Gracias a su generosidad, pudimos apoyar económicamente a los Padres Franciscanos de la República Democrática del Congo para que pudieran adquirir tres motocicletas pequeñas.
La Arquidiócesis de Kananga abarca parte de la región meridional de Kasai, que fue testigo de una violencia terrible y espantosa en 2016 y 2017. Miles de personas fueron asesinadas y aún hoy se encuentran fosas comunes. La parroquia de San Remy, gestionada por los franciscanos, abarca una amplia zona en el país de los arbustos. Sus ocho suburbios se encuentran a unos 65 km del centro parroquial, por caminos accidentados y difíciles, aún más peligrosos por la presencia de bandas de bandidos armados. También es una zona tropical, y la lluvia, el calor y el agotamiento hacen aún más difícil la vida de los sacerdotes. Por eso nos alegramos de haber podido ayudarles proporcionándoles dos pequeñas motocicletas.
El padre Albert Ntumba, párroco de la parroquia, envía su más sincero agradecimiento a todos nuestros benefactores. Escribe: «Antes no era fácil llegar a todas las parroquias para la misa dominical. Debido a la escasez de transporte, algunos de nuestros cristianos incluso se perdieron la Misa de Gallo de Navidad y la Vigilia Pascual. No podíamos cumplir adecuadamente nuestro ministerio pastoral ni llevar el Cuerpo de Cristo a nuestros feligreses enfermos. Pero ahora que tenemos las dos motos, nuestro trabajo pastoral es mucho más fácil».
Asimismo, en la parroquia de la Sagrada Familia de Mwene-Ditu, en la diócesis vecina de Tshilomba, las aldeas distan hasta 65 km del centro parroquial, y las carreteras son igualmente difíciles. Hasta hace poco, no era posible visitar regularmente a los fieles en los pueblos, y las sectas son muy activas en la región. Así pues, es realmente necesario llevar a cabo una pastoral intensiva entre los católicos de la zona. Una vez más, gracias a vuestra ayuda, hemos podido proporcionar una motocicleta, y ahora el padre Jean Paul Ntumba, sacerdote asistente de la parroquia, también nos ha escrito para darnos las gracias. Escribe: «Me siento honrado de poder escribirles en nombre de todos mis compañeros franciscanos, para agradecerles su maravilloso y fraternal gesto al enviarnos esta motocicleta. Que el Señor le bendiga a usted y a todos sus bienhechores. Este vehículo nos ayudará mucho en las visitas a las comunidades alejadas y remotas de la parroquia, ya que es ideal para las pistas de matorral y lo suficientemente fuerte como para hacer frente a los caminos accidentados. Así, a pesar de los pantanos y las colinas, ahora podemos visitar todas las aldeas y asentamientos donde celebramos la Santa Misa y administramos los demás sacramentos. Esta moto es vital para nuestro ministerio en el país de los arbustos y estamos encantados de tenerla, pues ya no tenemos que depender de otras personas para el transporte ni hacer frente a las averías en el camino.»
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