República Centroafricana: pide obispo no olvidar la guerra en el corazón de África

ACN.-  El balance de la situación de la República Centroafricana (RCA) después de cinco años de guerra y violencia es completamente desolador. En el marco  del 37° Sesión ordinaria de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra, Monseñor Juan José Aguirre-Muñoz,  Obispo de Bangassou, describió el país como un “Estado fallido”.  Desde la llegada del grupo fundamentalista Seleka en el 2013 la República Centroafricana  (RCA) está “sin ejército, sin policía, sin sistema judicial”. La ausencia total del Estado se manifiesta, por ejemplo, en la absoluta falta de reacción del Estado en el caso de la presente y continua amenaza de un ataque a la ciudad de la que es obispo desde hace 17 años: Bangassou, en el sudeste del país.

Mons. Aguirre fue invitado a Ginebra el pasado miércoles 7 de marzo por la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada para hablar en un evento sobre las minorías religiosas en conflictos armados en Medio Oriente y África.  En su ponencia, el prelado español de 63 años, que trabaja desde hace 38 años como misionero en RCA, pidió más “control y seguridad en las fronteras” por las que en estos momentos se pasean “todo tipo de delincuentes y mercenarios que saquean, destruyen y devastan el país”.  Así mismo apeló a actuar contra la venta de armas.

 El origen de la crisis es económico

La RCA bate el triste récord de ser el último país del mundo en Índice de Desarrollo Humano. La lista de calamidades es larga. “La gente está cansada, abandonada a sí misma. Barrios enteros han sido arrasados porque los mercenarios musulmanes han usado el fuego como arma de guerra. Casi un millón de desplazados o refugiados en el Congo. Más de la mitad de la población necesita asistencia alimentaria. La mortalidad infantil ha aumentado por la guerra y la violencia considerablemente. El sistema educativo no funciona desde hace años. El sistema de salud: inexistente. Nuestro quirófano en el norte de la diócesis ha sido destruido junto a la misión, solo han quedado los cimientos”. Ante estas dificultades tremendas afirma Mons. Aguirre a la fundación ACN “necesitamos vuestras oraciones para el que el Señor nos ayude a discernir el camino que debemos tomar y poder salir del avispero en el que estamos”.

La guerra olvidada en el corazón de África

Además el misionero comboniano pide a todos los que se dedican a la comunicación informar sobre “la guerra olvidada en el corazón de África”. Incluso pide algo más que informar: “por favor haced de esta guerra olvidada algo vuestro”. Al mismo tiempo Mons. Aguirre se niega a que se venda esta guerra como “una crisis religiosa” porque los que los han vivido desde los comienzos saben que es el  resultado de un “problema puramente económico, eso sí con consecuencias religiosas”. Entre otros el prelado señala “la extracción de diamantes, oro, uranio y petróleo; el comercio de la madera y el complejo tema de la trashumancia son las verdaderas razones de nuestra disputas”. Detrás de la gran manipulación de la información sospecha “grupos de interés y un negocio que se aprovecha de la crisis”.

Situación critica para el diálogo interreligioso

Lo más duro y triste para Mons. Aguirre es la situación en la que se encuentra en esos momentos el diálogo interreligioso: “A pesar de los grandes esfuerzos que los líderes cristianos y musulmanes están desplegados en todo el país, la realidad hoy en día es muy crítica.” No sólo porque los líderes mismos han sido atacados o amenazados, sino porque “aumenta el odio entre grupos musulmanes y no musulmanes y las reacciones de intolerancia religiosa por ambos lados”.

Hablando de la difícil situación que están pasando sus sacerdotes, que han acogido desde hace meses a cientos de musulmanes en los terrenos de la Catedral poniendo en peligro sus propias vidas e intentan mediar así mismo con los grupos exaltados y violentos de los ‘antibalaka’, Aguirre comentó: “Hemos tendido la mano a los que nos agreden, porque es lo que hace la Iglesia”. Con tristeza el prelado reconoce que “en medio de tanta violencia hemos tenido que enterrar a muchos, todos de religiones distintas; y ha sido allí, en la fosa común, donde finalmente se han vuelto a unir. En paz.”

Sin embargo Mons. Aguirre está convencido de que la solución es “continuar trabajando por la reconciliación, la justicia, la paz y el perdón para desarmar corazones”.

Ayuda a la Iglesia que Sufre ha acompañado al pueblo de la República Centroafricana desde los comienzos de la crisis. En el 2017 apoyó 30 proyectos de ayuda a la pastoral del país por más de 461 millones de pesos.

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