ACN.- Insurgentes fuertemente armados, pertenecientes presuntamente al grupo Al Sunnah wa Jama’ah (ASWJ), atacaron nuevamente la aldea porteña de Mocímboa da Praia, al norte de Mozambique el fin de semana pasado, causando pánico y provocando la fuga de la población.
La hermana Graça António Guitate, religiosa de las Hijas del Inmaculado Corazón de María, confirmó a la sede portuguesa de ACN que “el ataque comenzó el sábado, alrededor de las cinco de la mañana”. Los combates entre los terroristas, que dicen estar afiliados al ISIS, y el ejército duraron «hasta el mediodía», causando muchas bajas. «No se informa de muchas infraestructuras dañadas pero se dice que murieron muchos soldados mozambiqueños», explicó la religiosa que reside algo más al sur, en Pemba, la capital de la provincia.
Mocimboa da Praia, se encuentra a unos 100 km al sur de Afungi, donde se están construyendo instalaciones para procesar las enormes reservas de gas en alta mar de Mozambique. Según el periódico online sudafricano Daily Maverick, el último ataque es el cuarto que ha sufrido la población y seguramente habrá perturbado, aún más, a las compañías energéticas extranjeras que explotan los campos de gas.
La hermana Graça, describió en mensajes enviados a ACN un “ambiente de caos humanitario” en la región de Pemba, donde miles de personas huyen debido a los ataques de los yihadistas ya desde hace semanas: “Hay mucha gente que huye. En este momento no conocemos realmente el número total de personas, pero hay niños, mujeres y hombres, mucha gente. El propio Gobierno ayuda, e incluso nosotros como diócesis estamos asistiendo a esa gente. Hace dos semanas, Mons. Luiz, nuestro obispo, estuvo en Metuge y llevó algunas mascarillas. La diócesis está ayudando a través de Cáritas en la alimentación y estamos viendo si podemos brindar también un apoyo moral, porque se trata de una población que no solo necesita comer sino también acompañamiento espiritual. Son personas que han visto cómo decapitan a sus padres, a sus hermanos…”
También la hermana Joaquina Tarse, que pertenece a la misma Congregación de las Hijas del Inmaculado Corazón de María, envió un mensaje a la fundación, subrayando la «alarmante situación » en la región norte de Mozambique, expresando el temor de que los grupos armados pudieran llegar a controlar toda la provincia de Cabo Delgado. “En un principio”, dijo la religiosa, refiriéndose a los primeros ataques, «parecía que el interés [de los grupos armados] estaba sólo en la parte norte de la provincia, pero a día de hoy está claro que quieren apoderarse de toda la provincia porque ya están extendiéndose también al sur de Cabo Delgado”. La hermana Joaquina cuenta que cuando los yihadistas “se encuentran con gente, les dicen: ‘si queréis escapar, corred todo lo que podáis a la provincia de Nampula o a otra provincia’. Se han propuesto conquistar Cabo Delgado entero”, concluye.
Las religiosas intentan ayudar en lo que pueden “brindando consuelo psicológico, religioso, moral y ayuda material también, ofreciendo la mejor acogida que podemos”.
Respondiendo a la petición de ayuda de su obispo, monseñor Luis Fernando Lisboa, lACN mandará apoyo para cuatro congregaciones de religiosas y ayudas para los sacerdotes de la diócesis de Pemba por medio de estipendios de misa. El prelado, estima “que más de 1.100 personas han sido brutalmente asesinadas, cientos están desaparecidos y más de 200.000 han tenido que abandonar sus hogares para refugiarse en otras partes de la provincia o, últimamente, en las provincias vecinas”. Según Mons. Lisboa, “docenas de aldeas están completamente abandonadas”. En su petición de proyecto recuerda que “la gente no cultiva sus campos y esto ha generado mucha hambre”.
La situación de violencia en Cabo Delgado fue también uno de los temas principales de la reunión de la Conferencia Episcopal de Mozambique, entre el 9 y el 13 de junio. En una carta dirigida a la población de Cabo Delgado y publicada al final del encuentro, los obispos denunciaron “las atrocidades que se practican en la provincia”, llenos de tristeza al ver a la población “caminando y buscando refugio lejos, sin comida, sin ningún tipo de medio de subsistencia, con la ropa que llevan puesta y el corazón lleno de amargura”.
En el documento, los obispos agradecen el espíritu de solidaridad de los que han acogido a los desplazados, pues hay “familias que han acogido hasta 20 o 30 personas, con las que comparten la poca comida que han almacenado” pero que son “una clara manifestación de la grandeza de corazón de las personas”.
“¿Por qué tanto dolor?” se preguntan los prelados, e indican que “la causa de tanto sufrimiento tiene profundas raíces en el tiempo en que la población fue olvidada” y piden «una respuesta urgente a esta tragedia”.