ACN.- Lubna Safdar es una joven viuda católica de Sarghoda, de la provincia de Punjab, Pakistán. Es la madre de un hijo de dos años, Sharon. La viuda cuenta a la Fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada su sufrimiento tras el asesinato de su marido, Safdar Masih, y reprocha que las autoridades no iniciaran una investigación rápida del crimen, lo que evidencia la condición de segunda clase de los cristianos en el país. Los cristianos en Pakistán son en su mayoría muy pobres y tienen pocas oportunidades de prosperar; las autoridades sistemáticamente ignoran sus necesidades y derechos. Los libros de texto de la escuela pública difaman incluso su fe. Esta es la historia de Lubna:
“Safdar trabajaba día y noche, tanto conserje como de conductor de un auto-rickshaw (una versión motorizada del tradicional rickshaw de tiro o rickshaw-bicicleta. La mayoría tiene tres ruedas). Durante el día limpiaba oficinas y por la noche conducía el auto-rickshaw. Ingresaba un salario de 400 rupias diarias (casi 2,50 $) con las que apenas alcanzábamos para cubrir los gastos del hogar.
“Aun así llevábamos una vida feliz y gozosa, y estábamos agradecidos a Dios. Mi marido era noble: trabajaba duro y no se peleaba con nadie. Normalmente estaba en casa a las diez u once de la noche.
“El 8 de junio de 2019 se fue a trabajar, pero no volvió a casa. Yo estaba muy preocupada porque nunca llegaba tarde. Su hermano me ayudó a buscarlo. Fuimos calle por calle, pero no pudimos encontrarlo. A la mañana siguiente, alguien nos dijo que había visto el cuerpo de Safdar en el hospital local. Había sido asesinado.
“Fue horrible ver el cadáver de mi marido. Antes de dispararle, le habían dado una fuerte paliza; tenía una herida en la cabeza de la que todavía brotaba sangre. Al verlo en ese estado, decidí actuar.
“El hermano de Safdar presentó una denuncia ante la policía, y numerosas personas exigieron que se hiciera justicia a mi marido. Rogué a las instancias superiores de la autoridad, explicando nuestra situación financiera y el impacto de esta pérdida. Han pasado semanas y no se ha hecho nada. Estoy segura que es porque somos cristianos.
«Mi esposo era el sostén de la familia. Desde su muerte, me he sentido sola e indefensa. Yo misma estoy limitada en lo que respecta al trabajo: tengo asma y carezco de educación escolar, pero tengo un hijo al que cuidar. De repente no hay nadie que nos ayude… aunque nuestro Señor Jesucristo está siempre con nosotros.
“Mi cuñado nos presta alguna ayuda económica, pero aún así, sufrimos penalidades. Rezo por que las autoridades investiguen el caso y para que yo encuentre pronto un empleo.
«Rezo para que sobrevivamos a la muerte de mi marido. Lo extraño muchísimo, pero siempre seré su esposa y lo honraré manteniendo viva su memoria cada día. En mi corazón, él está vivo.”
En 2017, Ayuda a la Iglesia Necesitada destinó a la minoría católica de Pakistán 800.000 dólares, con los cuales se apoya la subvención de programas pastorales, el sustento de las religiosas y la formación de futuros sacerdotes.