Director logra salvar a seminaristas del ataque de Boko Haram en Maiduguri

ACN.- “Estábamos en Shua, al sur de la diócesis de Maiduguri. El 26 de febrero de 2014, tras la Misa de la tarde, salimos a llevarle la comunión a uno de nuestros empleados, que está en silla de ruedas. A las ocho de la tarde, después de visitar a dos chicos enfermos que estaban en la enfermería, llamé a Maiduguri y me dieron la noticia: ¡Sal de allí, están ya en Shua y van al seminario!”. Así comienza su testimonio el padre Newton, director del Seminario Menor de Maiduguri.

En el centro viven y estudian 232 chicos en edades comprendidas entre los 9 y los 17 años. El sacerdote reunió a todos, no quería que entraran el pánico, así que fue habitación por habitación pidiéndoles que apagasen las luces y fuesen al dormitorio principal. “Mientras salían, vi que los terroristas de Boko Haram estaban a las puertas, tenían tanques y gritaban con las armas en alto: ‘¿Dónde están los infieles? Que salgan. ¡Los vamos a matar!”, cuenta el padre Newton.

Junto con otro compañero presbítero, pudieron ir sacando a los alumnos sin que los terroristas les vieran. Gracias a la Providencia, aún no habían rodeado todo el perímetro del seminario. Pudieron salir saltando la reja y sin parar de correr se pusieron a salvo. “En el seminario se quedaron Andy, el trabajador incapacitado, y otros de sus compañeros. Yo estaba preocupado por ellos”, reconoce el sacerdote.

Unos días más tarde, se encontraron con Andy que milagrosamente había salido ileso del ataque. Él les contó que los yihadistas destruyeron la capilla y mataron a los otros tres trabajadores que se quedaron. Andy fue secuestrado y llevado ante un imán, que dijo que no le mataran porque al ser incapacitado no era apto para ser asesinado. Andy se salvó pero unos meses más tarde murió por la experiencia traumática que había vivido.

El sacerdote compañero del padre Newton cuenta que ha tenido que huir de Boko Haram en dos ocasiones. Escapó de su parroquia y fue enviado al Seminario Menor de Shua. “Allí había paz hasta entonces. Yo estaba a cargo de un colegio nuevo que la diócesis había nombrado como nuestros mártires de Boko Haram. Nuestro lema era: La sangre de los mártires es la semilla del Evangelio”. Este padre que residía en el Seminario Menor describe que la huida fue un gran milagro: “Tres cruces que había sobre el muro del recinto cayeron y tiraron a bajo la pared, por lo que pudimos salir de allí más rápido”.

Se quedaron agazapados entre la maleza.  Vieron cómo los terroristas entraban en el edificio que tenían iluminado con potentes focos mientras les buscaban. “Pasamos la noche tumbados en la tierra, permanecí todo el tiempo despierto”- comenta con resignación “Cuando volvimos, mi obispo me envió de vuelta a Maiduguri y aún estoy aquí”.

Por último, el padre Newton cuenta con fe: “Doy gracias a Dios porque ninguno de los alumnos fueron asesinados.” Han tratado de volver y reabrir el seminario pero debido a los avisos y cartas de amenazas por parte de Boko Haram, han decido no poner en peligro a los alumnos. “Me han pedido que me vaya a vivir unos años fuera de la diócesis antes de volver para mi seguridad”.

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