Llanura de Nínive: limpiando los escombros del Estado Islámico

ACN.- “Realmente deseo regresar a la ciudad donde nací, a Qaraqosh”, dice, sonriente, Majid Shaba (45), que dirige un establecimiento de comida rápida en Erbil. “Cuando el Estado Islámico invadió Qaraqosh, tuve que abandonar la ciudad, donde estaba a cargo de un restaurante de comida rápida –el Chefcity–, pero no me fui voluntariamente. Mi nuevo restaurante en Erbil funciona bastante bien, pero, sencillamente, no se puede comparar la vida en Erbil con la vida en Qaraqosh, no hay color. Por eso quiero regresar a Qaraqosh, a la llanura de Nínive: allí nací y allí quiero vivir y morir. Qaraqosh es mi ciudad”.

Fregando el suelo

Majid lleva tres días en la ciudad donde nació para poner en orden su casa para hacerla habitable. Hoy también ha llegado, procedente de Erbil, su esposa Asmaa Alias (40) junto a sus hijos Dima (10) y Shaban (4). Su hijo mayor, Yousif (14), se ha quedado atrás en la casa provisional del barrio cristiano de Ankawa, en Erbil. “Ansío volver a vivir en Qaraqosh”, asegura Asmaa, sonriente.

Samir Alias Polis (49), su esposa Thaira Alias Karromi (43) y sus tres hijos están ayudando a sus cuñados a limpiar su casa. Samir trabaja de limpiador en Erbil, donde encontró un refugio provisional en un apartamento de la Iglesia. “Las milicias son fuertes”, suspira mientras friega el suelo. “No estoy seguro de que aquí estemos seguros”. Por tanto, no es tan entusiasta como Majid a la hora de pensar en el retorno, y en ocasiones piensa en emigrar al extranjero.

Antes de la ocupación, el edificio se utilizaba para matrimonios

Majid todavía tiene mucho trabajo por delante en su restaurante de comida rápida, donde todo está patas arriba. En la casa vecina, Raafat Foufael (32) y su tío Badry Sloulaka (62) trabajan duro para poner orden en el caos que han dejado atrás los yihadistas. Antes de la ocupación, el edificio se utilizaba para fiestas: allí, las parejas brindaban por su matrimonio y bailaban en la sala de baile. Raafat nos muestra el banco especial destinado a los recién casados. “Afortunadamente, no ha sufrido daños”, dice. “Tampoco los baños han sido destruidos, solo están cubiertos de un manto de polvo. Por desgracia, el hall de entrada y las escaleras han sido pasto del fuego”.

Los aparatos de aire acondicionado están llenos de hollín y del techo cuelgan cañerías de acero. El bar de la primera planta ha sufrido daños y tiene que ser arreglado. Raafat ha contratado a obreros para renovar y limpiar el lugar lo antes posible.

Majid también tiene la firme intención de abrir las puertas de su establecimiento de comida rápida lo antes posible. “No recibo ningún tipo de ayudas para la rehabilitación del Chefcity, pero eso no me impedirá restablecer el honor de mi restaurante”, declara Majid con determinación. “El restaurante de comida rápida Chefcity volverá a abrir sus puertas en Qaraqosh”.

Optimismo frente al futuro

“No me parece bien que los cristianos abandonen la llanura de Nínive”, considera Majid. “Creo que no hay que abandonar el lugar de nacimiento ni el país de origen. La gente no debe abandonar esta zona por motivos de seguridad, pues el Estado Islámico pertenece ahora al pasado. Ahora tenemos nuestro propio ejército que puede protegernos a los cristianos. Soy optimista en lo que al futuro se refiere. ¡Aquí la vida es bella, sed bienvenidos!”.

Desde 2014 y hasta septiembre de 2017, ACN ha destinado más de 34,5 millones de euros a proyectos en Irak: 7 millones de ellos se destinaron a gastos de alojamiento y 11 millones a víveres y otras necesidades básicas de los desplazados en Erbil, así como 1,8 millones de euros a la reconstrucción de casas e iglesias en la llanura de Nínive. Con su ayuda, la Fundación pontificia ya ha logrado rehabilitar casi 200 casas (exactamente, 188), y se ha comprometido a renovar otras 404 en Qaraqosh y otras 150 casas en Bartala.

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