Se cumplen seis años de la liberación del sacerdote secuestrado por terroristas

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ACN.– El Padre Tom Uzhunnalil fue liberado de su secuestro un 12 de septiembre de hace hoy 6 años. En marzo de 2016, un grupo de terroristas islámicos asaltó el albergue para ancianos y personas con discapacidad que administraban las Misioneras de la Caridad en Adén, Yemen. Allí asesinaron a cuatro de las religiosas y otras doce personas y secuestraron al sacerdote indio.

En el 2012 el padre Tom partió como misionero para Yemen donde los salesianos son los únicos sacerdotes católicos presentes. En este país el presbítero sirvió primero en Taiz y posteriormente en Aden, donde venía colaborando estrechamente con las Misioneras de la Caridad. Ahora la intensificación de la violencia ha alterado millones de vidas, y ha provocado un gran número de muertes y desplazamiento masivo.

Durante el tiempo que duró el secuestro del P. Tom fueron muchos los obispos y sacerdotes que pidieron oraciones por él. Entre ellos Mons. Hinder quien además dijo que el sacerdote “había regresado a Yemen pidiendo permiso al provincial y a mí. Yo le dije: ‘si quieres, te ayudaré a entrar a mi país’.

Recibimiento en el Vaticano

El día después de ser liberado, el Papa Francisco se encontró con el padre Tom Uzhunnalil, después de la audiencia general. Una de sus primeras peticiones fue rezar en la capilla de la comunidad salesiana en el Vaticano. Durante la recepción, el P. Uzhunnalil dijo que durante todo el período de su secuestro continuó celebrando espiritualmente la Santa Misa todos los días, recordando de memoria las plegarias de la Misa, ya que no tenía textos litúrgicos ni las especies para celebrar.

Por su parte, el P. Uzhunnalil apareció tranquilo y disponible, y sin entrar en detalles respondió a las preguntas de los hermanos salesianos. Después del secuestro nunca fue maltratado, pero como resultado de la situación que vivía, bajó rápidamente de peso y los secuestradores le entregaron los medicamentos para la diabetes.

Por otro lado, ha manifestado que durante todo el período de prisión, ha usado la misma ropa y que los secuestradores, que hablaban árabe, se comunicaban en inglés. Durante el secuestro fue transferido dos o tres veces, pero en todas las circunstancias siempre lo llevaban vendado.

Sin miedo a morir

“Nunca he tenido miedo de morir”, enfatizó el misionero, quien también recordó un incidente el 3 de marzo de 2016, la noche antes de la matanza: la Superiora de la casa de las Misioneras de la Caridad de Adén, al comentar sobre la difícil situación en la que se encontraban como religiosas en el territorio de la guerra, había manifestado que sería bueno ser martirizadas todas juntas por Cristo. Pero la más joven de las religiosas -que luego sobrevivió al ataque- respondió: “Quiero vivir por Cristo”.

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