ACN.- Hace 45 años, la Hna. María Luisa Maduell lo dejó todo para seguir a Cristo e ingresó en la congregación de las Hermanas de Jesús. Por entonces su camino la llevó de España a la zona amazónica de Perú oriental, al Vicariato Apostólico de Yurimaguas, cubierto en casi toda su extensión por la selva. Ella está convencida de que fue la Divina Providencia la que la condujo junto a los pueblos indígenas de la Amazonia.
Las condiciones de vida de los pueblos indígenas son primitivas y la gente es muy pobre. Sus cabañas están hechas de hojas de palmera, y a la mayoría de las pequeñas aldeas solo se puede acceder por agua. No hay carreteras y solo los misioneros ofrecen una asistencia médica y educación. Las mujeres cocinan las modestas comidas con leña y cultivan en pequeños huertecitos lo más necesario. Yuca, plátanos, a veces un poco de pescado… con esto se alimentan. “Como religiosa, a menudo me uno a las mujeres y cocino con ellas. Es importante estar cerca de la gente, sencillamente, estar con ellos”, explica la Hna. María Luisa.
El Vicariato Apostólico de Yurimaguas abarca un territorio gigantesco de 70.000 kilómetros cuadrados. Los creyentes viven muy dispersos y hay pocos sacerdotes. La Hna. María Luisa Maduell se ocupa de la pastoral en la parroquia de Santo Tomás del Río Paranapura, donde actualmente no hay ningún sacerdote. Cuenta con la ayuda de otras dos religiosas y de algunos laicos.
Los laicos que se ponen al servicio de la evangelización tampoco son más que sencillos campesinos, pero la Hna. María Luisa habla de ellos con auténtica admiración: “Su educación escolar es limitada, pero son teólogos, místicos, personas de una gran fe y, sobre todo, de una increíble generosidad”. Cada uno de ellos visita cada mes a las personas de la zona que le corresponde y reza con los creyentes y ayuda a las personas a conocer la Buena Nueva, a crecer en la fe y a amar aún más a Jesucristo. De esta forma logran visitar tres cuartas partes de la enorme parroquia cada mes.
El Obispo, Mons. José Luis Astigarraga, desgraciadamente fallecido en enero de 2017, estaba muy contento con este compromiso y hablaba de una “labor verdaderamente misionera”. Era Obispo de Yurimaguas desde 1991 y amigo de nuestra Fundación desde hacía muchos años. Nuestros bienhechores, fieles y generosos, no dejaron de apoyarlo en su difícil servicio pastoral en la Amazonia. Poco antes de su muerte volvió a darnos las gracias por la ayuda prestada por nuestros bienhechores a su Vicariato Apostólico. Su deseo era que las actividades en la parroquia de Santo Tomás del Río Paranapura no solo continuaran, sino que se intensificaran, y así nos lo hizo saber por carta: “No solo apruebo este proyecto, sino que albergo un fuerte deseo de que prosiga”.
Por ello nos pidió que apoyáramos a la Hna. María Luisa y a sus Hermanas y ayudantes laicos a la hora de adquirir material para la catequesis, formar a más agentes laicos, ofrecer una formación continua a los laicos que ya llevan tiempo colaborando con las religiosas y organizar jornadas de retiro. Es para nosotros una gran satisfacción poder cumplir el deseo del Obispo fallecido, por lo que ACN donó para este proyesto 15.000 euros.
Referencia: 234-01-49