En Damasco reina el miedo y el terror: padre Andrzej Halemba, encargado de proyectos en Oriente Próximo de ACN


ACN.- La actual ofensiva militar en Siria no solo afecta a los habitantes de  la región de Ghouta oriental, sino también a la vecina Damasco. Los bombardeos con obuses a la capital continúan; también se ve afectado el barrio cristiano situado en el límite oriental de la ciudad vieja. Tobias Lehner ha mantenido una entrevista con el encargado de proyectos  en Oriente Próximo de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), Andrzej Halemba. Le ha preguntado sobre diversas cuestiones: ¿por qué las partes beligerantes aceptan la muerte de la población civil?, ¿vuelve a crecer el peligro del terrorismo islamista? Y ¿cómo se puede ayudar a la población civil?

Tobias Lehner: ¿Qué noticias tiene de la situación en Ghouta oriental?

Andrzej Halemba: En ACN mantenemos muy buenos y estrechos contactos con numerosos obispos de Damasco. Uno de ellos es la cabeza visible de la Iglesia greco-católica melquita, el Patriarca Joseph Absi. Caritas Siria trabaja allí y nos mantiene informados.

La población de Ghouta oriental está sitiada. ¡Y se trata de algunos miles de personas! Apenas tienen acceso a alimentos. No disponen de atención médica; muchos habitantes están heridos y necesitan ser operados. No hay corredores que ofrezcan la posibilidad de escapar. Una de las razones podría ser que los rebeldes consideran a la población civil como «escudos humanos». Por otra parte el Gobierno teme que a Damasco lleguen no solo refugiados civiles, sino también terroristas suicidas, que lleven el terror a la ciudad. Por todos lados reinan el miedo y el terror.

Y todo esto, por así decir, delante de la puerta de la capital siria, con su millón de habitantes…

Ghouta oriental se encuentra situada tan solo a poco más de cuatro kilómetros del centro de la ciudad. Desde allí, los grupos de rebeldes tienen una buena visión de la ciudad. Entre ellos se encuentran también tropas cercanas a Al Qaeda. Al sur de Damasco siguen encontrándose aún unidades del «Estado islámico». Por tanto no solo se debe hablar de la actuación de las tropas gubernamentales, sino que también hay que hablar de que los islamistas tienen el punto de mira puesto en la capital: con ataques terroristas dentro y disparando obuses desde el exterior. Muy afectado se encuentra también el barrio cristiano de Bab Tuma, que está situado en el extremo oriental de la ciudad vieja. Las partes beligerantes saben que cuando matan a niños, mueren jóvenes, se rompen familias y se destruyen sus casas, la opinión pública va a hablar de ellos. Y cuentan con eso; por eso atacan, entre otros, también al barrio cristiano.

¿Puede describir más detalladamente la situación allí?

La situación es muy grave. Los obuses siguen cayendo sin disminuir. Los cristianos sufren una angustia mortal. Hablé recientemente con una religiosa, que me dijo que ella y sus hermanas no pueden ni siquiera abandonar el centro de la ciudad, para dirigirse a los barrios donde viven muchos cristianos y refugiados de Ghouta oriental, porque es muy peligroso. Los convoyes que debían llevar ayuda a Damasco fueron detenidos. ¡Es una situación horrible!

Antes hablaba de que, entre los grupos de rebeldes, también hay unidades islamistas. Los medios de comunicación europeos se centran sobre todo en la brutal actuación de las tropas gubernamentales. ¿Es solo una verdad a medias?

En la guerra, lo primero que muere es la verdad. Las dos partes son injustas; las dos partes cometen crímenes. Las dos partes son culpables; las dos partes se han cobrado innumerables víctimas. En Siria han muerto o han resultado heridas, en los siete años de la guerra, más de un millón de personas. Y esas heridas no solo afectan al cuerpo, sino también al alma. ¡Tantas personas están traumatizadas! Se necesitarán decenios para curar esas heridas. Y la responsabilidad es de todas las partes beligerantes.

Hablemos del abastecimiento. El armisticio que se ha acordado era tan débil que los suministros de ayuda no consiguieron llegar hasta la población allí atrapada, lo cual se logró a comienzos de semana. ¿Qué sabe sobre esto?

Era urgente que la población en Ghouta oriental recibiera alimentos y atención médica; pero no se debe olvidar tampoco a los cientos de miles de refugiados que han encontrado cobijo en Damasco. Muchos han perdido a familiares, muchos han quedado heridos gravemente. Todos han perdido su futuro. Por ello, para ACN es muy importante que se reciban a esos refugiados en el propio país. Queremos atenderles pastoral y económicamente para que, por ejemplo, puedan ser atendidos en hospitales. ¡Tenemos que ofrecer nuestra caridad a esas personas que tanto han sufrido!

¿Qué tipo de ayuda tiene prevista ACN para Damasco?

Trabajamos ya desde hace mucho tiempo en Siria. Desde que estalló la guerra hemos aportado ayudas de emergencia por un valor de más de 21 millones de euros. Ayudamos ya a familias cristianas con donativos en forma de alimentos, ropa y medicamentos. Además, intentamos iniciar un acompañamiento pastoral y terapéutico para las personas traumatizadas, lo cual es muy importante. Apoyamos la labor de las congregaciones religiosas, pues son los ayudantes más importantes en esta situación. Buscamos posibilidades para alojar a familias refugiadas. En Damasco nos centramos también en la ayuda para las personas que han perdido a familiares o que han resultado heridas y que han de ser operadas. En una ciudad como Damasco también hay lugares de difícil acceso que han sido descuidados. Nos tenemos que ocupar también de las personas en esos lugares. Animamos a nuestros socios en los proyectos para que ayuden a todas las personas que acuden a ellos.

En muchos aspectos, la actual situación en Ghouta oriental y Damasco se parece a las luchas en torno a Alepo en 2016. De allí se decía que en muchos casos las iglesias eran el único lugar adonde podían dirigirse las personas que sufrían necesidad, cristianos pero también musulmanes. ¿Cuál es la situación en Damasco?

En condición de fundación cristiana, ACN se ocupa de todas las personas que son víctimas de esta guerra y que sufren necesidad. Para ello, en Damasco colaboramos también con otras organizaciones, por lo que podemos recurrir a redes ya existentes. Nuestra ayuda no excluye a nadie. Esto es válido también para musulmanes, que sufren por la guerra igual que los cristianos. La caridad cristiana no conoce fronteras ni pregunta por la religión. En el rostro de cada persona que sufre se reconoce el rostro de Jesucristo. Y ese rostro herido es el que nos mira en Ghouta oriental y Damasco… y nos pide una respuesta por ese indecible sufrimiento.

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