ACN.- La población de la República Islámica de Mauritania, ubicada en África Noroccidental, es casi al cien por ciento musulmana, y sus tan solo 4.000 cristianos católicos son todos extranjeros. También el Obispo, los sacerdotes y las religiosas de la única diócesis del país proceden de veinte países europeos, asiáticos y africanos.
Las 27 religiosas activas en este país -que se encuentra entre los más pobres del mundo- tienen mucho que hacer: asisten a mujeres embarazadas, enfermos, inmigrantes, presos y discapacitados; trabajan en escuelas e instituciones educativas y enseñan habilidades prácticas como la costura, pero también lectura y escritura a mujeres que no han podido asistir a la escuela. También se ocupan de los niños desnutridos, de los que tan solo en la capital de Nuakchot hay 40.000.
La situación de la población mauritana es cada vez más difícil. Mientras que en 1960, cuando el país se independizó, alrededor del 85 por ciento de la población era nómada y vivía del ganado, desde principios de la década de los setenta el desierto ha seguido extendiéndose y muchos han perdido sus rebaños. Por ello, cada vez más personas emigran a los suburbios de las ciudades. Al mismo tiempo, el país que limita al oeste con el Océano Atlántico también se ve afectado por la subida del nivel del mar, lo que significa que algunas partes de las localidades ubicadas en la costa ya no son habitables.
Aunque la presión esté aumentando debido al fortalecimiento del islamismo en el país, el trabajo de la Iglesia Católica es apreciado por muchos musulmanes. El Obispo Martin Happe tiene un amigo mauritano que es musulmán, pero que guarda hermosos recuerdos de la infancia de las monjas católicas. Cuando aún era un niño, él y sus camaradas se inventaban pequeños dolores y molestias para poder tocar el timbre de las Hermanas de San José. Porque -como explica- “además de la tirita siempre nos daban un vaso de limonada». Todavía recuerda los nombres de las religiosas que estaban allí entonces.
La Iglesia Católica también es respetada por el Gobierno por sus obras de caridad, pero no recibe apoyo financiero del Estado. Por este motivo, ACN vuelve a apoyar este año a las 27 religiosas con 20.000 euros destinados a su sustento.
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