En un reciente viaje a Tierra Santa, una delegación de ACN ha hablado con jóvenes y personas involucradas en la pastoral juvenil en diferentes regiones. En definitiva, ha descubierto que, aunque afronten retos diferentes, todos ellos atraviesan dificultades y muchos recurren a su fe en busca de consuelo y esperanza.

Un año después del ataque terrorista que desencadenó la actual guerra en Gaza, los jóvenes cristianos de Tierra Santa se sienten perdidos y sin esperanzas de volver algún día a la normalidad.
“En nuestra cultura no abandonamos la casa de nuestros padres antes de casarnos, así que los jóvenes siguen viviendo con sus padres. Yo quiero irme, pero no puedo hacerlo si no me caso. Sin embargo, a mis 27 años no puedo permitirme una casa propia, así que no puedo permitirme casarme”, explica Raffi Ghattas, un periodista cristiano de la Juventud de la Patria de Jesús-Palestina. Esta organización, encargada de la pastoral juvenil, proporciona asistencia pastoral a los cristianos de Jerusalén y Cisjordania, y opera bajo los auspicios del Patriarcado Latino de Jerusalén.
“Al no abrigar esperanzas, la gente intenta marcharse; muchos no tienen hijos ni se casan”, señala Dima Khoury, directora de servicios sociales del Patriarcado Latino de Jerusalén. “Es muy difícil infundirles esperanza. Los que tienen hijos sólo tienen uno o dos. Además, se necesita el salario completo de uno de los cónyuges para cubrir el alquiler, así que ambos tienen que trabajar”, añade. Los empleos, evidentemente, también escasean desde que empezó la guerra, porque muchos cristianos trabajaban en el turismo, que ahora, a causa del conflicto, es casi inexistente.

Cargar con la cruz en Cisjordania
La vida en Cisjordania entraña sus propios retos. Antes del 7 de octubre, 180.000 palestinos tenían permisos para ir a trabajar a Israel, pero casi todos fueron revocados tras el ataque contra Israel y, hasta ahora, sólo se han renovado 10.000, en su mayoría para médicos, enfermeras y algunos profesores que trabajan sobre todo en Jerusalén.

Los israelíes que no se sienten plenamente integrados
Muchos de los problemas que afrontan los cristianos en Cisjordania y Jerusalén se deben al hecho de no tener derecho a la ciudadanía israelí. Ese no es el caso de los cristianos de lengua árabe del norte del país, que sí tienen la nacionalidad israelí.
No obstante, eso no significa que no haya dificultades. “Israel es una sociedad muy secular e individualista, muy centrada en los bienes materiales y en el éxito”, afirma Mons. Rafic Nahra, vicario patriarcal latino para Israel, residente en Nazaret, Galilea.
Con el apoyo de ACN, la Iglesia se esfuerza en crear un centro para jóvenes, para acompañarlos e inculcarles valores de los que carece la sociedad. El P. Ramez Twal, que dirige la pastoral juvenil en Haifa, explica que, al principio, la gente era reacia a asistir a los actos pero que, con el tiempo, la Iglesia ha sabido ganárselos. “De 2022 a 2024, hemos atraído con nuestros actos a más de 1.000 personas, lo cual está muy bien. Gracias a ACN ofrecemos un curso de Liderazgo, Comunicación y Resolución de conflictos, el primero en Galilea”.
Después del 7 de octubre, muchos árabes israelíes que antes se sentían perfectamente integrados en la sociedad se encontraron con que, de repente, los miraban con recelo. “La guerra ha provocado más segregación y discriminación. Los palestinos de Galilea solían sentirse israelíes, pero ahora se sienten ciudadanos de segunda clase. Necesitan un lugar donde reforzar su identidad. Su identidad cristiana es débil y su identidad nacional es confusa: no pueden decir que son palestinos ni pueden decir que son israelíes después de lo ocurrido”, explica el P. Jonny.
Los que sí se sienten integrados, pero no son israelíes
Si para unos el problema es no sentirse parte del país al que pertenecen, para otros el problema es no pertenecer al país que sienten como suyo.
La legislación israelí es muy restrictiva a la hora de conceder la ciudadanía a extranjeros no judíos, incluidos los nacidos en el país, como los hijos de inmigrantes y solicitantes de asilo, entre los que hay muchos cristianos. “Culturalmente, son cien por ciento israelíes: hablan hebreo, visten a la manera israelí, escuchan música israelí y apoyan a clubes deportivos israelíes”, explica el P. Piotr Zelazko, vicario patriarcal del vicariato de Santiago, que se ocupa de la pequeña comunidad católica de habla hebrea en Israel.

ACN visitó al P. Piotr en un campamento de verano para hijos de inmigrantes y solicitantes de asilo, apoyado por la fundación pontificia. Estos campamentos son cruciales para mantener a los jóvenes firmes en su fe, asegura la Hna. Gabriele Penka, administradora del vicariato. “Por primera vez tenemos aquí a jóvenes de 18 años que carecen de estatus legal. En el pasado, Israel les concedía la residencia permanente para que, como los demás israelíes, pudieran hacer el servicio militar, pero en estos momentos eso no es posible, así que estamos intentando ver qué opciones tienen estos jóvenes de cara al futuro. Aún corren el riesgo de ser detenidos y deportados”, explica la Hna. Gabriele.
ACN ha incrementado su apoyo a los cristianos de Tierra Santa tras el ataque del 7 de octubre y el comienzo de la guerra. A sabiendas de que sin jóvenes no habrá futuro para la comunidad cristiana en la tierra de Jesús, la fundación pontificia prioriza iniciativas que contribuyan a infundir esperanzas a esta población, a través de la educación y la creación de empleo o sencillamente ayudando a fortalecer su identidad mediante la formación en la fe.
Te invitamos a unirte en oración y solidaridad por nuestros hermanos en Tierra Santa https://acn-mexico.org/tierrasanta