ACN.- “Pospuesta, no cancelada: esa es la palabra clave”, asegura Maxime François-Marsal, jefe de proyectos para la República Democrática del Congo (RDC) en ACN. Este enorme país contaba con que el papa Francisco ayudaría a curar las heridas de una guerra que parece no tener fin, y que invitaría a los líderes políticos a detener la corrupción endémica que hunde a la nación en la pobreza.
Los católicos están entristecidos por la cancelación de la visita del Papa, pero entienden y se identifican con el dolor que siente, asegura el jefe de proyectos para la República Democrática del Congo (RDC) de la sede ACN.
Durante una conferencia en línea organizada por la fundación pontificia, Maxime François-Marsal, recién regresado de un viaje a la RDC, ha hablado de la compasión que sienten los congoleños por el papa Francisco por sus fuertes dolores en una rodilla, problema que le ha llevado a cancelar su viaje a la RDC y a Sudán del Sur.
“Ha supuesto una gran decepción para la gente, pues anhelaban que el Papa los visitara: la noticia ha sido un shock para ellos. Pero el hecho de que haya dicho que pospone -y no cancela- el viaje les da esperanza”, explica François-Marsal.
“La gente sabe que tiene problemas con una pierna. Un sacerdote con el que hablé me dijo que sienten compasión por el Papa porque saben lo que es el sufrimiento, lo que significa no poder caminar y sufrir tanto. Para ellos, es un signo de humildad que reconozca que no puede viajar y una lección para los cristianos para que conozcan sus límites y confíen en el Señor”.
‘Pospuesta’ es la palabra clave
Pese a este contratiempo, todavía hay esperanza de que Francisco se convierta en el primer Papa que viaja al Este de la RDC, una región todavía muy afectada por la violencia. “Esperan que el Papa pueda visitarlos y transmitir un mensaje de reconciliación y compasión, realmente cuentan con ello. La palabra clave aquí es ‘pospuesto’ y no ‘cancelado’”.
La mayoría de la población de la RDC es católica, eso ha hecho que las expectativas en torno a la visita del Papa fueran aún mayores. Según señala Maxime François-Marsal, había esperanza de que Francisco ayudara al país a alcanzar por fin la paz de la que carece desde hace décadas.
“En la RDC cuentan con la Iglesia. Hemos hablado con mucha gente y lo primero que nos decían es que esperaban que la visita del Papa promoviera la reconciliación. Otro deseo era que dirigiera una llamada de atención a los políticos: la raíz del problema está en la corrupción de las élites, por lo que la visita del Papa debería servir para recordarles su misión como dirigentes”.
“Para las víctimas, la visita es una oportunidad de abordar las injusticias: el Papa había invitado a 60 personas, entre ellas víctimas de violaciones, huérfanos y mutilados, para que pudieran compartir su sufrimiento con alguien a quien le importa”.
Estas son las personas que reconstruirán la RDC
Mientras el Estado sigue siendo mayormente incapaz de atender a su propio pueblo, la Iglesia gestiona innumerables escuelas, orfanatos, clínicas y muchas otras instituciones, además de su labor central de administrar los sacramentos y educar en la fe. “La Iglesia ayuda a la gente, pero ¿quién ayuda a la Iglesia? Ahí es donde entra ACN. Llevamos décadas trabajando en este ámbito y conocemos a la gente personalmente. Muchas ONG van y vienen, pero nosotros nos centramos y estamos presentes a largo plazo”.
“La Iglesia realmente puede ser un instrumento de desarrollo para este país, pues está cuidando de su gente, creando una nueva conciencia en torno al bien común y llamando a la paz, y como tal creo que merece toda nuestra ayuda”, recalca François-Marsal.
Durante su reciente viaje al país, François-Marsal visitó un convento presente varias décadas en la RDC. En dos ocasiones, el convento fue invadido por milicias que lo saquearon a fondo. “Estuvieron muy cerca de ser asesinadas; sobrevivieron de milagro. Eran soldados que habían violado y torturado a mucha gente. No obstante, allí estaban ellas, contándonos sus proyectos desde la confianza de que su misión les ha sido encomendada por Dios”.
“Estas personas han pasado por un infierno y todavía afrontan retos que no podemos ni imaginar. Merecen nuestra atención, pues son las personas que reconstruirán la RDC”.
ACN es activa desde 1966 en la República Democrática del Congo, donde financia varios proyectos, especialmente, en las diócesis orientales, que siguen esperando la visita del Pontífice.