Mientras se acerca la Navidad, desde Gaza, en medio de un frágil respiro, nos llega un urgente llamamiento

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En Gaza, la parroquia católica se prepara para la llegada del Adviento bajo un alto el fuego aún inestable. Desde el corazón de una ciudad devastada, el padre Gabriel Romanelli, párroco de la parroquia de la Sagrada Familia, describe una situación sanitaria desastrosa y un día a día marcado por la falta de recursos para la reconstrucción. El párroco lanza un llamamiento a la comunidad internacional e invita a rezar por la paz en Tierra Santa.


Se acerca la Navidad, pero los preparativos siguen marcados por la inquietud. “El mundo debe saber que aquí hay más de dos millones de personas que no tienen nada y que necesitan de todo”, alerta el padre Gabriel Romanelli en la entrevista realizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), casi un mes y medio después de la entrada en vigor del alto el fuego entre Israel y Hamás. “La comunidad internacional debería dejar claro que vivir en la propia tierra es un derecho natural, conforme al derecho internacional”, insiste el párroco de la única parroquia católica de Gaza. Y añade: “Debemos rezar. Debemos rezar mucho. Por la paz y por todos los habitantes de esta Tierra Santa, tanto de Gaza como de Palestina e Israel”.

Desde la aún muy frágil tregua iniciada el 10 de octubre, la gente hace lo posible por recuperarse. “Algunos intentan limpiar sus casas… o lo que queda de ellas”, cuenta el sacerdote a ACN. Pero hay una gran escasez de maquinaria para limpiar las calles y los terrenos y, además, la mayoría de las infraestructuras vitales -agua corriente, evacuación de aguas residuales, electricidad- están dañadas. “No hay ningún indicio de reconstrucción, la falta de medios causa sufrimiento y la ausencia de perspectivas impide vivir con tranquilidad”, añade. El padre Romanelli solicita ayuda material, espiritual y moral para todos, tanto cristianos como musulmanes, porque “todos son seres humanos que sufren en su carne, su alma y su corazón”.

No obstante, el alto el fuego ha supuesto un respiro, tímido pero real, a pesar de los bombardeos del 19 y el 22 de noviembre. De hecho, la ayuda humanitaria llega con mayor regularidad. “Desde que cesaron los combates, el patriarcado latino de Jerusalén [del que depende la parroquia de Gaza] ha logrado enviarnos importantes suministros con los que hemos podido ayudar a más de 12.000 familias”, indica el párroco de la parroquia de la Sagrada Familia. Otras organizaciones suministran fruta, verdura y productos básicos. Sin embargo, las necesidades superan con creces las capacidades y, además, los precios, pese a una tendencia a la baja en los mercados, siguen siendo demasiado altos para muchos.

Dentro de un mes, la parroquia celebrará la Navidad y, a pesar de las circunstancias, ya ha comenzado con los preparativos. “Estamos pensando en qué organizar y ya hay ensayos de coros y de dabkes (bailes palestinos en grupo), y quizás organicemos una pequeña representación fuera de nuestros muros, si las condiciones lo permiten”, explica el padre Romanelli, quien, además, quiere organizar visitas a los enfermos, tanto a los que aún viven en el recinto parroquial como a los que han podido regresar a sus casas, y llevarles a cada uno un pequeño regalo. Para ello, está intentando conseguir chocolate “a cualquier precio”. “Eso les hará bien a todos”, espera.

En los últimos años e incluso antes de la guerra, los patriarcas latinos siempre han tratado de estar cerca de la comunidad católica de Gaza, celebrando la Navidad allí mismo con los feligreses de la Sagrada Familia, unos diez días antes del 25 de diciembre. ¿Será esto posible en el contexto del alto el fuego? Por ahora, una cosa es segura: la cuestión de los permisos de salida que se suelen expedir a algunos cristianos gazatíes para que se reúnan con sus familias fuera del enclave en estos momentos ni se plantea.

A la espera de la Navidad, la vida espiritual de la parroquia sigue siendo intensa. Además, desde el alto el fuego se han organizado tres excursiones al mar. La última, el 21 de noviembre, ofreció un raro momento de evasión a 130 desplazados (ancianos, enfermos y familias). “Niños de entre 3 y 5 años, nacidos justo antes de la guerra, vieron el mar por primera vez”, cuenta el sacerdote, emocionado y feliz al recordarlo.

La escuela también ha reanudado sus clases para 150 niños y adolescentes desplazados, iniciando como buenamente ha podido el año académico 2025-2026. Por desgracia, falta un espacio donde acoger a más alumnos. Las tres escuelas católicas de Gaza, dañadas durante la guerra, siguen albergando a numerosos desplazados.

A día de hoy, el recinto parroquial acoge a unos 450 desplazados, entre ellos 30 musulmanes con discapacidades y una familia musulmana. La mayoría de los cristianos de Gaza, tanto católicos como ortodoxos, también se han reunido allí. Unas sesenta personas han logrado alojarse en otros lugares o regresar a sus casas o a lo que aún sigue en pie de ellas, pero siguen acudiendo con regularidad al recinto parroquial en busca de agua o para recargar sus teléfonos.

En esta realidad tan frágil, cada apoyo cuenta. Tu donativo puede brindar alivio, refugio y esperanza a las familias que hoy dependen de esta parroquia. Dona y sé parte de esta luz en Gaza.