ACN.- A través de nuestro trabajo en Siria hemos conocido personas que han sufrido mucho y han tenido que enfrentar grandes peligros. En nuestras conversaciones vemos cómo la esperanza renace en cada uno de ellos y que ése es el motor que los mueve e impulsa a seguir en su país o decidirse a regresar. Escuchar testimonios dolorosos remueve el corazón, pero que éstos además sean con esperanza, nos llena el alma.
Es bonito ver que este sentimiento es compartido y cómo la ayuda que se da a Siria es significativa y marca una gran diferencia para cada uno de los cristianos perseguidos y no sólo a ellos sino a los miles de musulmanes que también se benefician de estas ayudas.
Al sacerdote sirio Nawras Sammour. El nació en Alepo y durante mucho tiempo ayudó a los refugiados iraquíes, hoy con dolor, su preocupación son sus propios hermanos sirios. Hasta hace poco su tarea era afrontar emergencias. Pero ahora, están impulsando proyectos para reconstruir la región y poder comenzar de nuevo.
El padre Nawras sueña con que pronto termine la guerra en su país. Y dice que no habrá ni un vencedor ni un perdedor, porque a este punto ya todos han perdido mucho.
