Mauritania: «Los católicos estamos ahí para todos»

ACN.- «Solo Dios sabe cuántos católicos hay en Mauritania», dice con una sonrisa monseñor Martin Happe, de la capital, Nuakchot. Nacido en Alemania, pertenece a los Misioneros de África (Padres Blancos). En una conversación con Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), repasa más de 50 años de compromiso con África, primero en Malí y luego, durante los últimos 28 años, como el único obispo en el estado de Mauritania, en África occidental, cuyos 4,5 millones de habitantes son casi 100% musulmanes: «Son automáticamente musulmanes, al igual que en mi infancia, tú eras automáticamente cristiano en mi país de origen».

En el centro: Martin Happe, obispo de la diócesis de Nuakchot (Mauritania)
En el centro: Martin Happe, obispo de la diócesis de Nuakchot (Mauritania)

 

Los cristianos originarios de otros países pueden, según el obispo, vivir su fe libremente. A diferencia de otras partes de África, no son perseguidos. Es cierto, dice, que está legalmente prohibido en Mauritania convertirse del islam al cristianismo, pero a pesar de esta restricción a la libertad religiosa, el obispo advierte contra las falsas esperanzas. «Incluso si se eliminara la prohibición, no habría una gran ola de conversiones».

«Queremos demostrar que Dios ama a todas las personas»

El número de cristianos católicos que van a misa o bautizan a sus hijos «no es más que en una parroquia de Europa occidental», y los miembros de la comunidad provienen de hasta 50 naciones. Mauritania, que tiene aproximadamente el doble del tamaño de Alemania, es atendida por unos 12 sacerdotes, tres religiosos y unas 30 monjas, según el obispo. A pesar de este pequeño número, la Iglesia católica en Mauritania tiene grandes aspiraciones, subraya: «Como católicos, estamos ahí para todos los mauritanos. A través de nuestra forma de vivir juntos y de nuestras actividades queremos mostrar que Dios ama a todas las personas».

Hermanas Franciscanas Misioneras de María. Sor Hilda, en la clínica con un recién nacido (Toufoundé).

En Mauritania hay muchas oportunidades para ello: muchos refugiados llegan al país desde los países vecinos. Esto genera tensiones sociales, especialmente cuando los refugiados pertenecen a grupos étnicos opuestos. Un ejemplo de una pequeña historia de éxito, dice el obispo Happe, es que personas de diferentes bandos de la guerra civil en Costa de Marfil se han unido en un coro de iglesia: «Les dije: ‘¡Hagan algo juntos!’ Y el coro lleva diez años».

Compromiso con los más débiles

Uno de los principales retos sociales es el crecimiento constante de las ciudades de Mauritania. Anteriormente, la mayoría de los habitantes vivían de la ganadería. «Sin embargo, desde la década de 1970, los períodos de sequía aumentan constantemente, lo que lleva a más y más personas a ir a las ciudades. Mucha gente vivía allí en la miseria. Las madres ya no podían cuidar de sus hijos. La Iglesia se ha vuelto activa en este campo, que beneficia a toda la sociedad. Las monjas han instalado pequeñas estaciones en las afueras de la ciudad en las que proporcionan productos lácteos y ofrecen capacitación en higiene a las madres».

Un gran campo de la actividad de la Iglesia es también el cuidado de los niños con discapacidad, que a menudo están ocultos por sus familias y, por lo tanto, abandonados. Mons. Happe se enorgullece de que haya sido posible construir un centro de acogida para niños con discapacidad: «Allí se producen pequeños milagros. Los niños que no podían moverse pueden volver a correr porque han sido alimentados adecuadamente».

«Sin ACN las cosas no funcionarían»

Para poder continuar esta misión en Mauritania, la diócesis depende de la generosidad de la Iglesia mundial, subraya Happe: «Las monjas necesitan apoyo para poder hacer su trabajo. Necesitamos vehículos para llegar a la gente, porque nuestro país está escasamente poblado».

Vehículo Toyota 4X4 para el vicariato general de la diócesis de Nuakchot.
Vehículo Toyota 4X4 para el vicariato general de la diócesis de Nuakchot.

 

Además de la ayuda material, la oración también es importante: «Valoro a ACN porque sé que aquí se reza mucho por nosotros». El obispo agradece a todos los donantes: «Es importante tener a ACN a nuestro lado. Sin él, las cosas no funcionarían».

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