ACN.- Diferentes medios de comunicación sugieren que la crisis actual en la República Centroafricana (RCA) está causada por un conflicto religioso cristiano-musulmán o incluso por los esfuerzos islamistas para someter a los cristianos. Ese no es el caso, ha señalado uno de los principales líderes religiosos católicos del país. Según ha declarado el obispo de Bossangoa y presidente de la Conferencia Episcopal de la República Centroafricana, Mons. Néstor Nongo-Aziagba, el constante derramamiento de sangre es resultado de la explotación económica y la lucha por los ricos yacimientos de diamantes y oro del país por parte de actores estatales y no estatales.
“No usemos la religión para encubrir la explotación”, ha dicho el obispo a la fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) durante su reciente visita a Washington, D.C., para asistir a la segunda Reunión Ministerial anual sobre el Avance de la Libertad Religiosa que reunió a cerca de un millar de asistentes entre líderes religiosos, representantes gubernamentales y de organizaciones no gubernamentales, incluida la fundación ACN.
Durante la entrevista Mons. Nongo afirmó que se trata de “una distracción, una desviación del verdadero problema: la pobreza, el analfabetismo y la falta de justicia”, como pone en evidencia la impunidad de numerosos grupos rebeldes asesinos. Añadiendo que la RCA se encuentra en las garras de una “crisis política, no religiosa”.
A finales de 2012, varias milicias musulmanas se fusionaron en el grupo Seleka (que significa “alianza”) y atacaron comunidades no musulmanas. Como reacción se formaron grupos de los llamados anti-Balaka, un grupo de milicias no musulmanas que incluye también a numerosos cristianos. Comenzó entonces un sangriento conflicto en el que ambos grupos aterrorizaron tanto a la población cristiana como a la musulmana, provocando enorme zozobra y sufrimiento.
Según Human Rights Watch, en 2018 había más de 640.000 desplazados, mientras que la ONU calcula que el número de personas que huyeron del país ascendió a casi 570.000. La experiencia en la RCA con las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas es, en el mejor de los casos, “irregular”.
Los Seleka, o mejor dicho los ex-Seleka porque ahora se han disgregado en diferentes milicias musulmanas “son rebeldes que están aquí para explotar el país, no para convertir a la población”, dice Mons. Nongo, añadiendo que estas milicias “están dañando por igual a cristianos y musulmanes”. Más de dos tercios de las milicias se componen de mercenarios musulmanes procedentes de Chad, Níger, Camerún y otros países, apunta el Obispo. Sin embargo, no persiguen objetivos islamistas, sino que van detrás de la riqueza mineral del país y aprovechan las oportunidades que se les presentan para enriquecerse. De hecho muchos miembros de las milicias no practican el Islam.
Así como los Seleka se presentan a sí mismos como protectores de la mayoría musulmana de la RCA, los anti-Balaka proclaman que están defendiendo los intereses de la mayoría cristiana del país. Ambas partes distorsionan la realidad, asegura Mons. Nongo, quien acusa a varios grupos rebeldes de beneficiarse del apoyo directo o indirecto de países como Rusia y China, e incluso de naciones occidentales, todos ellos dispuestos a beneficiarse de la riqueza del subsuelo de la RCA.
El mayor desafío del país, según el Obispo, es crear un mínimo de condiciones de seguridad para que la gente pueda regresar a sus casas, retomar el trabajo y poder “vivir sin tener miedo los unos de los otros”.
Mientras, muchos adultos pero también niños y jóvenes se unen a las milicias debido al crecimiento de la pobreza, la falta de educación, la perdida de los hogares y el miedo a nuevos ataques. “Debemos poner fin a la frustración que siente la gente por el quebrantamiento del país”, dice Mons. Nongo. La debilidad del Gobierno de la RCA se evidencia por el hecho de que el país no tenga “casi ninguna carretera y de que alrededor del 80 por ciento del país esté controlado por grupos rebeldes”: en el noreste de la RCA, la población local comercia con Sudán y utiliza la moneda sudanesa; y en el sureste del país, la actividad económica se centra en la República Democrática del Congo (RDC), con la moneda de uso local de la RDC. El obispo se pregunta: “¿Dónde queda la soberanía de nuestro Estado?”.
La Iglesia en la República Centroafricana está firmemente comprometida con la promoción del diálogo cristiano-musulmán, afirma Mons. Nongo, un diálogo “de convivencia y encuentro” y de respeto recíproco. “Es crucial”, señala, “que cristianos y musulmanes muestren que están unidos”, oponiéndose así a la violencia perpetrada en su nombre.
En febrero de 2019, el Gobierno de la RCA firmó un acuerdo de paz en Jartum, Sudán, con más de una docena de grupos rebeldes. Sin embargo, Mons. Nongo tiene dudas acerca del impacto a largo plazo del tratado de paz, ya que las distintas milicias “interpretan el acuerdo de manera contradictoria”.
“Como buen cristiano, tengo esperanza en el futuro”, dijo Mons. Nongo, “pero tengo que ser realista: está resultando muy difícil superar la violencia de los últimos siete años”.