ACN.-«Espero que la celebración de la Pascua de Resurrección ponga fin al sufrimiento de nuestro pueblo”. Con estas palabras se ha referido el Patriarca de los Caldeo, Luis Sako, en su mensaje de Pascua a la situación que vive el pueblo cristiano en Irak.
Esta Semana Santa ha sido la primera en celebrarse en Qaraqosh, Mosul, Karamles, Bartell en todos los pueblos de la Llanura de Nínive tras la vuelta de las familias cristianas después la expulsión de los terroristas del Daesh.
Las iglesias han estado abarrotadas y de nuevo la presencia cristiana volvía a su tierra milenaria expulsada en 2013 por el Estado Islámico. Las imágenes de los templos llenos significa a juicio del Patriarca Sako que “a pesar de la preocupante situación en la que vivimos en Irak, los cristianos mantienen viva nuestra memoria cristiana y nos dan una esperanza cierta. Jesús el centro de estos acontecimientos, su cuerpo fue destrozado y luego resucitado, esta es la fuerza que nos impulsa a una nueva vida. Incluso en las horas más oscuras, su resurrección como el sol se eleva sobre nosotros y sobre la humanidad”.
“Hemos visto huérfanos, viudas, personas sin techo… capaces de superar el dolor porque han encontrado a alguien que ha compartido con ellos el dolor, los ha amado y les ha dado esperanza” ha añadido el Patriarca de la Iglesia caldea.
Desde la derrota del Daesh, en diciembre de 2016, poco a poco miles de familias desplazadas en el Kurdistán han ido volviendo a sus lugares de origen en la Llanura de Nívine. Ayuda a la Iglesia Necesitada está colaborando en la reconstrucción de más de 13.000 casas y 350 edificios de las iglesias locales.