ACN.- El P. Charbel Eid Rizkallah, de la misión de la Orden Maronita Libanesa, es el elegido para acompañar al icono de Nuestra Señora de los Dolores, Consoladora de los Sirios en el marco de la campaña de oración por los cristianos sirios: «Consuela a mi pueblo», promovida por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), así como por las Iglesias católica y ortodoxa de Siria. Esta campaña tiene por objeto honrar la memoria de las víctimas de la guerra en Siria y proporcionar apoyo espiritual a las familias de los fallecidos.
La peregrinación del icono, creado por un sacerdote greco-ortodoxo en Homs (Siria), comenzó después de la bendición del 15 de septiembre de 2019 por el papa Francisco en el Vaticano, cumpliendo un apretado calendario de actividades por toda Siria hasta el 31 de mayo. El P. Charbel es el custodio del icono. El sacerdote libanés colabora con ACN desde sus días como Superior del monasterio de San Chárbel, en Bélgica. Marcela Szymanski ha hablado con él sobre esta iniciativa.
ACN: Padre Charbel, ¿qué impresión tuvo cuando le pidieron que asumiera esta responsabilidad?
A decir verdad, me sentí honrado, pero también abrumado. Conozco bien Siria, y sé lo desesperada que es la situación entre sus habitantes. Estoy seguro de que sólo la gracia de Dios puede infundirles consuelo. Estaba pensando en eso cuando, exactamente en aquel momento, me pidieron que llevara esta imagen de Nuestra Señora, junto con el mensaje de la verdadera misericordia de Nuestro Señor. No me sentía digno de ello, tampoco sabía cómo iba a transmitir consuelo en medio de tanta destrucción. Mis superiores dieron su visto bueno a ACN y desde entonces no he parado.
¿Cómo ha sido recibido por las comunidades de creyentes?
Muy pronto me di cuenta de que la misión de llevar el icono tiene un impacto a diferentes niveles, no sólo entre los creyentes que permanecen en el país. Por esta razón, decidí pedir a otros sacerdotes, amigos míos, que me acompañaran en el viaje, sacerdotes tanto nativos como extranjeros.
Los sirios se sorprenden gratamente al ver que dos sacerdotes «extranjeros» van a verlos, y aceptan este testimonio como prueba de que no han sido olvidados. Cuando llegamos a una parroquia, el sacerdote local nos recibe calurosamente y llama a todos los fieles para que acudan a celebrar la Santa Misa.
Muy pronto me di cuenta de que los creyentes nos miran con una intensa esperanza en sus ojos, en los que se lee la incertidumbre: “¡Dinos cómo vivir ahora!”. Entonces, empezamos a hablar de la cultura de la no violencia, que ha sido propia de los cristianos sirios a lo largo de los siglos.
¿Qué programa ofrece en cada parroquia?
Con la ayuda de los Jesuitas de Homs y de otros pueblos de los alrededores, hemos creado un cursillo llamado “Cristianos y liderazgo para la paz”, consistente en una ponencia para adolescentes y jóvenes adultos en particular. La primera vez y para nuestra sorpresa, porque era de noche y hacía frío, grandes grupos de jóvenes empezaron a llenar la sala. Hicieron tantas preguntas concretas sobre cómo vivir realmente de acuerdo a la fe en su vida cotidiana que me pidieron que volviera. Sólo me quedaba un día más en Homs pero aceptamos, la sala se llenó de nuevo. Desde entonces hemos sido testigos de un efecto multiplicador, de tal manera que cuando llego a una ciudad, ya hay establecido un programa que incluye frecuentemente una procesión, una oración, Santa Misa y al menos uno de nuestros cursillos “Cristianos y liderazgo para la paz”.
¿Cuál es la actitud de los jóvenes inmersos en esta situación inestable?
Los actos en torno al icono y sus reacciones me llevan a creer que, en efecto, reciben consuelo en sus almas. Están muy contentos de saber que el Papa ha invitado repetidamente a toda la Iglesia a rezar por ellos. Estos cristianos sirios son, de hecho, un ejemplo para toda la Iglesia.
¿Ha estado usted en el norte de Siria, donde la situación es muy tensa?
Sí, la primera semana de marzo. Con la gracia de Dios, visité Qamishli y Al-Hasakah (Hassaké), donde la tensión ha disminuido un poco a lo largo de la frontera con Turquía, cerca de Iraq. Los cristianos pedían que el icono los visitara y que llegara el mensaje que trae el cursillo para jóvenes. Allí me encontré con los pocos cristianos que, a pesar de la guerra, se han quedado.
¿Cuál es su mensaje para los benefactores de ACN?
Me gustaría pedirles que sigan apoyando estas iniciativas a pesar de las persistentes tensiones y las noticias de los medios de comunicación que todo el mundo puede leer. La vida continúa en las ciudades sirias en circunstancias que apenas podemos imaginar. Los niños pequeños van a la escuela y los comerciantes cristianos abren todas las mañanas y tienen esperanza. Utilicen todos los contactos y oportunidades que tengan para detener el embargo, por el que todo se está encareciendo tanto en Siria, ello incluye encontrar una solución a la situación económica de Líbano. Es necesario actuar desde el exterior antes de que el problema se convierta en algo más grande y afecta no solo al Líbano y Siria. La oración, sí, es necesaria, pero también lo es la acción política frente a los responsables de la crisis económica y política que les están dificultando aún más las cosas a las víctimas de la guerra. Insto a todos a acompañar esta peregrinación hasta la clausura en Homs, del 29 al 31 de mayo.
ACN lleva apoyados un total de 900 proyectos para Siria desde 2011, por un importe de 38 millones de euros. Gracias a ellos, muchas familias cristianas han podido permanecer en su patria.