ACN.- Tras años financiando la reconstrucción de hogares e infraestructuras, ACN lanza un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que ayude a garantizar la paz y la estabilidad en Iraq. Pues estas son las condiciones necesarias para el desarrollo económico y la creación de empleo, ambas cosas imprescindibles para que las comunidades, incluidas las cristianas, permanezcan en el país.
El llamamiento lo ha hecho Thomas Heine-Geldern, presidente ejecutivo de ACN, a su regreso de una visita a Iraq.
Las últimas décadas han sido muy duras para los cristianos de Iraq. La incertidumbre económica y política, unida a una persecución a gran escala que culminó con el surgimiento del Estado Islámico, ha provocado un éxodo masivo que ha reducido la población cristiana de más de un millón a entre 150.000 y 250.000 personas.
No obstante, el estado de ánimo actual es, por fin, de esperanza en un futuro mejor, en 2014, todo el mundo estaba asustado por el avance del ISIS, pero el ambiente, la cooperación y la solidaridad eran excelentes. Luego, en 2018, había una comunidad muy deprimida. Ahora, en cambio, hay signos de esperanza y muchas solicitudes de ayuda para apoyar el desarrollo del país, incluido el Kurdistán y los diferentes pueblos y ciudades habitados por cristianos.
El papel de la comunidad internacional es crucial a la hora de ayudar a las instituciones iraquíes a garantizar la paz y la estabilidad económica y política. ACN seguirá asegurándose de que los cristianos iraquíes no sean olvidados.
Seguiremos centrándonos en utilizar nuestra experiencia en defensa de sus derechos y nuestra buena red de contactos con políticos y líderes de todo el mundo, a fin de que la situación de los cristianos en Iraq no caiga en el olvido. Hay que pedir a la comunidad internacional que apoye los esfuerzos destinados a garantizar una base de seguridad, protección y sostenibilidad. Si no podemos garantizar un mínimo de seguridad, todos los demás esfuerzos en favor de la paz y el bienestar en Iraq serán muy complicados. Debe haber un esfuerzo conjunto por parte de la comunidad internacional. Solo cuando la situación de seguridad sea relativamente estable, la gente regresará e invertirá en Iraq.
Tras años de enorme implicación en la reconstrucción de casas en la Llanura de Nínive y una fuerte inversión en ladrillo y cemento, ACN planea ahora centrarse más en permitir que la Iglesia local asuma su misión estableciendo parroquias, promoviendo las enseñanzas de la Iglesia y apoyando en su excelente y entusiasta labor a religiosas, sacerdotes y congregaciones, pero también apoyando la educación.
La recientemente inaugurada Escuela Secundaria Al-Tahira en Qaraqosh y las becas para estudiantes de la Universidad Católica de Erbil -dos proyectos apoyados por ACN- son un ejemplo de este nuevo enfoque.
Más de un año después se siguen encontrando signos de esa esperanza, como ha podido comprobar recientemente John Pontifex, que ha dicho: “Visité Batnaya en 2017 y vi que todo había sido destruido por el ISIS. Pero ahora el Estado Islámico ha desaparecido y entretanto se han vuelto a asentar allí 500 cristianos, que pudieron celebrar la Misa de Pascua por primera vez desde 2014. Esos son símbolos, signos de verdadera esperanza”.
“En nuestra última visita a Irak nos encontramos con un corazón que palpita y que intenta abrirse camino hacia el futuro, y a cristianos deseosos de reconstruir. Están haciendo un gran esfuerzo, hacen todo lo que pueden. Entre ellos descubrimos determinación y coraje, después de toda la violencia genocida que sufrieron. Este coraje y esta fe son signos de optimismo, pero no pueden hacerlo todo solos; necesitan la ayuda de otros”, dice Pontifex.