Refugiados huyen en un camión de los ataques en Cabo Delgado.
Estos ataques, junto con los rumores de nuevos movimientos terroristas hacia localidades vecinas, han provocado el desplazamiento de cientos de personas, quienes han caminado largas distancias a través del monte para encontrar refugio en Pemba o la cercana ciudad de Chiúre, que ya está empezando a sufrir los efectos del hacinamiento. Una misionera, que también pidió no ser identificada, confirmó que los terroristas han destruido casas e iglesias en varias aldeas y «están ahora dispersos por los distritos del sur y del centro» de Cabo Delgado, aunque “el objetivo final de estos movimientos y ataques” no está claro todavía. «Muchos misioneros también han sido obligados a desplazarse», dice un sacerdote local a ACN», las religiosas que vivían cerca y el sacerdote que atendía una de las comunidades se han trasladado a Pemba, sede de la diócesis. Otros misioneros están siguiendo el ejemplo, para protegerse a sí mismos pero también para proteger a la población», confirmó. El hecho de irse es una forma de proteger a la población, porque muchas veces si los sacerdotes o religiosas permanecen en los pueblos, la gente se siente más segura y se queda con ellos.Métodos más temerarios
Desde 2017, los ataques han pasado por varias fases: con ataques a estructuras militares o gubernamentales y agresiones a pueblos y comunidades civiles. Todos en Cabo Delgado, tanto cristianos como musulmanes, están siendo blanco del terror. Sin embargo, en los últimos años ha habido casos de ataques específicamente dirigidos a objetivos y comunidades cristianas, incluidos casos en los que los yihadistas separaron a cristianos de musulmanes y ejecutaron a los primeros. «La aldea que fue atacada en la región de Chiúre ya había sido atacado hace unos dos años, pero las incursiones no son solo contra los católicos», dice el sacerdote. «No limitan sus ataques a pueblos con iglesias cristianas. Como siempre han hecho, atacan absolutamente todo, incluidas iglesias, pero también las mezquitas y, sobre todo, a las personas y sus casas». Además del aumento en el número de ataques, los terroristas también parecen estar volviéndose más audaces en sus métodos. En un ataque en enero contra la ciudad de Mucojo, en el distrito de Macomia, cerca de la costa en la provincia de Cabo Delgado, en lugar de destruir casas y huir de nuevo al monte, los yihadistas permanecieron durante al menos dos días. Y eso a pesar de la presencia cercana de las fuerzas armadas de Mozambique y de otros países aliados que intentan ayudar a frenar la violencia. Poco más de una semana después, el 31 de enero, los terroristas tendieron una emboscada a un convoy militar, matando a dos soldados mozambiqueños. La insurgencia en Mozambique ha causado al menos cinco mil muertes y el desplazamiento de más de un millón de personas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas cifras no están actualizadas, por lo que es probable que éstas sean significativamente más altas. La Iglesia católica está profundamente comprometida en el apoyo a las personas desplazadas en el norte de Mozambique y en el intento de encontrar una solución pacífica al conflicto, habiendo criticado tanto a los terroristas como a la dura respuesta del Gobierno. Mozambique, especialmente la región de Cabo Delgado, es un país prioritario para ACN en el continente africano. Ha apoyado varios proyectos de asistencia pastoral y apoyo psicosocial para las víctimas del terrorismo, así como el suministro de materiales para la construcción de centros comunitarios y la adquisición de vehículos para los misioneros que trabajan en los centros de reasentamiento que acogen a familias que huyen de la violencia.