ACN.- La espiral de violencia contra los sacerdotes en México no tiene fin. Se trata de un país donde la Iglesia tiene una presencia histórica muy fuerte. Aunque los católicos mexicanos han sufrido la persecución, sobre todo, durante los años 20 del pasado siglo, por parte del propio gobierno. El actual clima de libertad religiosa choca contra el goteo de casos de sacerdotes asesinados, así como otros muchos secuestrados, asaltados y amenazados.
Joaquín Hernández Sifuentes era una sacerdote joven de la diócesis de Saltillo, ordenado en el año 2004. Servía en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en la colonia La Aurora, a las afueras de la ciudad de Saltillo, estado de Coahuila. Era un sacerdote alegre y entregado a su comunidad. Colaboraba activamente con la comunidad de franciscanos que también tienen presencia en la misma colonia.
Algunos le definían como un buen orador, que especial predilección por los jóvenes y los ancianos. Era valiente en su denuncia de la violencia y las actividades del narcotráfico que opera con gran intensidad en la región, un estado mexicano que limita al norte con los Estados Unidos y es por tanto punto de paso de las redes del narcotráfico. Algunos expertos apuntaron a este tema como posible motivo de su desaparición y asesinato.
El padre Hernández fue secuestrado el 3 de enero de 2017, justo antes de que se fuera unos días de vacaciones tras asistir a su comunidad parroquial en las fiestas de la Navidad y el Año Nuevo. El obispo de la diócesis de Saltillo, Raúl Vera López, confirmó la muerte del sacerdote pocos días después, el 12 de enero, dando a conocer el terrible desenlace de unos hechos que habían sido denunciados por toda la Iglesia mexicana.
El cadáver del padre Hernández Sifuentes, fue localizado en el municipio de Parras de la Fuente. En un comunicado urgente, el obispo Vera López señalaba:
“Confirmamos con profunda tristeza que nuestro hermano Joaquín Hernández Sifuentes, sacerdote diocesano a quien no nos cansábamos de buscar con la enorme esperanza de encontrarlo con vida, ha pasado a la casa del Padre Eterno”.
La Conferencia del Episcopado Mexicano se unió a la pena que embarga a la comunidad católica de Saltillo, al tiempo que resaltó que
“en estos momentos de temor y sufrimiento los cristianos, con esperanza en Cristo resucitado, estamos ciertos que el mal no vencerá y que la muerte no es el final del mensaje de amor y esperanza que trajo nuestro Señor Jesucristo y que encarnó en su vida ministerial el padre Joaquín”.
México es uno de los países más letales del mundo para los sacerdotes. Desde 2012, han sido asesinados en el país un total de 23 sacerdotes, convirtiéndose en el periodo registrado en las últimas décadas.