ACN.- El P. Leonardo Morales Gutiérrez. de la Arquidiócesis de Acapulco narró a Ayuda a la Iglesia Necesitada que la noche del huracán fue algo horrible. «Todo empezó como a las 11 de la noche. El viento llegaba a 300 km/h. Sentía mi boca amarga y mi corazón palpitaba de una forma diferente. El ruido del aire por la ventana sonaba terrorífico y por fuera, los árboles se estaban cayendo. Pensé inmediatamente en la pobre gente que habita la parte alta de la ciudad y tiene las casas de lámina o de madera. Me puse a hacer la oración por mí y por esta gente que estaba sufriendo. Fue algo inolvidable que nos hacía ver el poder de la naturaleza y no nos quedaba más que encomendarse a Dios.
Ya el día siguiente, como la Iglesia, empezamos a apoyar a los afectados. En la casa parroquial se alojaban los vecinos y los turistas. Nos llegaba ropa, comida y medicinas de todas partes de México y del mundo. Durante dos meses y medio en mi parroquia estaba funcionando el comedor que alimentaba diariamente unas mil personas. En esta época experimentamos la bondad de tanta gente de buena voluntad».
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