Historias de Cuaresma Día 24: La solidaridad me hecho volver a sonreír

ACN.- Mi nombre es Rosario, y hoy quiero compartir mi testimonio como damnificada del huracán Otis que azotó nuestra comunidad en Acapulco. Nunca olvidaré el día en que la furia de la naturaleza cambió nuestras vidas para siempre.

El huracán Otis llegó sin previo aviso, como un monstruo devorador que arrasó con todo a su paso. Nuestras casas, nuestros sueños, todo se desvaneció bajo el poder de sus vientos destructores y la furia de sus olas. El sonido aterrador del viento aullando como un lamento desgarrador aún resuena en mis oídos.

Mi familia y yo nos aferramos unos a otros, temiendo lo peor con cada embestida del huracán. El agua inundó nuestras calles, llevándose consigo los recuerdos de toda una vida. Escapar fue una lucha contra la desesperación, el miedo y la incertidumbre.

Después de la tormenta, el panorama era desolador. Nuestro hogar había sido reducido a escombros, nuestras pertenencias dispersas como hojas arrastradas por el viento. La devastación era palpable en cada esquina, en cada rostro marcado por la pérdida.

Pero a pesar del dolor y la desesperanza, encontramos fuerzas para reconstruir lo que el huracán Otis nos arrebató. Con la ayuda de nuestra comunidad, levantamos nuestras casas, paso a paso, ladrillo a ladrillo. En cada gesto de solidaridad, en cada mano extendida, encontramos un rayo de esperanza que iluminaba nuestro camino hacia la recuperación.

El huracán Otis dejó cicatrices imborrables en nuestra tierra y en nuestros corazones. Rosario volvió sonreír gracias a la solidaridad de la gente.

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