ACN.-Recientemente Líbano ha venido experimentando una serie de dramáticas conmociones: conmociones políticas, económicas y, más recientemente, físicas. Surgen preguntas ante la pasividad internacional ¿A quién le importa la sociedad cristiana? ¿Aprecia la comunidad internacional el verdadero valor del Líbano para Oriente Próximo? La semana pasada, ACN visitó El Líbano y se entrevistó con Mons. Abdul Sater, arzobispo maronita de Beirut.
Su Excelencia, el 4 de agosto de 2020 hubo una enorme explosión en el puerto. ¿Dónde estaba usted en el momento de la explosión?
Estaba en mi oficina. No escuché el ruido de la misma pero sentí una fuerte corriente de aire, aire caliente entrando por las ventanas que se habían roto. Vi todo el cristal roto a mi alrededor, mi escritorio estaba cubierto de cristales así como el suelo de mi oficina. La puerta había volado por los aires. Así supe que había habido una explosión. No sabía qué había pasado realmente pero me di cuenta de que era una explosión. Toda la sede arzobispal quedó muy dañada, ya no había ventanas ni puertas ni nada, todo se estaba derrumbando. Un sacerdote mayor sufrió heridas en la cara y otro empleado, que estaba en el primer piso, fue lanzado a cuatro metros de donde estaba. El pobre quedó aprisionado bajo la gran puerta de la sede, con las costillas y el cráneo rotos pero, gracias a Dios, está vivo. Perdimos a otro empleado en otro edificio, la explosión lo mató.
Su Excelencia, el mayor daño ocurrió en el barrio cristiano. ¿Por qué el barrio cristiano quedó tan dañado por la explosión?
Porque, en torno al puerto, la zona más cercana está habitada por cristianos. Estos solían venir de las montañas y se quedaban en los alrededores del puerto para trabajar, era una forma de ganarse la vida. Y, poco a poco, trazaron sus propias calles y crearon sus propios barrios. Así que la mayor parte del área en torno al puerto está habitada hoy en día por cristianos. Por la forma en que se produjo la explosión, parece que la onda expansiva se dirigió hacia esa zona.
¿Cómo describiría el ambiente emocional en este momento?
En los días siguientes a la explosión, la gente daba gracias a Dios porque todavía estaban vivos pero también estaban tristes porque habían perdido a seres queridos… y sus hogares. Creen, todos ellos, que ocurrió un milagro. Ciertamente, perdimos más de doscientas personas y hubo miles de heridos. ¿Por qué un milagro? Porque si se contempla la destrucción, las dimensiones de la destrucción, podrían haber sido muchas más de doscientas personas muertas. Todos tienen una historia de cómo se salvó, de cómo dejó el lugar donde debería haber estado, de cómo se salvó de morir o resultar herido en el último momento, como si hubiera sido empujado por alguien.
Después, la gente comenzó a hacerse la pregunta, la pregunta obvia: ¿Por qué, por qué ha sucedido esto? Y se podía percibir una ira enorme, llena de cólera y rabia: ¿Por qué volvemos a vernos golpeados? ¿Cuándo va a parar esto? Ahora, la gente está agradecida porque han recibido ayuda para volver a sus hogares. No obstante, siguen haciéndose la misma pregunta: ¿Por qué? ¿Quién lo hizo? Queremos saber la verdad, especialmente aquellos que han perdido a sus seres queridos, muertos o desaparecidos.
¿Qué está haciendo hoy concretamente la Iglesia para ayudar a las familias a que puedan reanudar sus vidas?
Los párrocos llevan trabajando día y noche desde hace ocho semanas. Han estado visitando a la gente y comprobando quién necesita ayuda. Estamos tratando de reparar las casas dañadas, también estamos tratando de proporcionar comida a quien lo necesita. Hacemos visitas para animar a la gente que se ha visto golpeada por la explosión, la gente desea permanecer en sus casas.
San Juan Pablo II dijo: El Líbano es un mensaje. Si el Líbano no es capaz de resolver sus problemas, ¿cuáles son las posibles implicaciones para toda la región y, por lo tanto, cuán importante es el Líbano para toda la región?
Cierto. El Líbano es un mensaje. Y la prueba es que al segundo día después de la explosión, vino gente de todas las partes del Líbano sobre todo jóvenes -cristianos y musulmanes – todos ellos trabajando juntos para limpiar de escombros la zona devastada y para ayudar a la gente a sacar sus cosas de sus hogares destruidos. Así que, es cierto: El Líbano es un mensaje. No se encuentra esa solidaridad entre personas sino en El Líbano. Si El Líbano la pierde significará que el fanatismo aumentará mucho en la zona, cuando hay fanatismo hay destrucción porque la gente ya no verá a la persona humana frente a ella. Verán a alguien que está en su contra, al enemigo, pero no a la persona humana. Hasta ahora, lo bueno del Líbano es que todavía somos capaces de ver a la persona frente a nosotros, no su ideología ni sus ideas ni sus convicciones, sino a una persona que necesita ser amada y cuidada y con la que podemos convivir. Hasta ahora, la gente que deseaba vivir en libertad siempre ha podido venir al Líbano y vivir aquí esa libertad. Si esto se pierde… Lamentablemente, creo que la comunidad internacional no aprecia el verdadero valor del Líbano. Es raro encontrarlo en Oriente Próximo y El Líbano es un país que necesita ser preservado por la comunidad internacional.