Delgado: “La Iglesia está comprometida con la verdad porque seguimos a Jesús, que dijo: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’. Todos los misioneros están unidos. Todos estamos trabajando para minimizar esta crisis humanitaria, para ir al encuentro de los más vulnerables, para tratar de hacer algo para reducir el sufrimiento. No tenemos miedo porque estamos diciendo la verdad. De lo que hablamos aquí es de lo que el papa Francisco habla tan a menudo: queremos rescatar la dignidad de las personas, queremos justicia social, queremos que se respeten los derechos de las personas, queremos que las personas vivan en paz. Eso no es pedir demasiado. Está en las constituciones de todos los países, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la propia Biblia y en el Corán. Lo que nosotros, desde la Iglesia, estamos pidiendo es paz. ¿Es demasiado pedir la paz? Esa es la labor de la Iglesia. Mientras rezamos, también actuamos. Salimos al encuentro de la gente, somos activistas por la paz. La paz hay que construirla y es importante involucrar a la gente, pero no solo al pueblo de Mozambique sino también a la comunidad internacional. Detrás de cada guerra hay responsables. En ninguna guerra hay vencedores, todos perdemos, pero también hay gente que se beneficia. Creen que vencen porque se lucran, pero también son perdedores”.
En cuanto a los motivos del conflicto, el obispo de Pemba quiere aclarar que no se trata simplemente de una guerra contra los cristianos: “Los cristianos no son el principal objetivo de los terroristas. Muchas iglesias cristianas importantes como la que mencioné, la de la misión de Nangololo, han sido quemadas. La histórica iglesia de Mocímboa da Praia y muchas capillas rurales han sido incendiadas pero también se han quemado mezquitas. Han sido asesinados catequistas, animadores de comunidades y dos religiosas fueron capturadas pero también han matado a un jefe musulmán y a otros líderes. Así que no es una guerra contra los cristianos. Los líderes religiosos de aquí en Cabo Delgado, Mozambique, mantenemos una buena relación y nunca ha habido problemas entre nosotros”. De hecho, según Mons. Lisboa, la región es rica en recursos naturales como gas, piedras preciosas, grafito y oro.
La mayor preocupación del obispo es que “este terrorismo hace sufrir a nuestro pueblo y ha postergado los sueños de muchas personas. Antes, ya padecíamos hambre en una determinada época del año, pero, desde hace tres años, mucha gente ya no cultiva el campo por lo que el hambre será aún mayor. La guerra solo tiene perdedores, pero los que más sufren son los más pobres”.
ACN también se está movilizando para ayudar a las víctimas del conflicto en Cabo Delgado. Desde el comienzo de los ataques en 2017, ACN ha contribuido a difundir lo que ocurre allí, también está ayudando de forma concreta a través de varios proyectos de ayuda de emergencia.
El 25 de noviembre, ACN iluminará de rojo al Cristo Redentor en Brasil para recordar a las víctimas de los ataques en Mozambique y mandar un mensaje de esperanza a la población: “Lo que más desea el pueblo mozambiqueño es la paz. Mozambique ya ha vivido dos guerras y aquí, en Cabo Delgado, estamos sufriendo la tercera. El pueblo está cansado, está sufriendo mucho por esta guerra. El pueblo de Cabo Delgado, Mozambique, quiere la paz, anhela la paz. Estamos agradecidos por la solidaridad mundial con nuestra situación, e iluminar al Cristo Redentor para recordar a todos nuestros muertos, no solo a los cristianos sino a todas las víctimas de esta y otras guerras, nos ayuda a combatir la indiferencia que a menudo nos invade. No debemos ser indiferentes al sufrimiento, al dolor y a la muerte de tantos hermanos y hermanas nuestros”.
A los benefactores de ACN, Mons. Lisboa les envía un mensaje de gratitud por toda la ayuda recibida: “Doy las gracias de todo corazón a todos los benefactores y benefactoras de ACN. Nosotros, como diócesis de Pemba, incluso antes de la guerra y antes del ciclón Kenneth ya recibíamos el apoyo de ACN, que nos ha ayudado en la formación de los futuros sacerdotes, en el apoyo a la espiritualidad y la formación de sacerdotes y religiosas y nos ha ayudado con vehículos para nuestros misioneros. En este momento de emergencia, debido a la guerra, ya ha aprobado proyectos de ayuda de emergencia. Así que muchas gracias. Que Dios bendiga profundamente a cada persona que colabora con esta auténtica obra misionera. Muchas gracias, que Dios los bendiga”.