ACN.- “Boko Haram es como la bestia del Apocalipsis que aunque le corten una cabeza parece que le vuelve a nacer otra”, afirma Mons. Bruno Ateba, obispo de la diócesis de Maroua-Mokolo, en el norte de Camerún, en conversación con la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN. Nigeria había anunciado que el grupo terrorista – nacido en Nigeria en 2002 y radicalizado en el 2009 – había sido derrotado a finales del 2015.
Sin embargo, según informaciones recogidas por la fundación ACN, todo parece indicar que su círculo de actuación simplemente se ha replegado a las zonas rurales de Nigeria y extendido a las zonas fronterizas de Camerún y del lago de Chad. “En los pueblos del Estado de Borno, en Nigeria, y en toda la zona fronteriza de Camerún, no pasa un día sin noticias de ataques e incursiones de los terroristas. Los secuestros y ejecuciones de campesinos han instaurado un reino de miedo y psicosis entre la población,” asegura Ateba.
Después de Navidad se hacía público un video con la decapitación de once personas en Nigeria cuya autoría reivindicaba el Islamic State in West Africa (ISWA), una de las dos facciones en las que se dividió Boko Haram en 2016. Casi al mismo tiempo, Mons. Barthélemy Yaouda Hourgo, obispo de Yaouga en Camerún, originario de una aldea cercana a la frontera con Nigeria, escribía a la fundación: “¡Mi pueblo natal de Blablim ya no existe! Los terroristas mataron a un joven de mi familia, saquearon todo el pueblo y mi casa natal. Excepto los ancianos y los enfermos, todos tuvieron que huir a Mora, a 17 km de distancia. La cosecha de algodón no va a poderse llevarse a cabo. Actualmente las temperaturas allí son muy bajas. Rezar por todos los que tienen que dormir a la intemperie en esta época del año».
¿Terrorismo o criminalidad organizada?
Destrucción, pillaje, robo y secuestro son las señales del paso de los terroristas. Según la cúpula militar nigeriana, el grupo jihadista islámico habría perdido su poder y se habría desmembrado en grupos de criminales organizados.
Es cierto que si bien desde 2012 más de 36.000 personas han muerto víctimas del conflicto, contando civiles, fuerzas armadas y terroristas según datos del Nigeria Security Tracker, el número de víctimas ha decrecido fuertemente en comparación con las horrendas cifras alcanzadas en el 2014 y el 2015, según la misma fuente.
Este resultado positivo ha sido debido en parte a la labor de defensa de fuerzas militares multinacionales que incluyen al ejército de Nigeria, Camerún, Niger y Chad. Según la organización independiente International Crisis Group, sólo en Camerún se desplegaron más de 7000 fuerzas de defensa durante dos importantes operaciones militares, movilizando unidades del Batallón de Intervención Rápida (BIR), el cuerpo de élite del ejército.
La bestia reaparece con nueva violencia
Sin embargo, aunque durante los últimos años las fuerzas armadas han evitado eficientemente los ataques convencionales de Boko Haram, no han logrado cortar de raíz el movimiento y parece que una nueva generación de militantes amenaza de nuevo. “La pobreza y la inseguridad que sufren las zonas rurales y la falta de perspectivas para los jóvenes les convierten en objetivo fácil de manipular para los jihadistas” confirma Ateba».
Según datos del Human Rights Watch, el conflicto entre las fuerzas gubernamentales y Boko Haram ha desplazado a más de 270.000 personas en el país desde 2014. El grupo armado islamista Boko Haram habría llevado a cabo en Camerún más de 100 ataques en 2019, matando a más de 100 civiles. “En el momento en que se creía que la bestia del Boko Haram había sido decapitaba por completo, el horror ha resurgido en el norte de Camerún. En mi diócesis ha habido 13 ataques en las últimas cuatro semanas. Una iglesia fue quemada el día de Reyes, estamos investigando quien fue pero todo señala a que fue un acto terrorista” explica el obispo.