ACN.- Han pasado diez años desde el inicio de las actividades terroristas del grupo islamista Boko Haram en Nigeria. Este grupo de islamistas radicales, cuyo objetivo principal es instaurar un estricto estado islámico en el norte de Nigeria, surgió en 2009. Desde entonces no han cesado de llevar a cabo ataques mortíferos, asolando aldeas enteras, matando y mutilando indiscriminadamente, poniendo bombas, quemando iglesias y lugares públicos, y secuestrando especialmente a mujeres y niñas, a las que obliga a convertirse al Islam.
El noreste de Nigeria ha sido el caldo de cultivo de este grupo terrorista, y allí se encuentran las diócesis católicas de Maiduguri, Yola y Taraba. De estas diócesis, la más golpeada ha sido la de Maiduguri, ya que los terroristas tienen su base principal en el estado de Borno (Maiduguri es la capital del estado de Borno). En esta entrevista con la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el obispo católico de la diócesis de Maiduguri, Mons. Oliver Dashe Doeme, habla de la situación actual y de los progresos realizados por la Iglesia en los últimos años.
¿Cómo se encuentra actualmente la Iglesia de la diócesis de Maiduguri, después de diez años de terrorismo de Boko Haram?
Durante los últimos diez años, la Iglesia de la diócesis de Maiduguri ha padecido una severa persecución por parte de la temida secta islámica conocida como Boko Haram. Los miembros de la secta han causado una destrucción colosal de vidas y bienes. Boko Haram significa ‘la educación occidental es pecado’ y, dado que el cristianismo mantiene un vínculo con la educación occidental, debe ser eliminado.
Pero en estos momentos, las cosas han mejorado mucho: muchos de nuestros desplazados han regresado a sus hogares ancestrales, la fe de los creyentes está fortaleciéndose y algunas de las estructuras destruidas han sido reconstruidas. A pesar de todo, damos gracias y alabamos a Dios por su misericordia y bondad para con nosotros.
Una de las estructuras reconstruidas hace pocas semanas es la catedral diocesana de San Patricio, destruida por Boko Haram. El 10 de julio de 2019 fue consagrada por el nuncio apostólico en Nigeria, el arzobispo Antonio Guido Filipazzi. ¿Qué significa esto para la Iglesia de su diócesis?
Nuestra catedral y otras estructuras fueron dañadas por dos bombas que hicieron explosión en momentos diferentes del 2012. Gracias a Dios, no se perdió ninguna vida porque no había gente en los alrededores de la catedral. Sin embargo, la catedral, la residencia de los sacerdotes y las oficinas diocesanas se vieron gravemente afectadas por las explosiones. La consagración de la catedral recién reconstruida de la diócesis de Maiduguri es un claro signo de que Dios ha logrado la victoria para su pueblo, y marca el comienzo de recuperación de la crisis. En 2014, más de la mitad de las zonas que pertenecen a nuestra diócesis estaban bajo el control de Boko Haram. En aquel momento, nunca hubiéramos imaginado que ahora tendríamos una nueva catedral en la ciudad de Maiduguri. Sin embargo, algunos de nuestros laicos huyeron de la diócesis y hasta ahora no han regresado. Los que han permanecido han apoyado mucho a la Iglesia. Sorprendentemente, los feligreses de la catedral de San Patricio de Maiduguri lograron reunir hasta tres cuartas partes de los fondos necesarios para la construcción de la nueva catedral. Agradecemos a la fundación pontificia ACN su apoyo. El activo más valioso que la Iglesia posee en medio de esta persecución es la fe de la gente.
Boko Haram también destruyó muchas de las estructuras pertenecientes a la Iglesia en diferentes partes de la diócesis. ¿Podría darnos cifras sobre las estructuras diocesanas afectadas por la insurgencia?
La lista es muy larga, intentaré resumir. Nuestro seminario menor en Shuwa fue convertido por los terroristas en un campamento donde reunían a los reclutas y guardaban el botín de sus saqueos. Cuando dejaron atrás el seminario, incendiaron la mayor parte del complejo. Gracias a Dios, ya se han realizado algunas fases de reconstrucción, gracias también al apoyo de ACN. También nuestro centro de formación catequética, ubicado en Kaya, fue destruido en 2014 y saqueado por los terroristas. Además, dos conventos, dos hospitales, 15 escuelas misioneras, más de diez casas parroquiales y más de 250 iglesias o capillas.
Ha mencionado que algunos fieles, religiosos y sacerdotes han sido desplazados de sus hogares, parroquias, conventos y lugares de destino. ¿Han regresado todos?
El pico de los ataques de Boko Haram contra nuestro pueblo se alcanzó en 2014. En ese año, los miembros de la secta se apoderaron de muchas áreas de nuestra diócesis. Como resultado: más de 25 sacerdotes fueron desplazados, más de 45 religiosas tuvieron que abandonar sus conventos, más de 200 catequistas fueron expulsados de sus lugares de trabajo y más de 100.000 católicos tuvieron que huir de sus hogares ancestrales.
No obstante, damos gracias a Dios por la tremenda mejora respecto a la seguridad. Todos los sacerdotes han regresado a sus lugares de apostolado. Algunos de nuestros sacerdotes están de misión dentro y fuera de nuestro país. De las 44 parroquias y zonas pastorales que tenemos en la diócesis, sólo tres parroquias siguen sin funcionar debido a que son focos de ataques. Algunas de las religiosas han regresado a sus conventos, pero otras no han regresado porque sus conventos no han sido reconstruidos. Más del 90% de nuestros laicos han regresado a sus comunidades. A Dios gracias.
¿Cuál es su mensaje a ACN y a sus benefactores?
ACN ha sido la columna vertebral de la Iglesia en nuestra diócesis. Sin el apoyo de ACN, la Iglesia en nuestra diócesis se habría colapsado hace mucho tiempo. ACN ha ayudado y sigue ayudando a la diócesis en ámbitos como el patrocinio de nuestros retiros sacerdotales anuales, la formación de nuestros sacerdotes, la formación de los futuros sacerdotes, estipendios de misas, reconstrucción de nuestro seminario menor y reconstrucción de residencias de sacerdotes, entre otros. Estamos muy agradecidos al equipo de ACN y a sus numerosos benefactores por el gran apoyo que han prestado a la Iglesia que sufre en la diócesis: la Iglesia que sufre está rezando por todos vosotros. Que el buen Señor, que no puede ser superado en generosidad, os recompense a todos con su paz en este mundo y con la vida eterna en su Reino.