Mons. Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca. «Si voy a la cárcel, lo veré como voluntad de Dios»

ACN-AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA-MÉXICO.- (SIAME/GUILLERMO GAZANINI) En diferentes regiones de México se viven situaciones dramáticas donde las personas están a merced del crimen organizado y de la descomposición política que agrava las condiciones de la existencia, no se respetan los derechos humanos y todo está en vilo, en incertidumbre.
Los Obispos de México han denunciado el estado de cosas lamentable y acompañan al pueblo para fortalecerlo en la fe y consolidar las realidades del Reino. El Estado de Morelos, vecino a la capital del país, está sometido; estos tiempos urgentes han hecho levantar la voz de activistas, líderes y de la ciudadanía. La diócesis de Cuernavaca comprende la totalidad de la entidad y ahí se escucha la de un pastor, Monseñor Ramón Castro Castro.
Nació en Jalisco en enero de 1956 y fue ordenado en 1982 para la Arquidiócesis de Tijuana. Castro Castro ingresó al servicio diplomático de la Santa Sede en 1989 prestando sus servicios en las nunciaturas de Malawi, Zambia, Angola, Ucrania, Paraguay y Venezuela. Juan Pablo II lo elevó a la dignidad episcopal para ser auxiliar de la Arquidiócesis de Yucatán en 2004 y, posteriormente, el Papa Benedicto XVI le nombró obispo de Campeche en 2006 hasta que el Santo Padre Francisco le encomienda el pastoreo de la diócesis de Cuernavaca, el 15 de mayo de 2013.
Mons. Castro enfrenta una realidad durísima que le ha puesto como blanco de políticos y partidos. Recorre los treinta y tres municipios del Estado para edificar el Reino denunciando atropellos de los poderes instituidos o viviendo el dolor de las víctimas del crimen en actitud de escucha y consuelo. Es la forma de hacer realidad esa Iglesia de salida, sea por las nuevas tecnologías como a través de la evangelización, la dispensa de los sacramentos y la Palabra. Hoy, el obispo de Cuernavaca, a pesar de las tribulaciones, mantiene la paz fincado en Cristo y eso le fortalece sin importar las consecuencias.
La entrevista se efectuó en la Curia diocesana del magnífico edificio conventual franciscano del siglo XVI donde se conjugan el pasado glorioso de los misioneros de la primera evangelización con los tiempos contemporáneos de dolor y confusión donde también brilla la esperanza sostenida en el Reino del Salvador. Una extensa plática en la que se conoce al Pastor con olor a oveja dispuesto a hacer lío para renovar las cosas en Cristo.
-En mayo pasado, usted cumplió tres años desde que el Santo Padre Francisco le solicita dejar la diócesis de Campeche para pastorear este obispado de Cuernavaca que cumplió 125 años en junio pasado cuando León XIII decretó su erección. Diócesis de pastores egregios y muy comprometidos en la cuestión social, sin duda, una tradición de gran peso para usted, el doceavo pastor de esta porción del Pueblo de Dios.
Mons. Ramón Castro Castro (MRCC). Ciertamente saber que soy sucesor de don Sergio Méndez Arceo es algo que me hace reflexionar e igualmente pensar que soy sucesor de aquel que me ordenó diácono y sacerdote, don Juan Jesús Posadas Ocampo, es un honor y trato de estar a la altura, no tanto de las circunstancias, sino de la misión que Dios pone en mis manos.
Dejar Campeche fue una novedad que acepté con mirada de fe. Llegar a la diócesis de Cuernavaca, que incluye todo el Estado de Morelos, fue al inicio para conocer su realidad. En los primero seis meses recorrí toda mi querida diócesis, palmo a palmo, y descubrí que es una diócesis herida por la violencia, la inseguridad y desgraciadamente por una corrupción galopante, herida por el crimen organizado en algunos lugares.
Esto hizo enfrentarme a un cuestionamiento fuerte. ¿Qué sería lo más fácil? Quizás trabajar de una manera firme, pero en silencio o tratar de vivir un profetismo de denuncia en donde, junto con el pueblo, tratemos de salir adelante. Y las circunstancias me fueron demostrando la voluntad de Dios. Lo que he hecho es, en conciencia, lo que yo creo, la voluntad de Dios, acompañar a mi pueblo herido.
-Cuernavaca es diócesis pionera del aggiornamento del Concilio Vaticano II.
(MRCC).- Efectivamente, cinco años antes del Concilio Vaticano II, don Sergio Méndez Arceo realizó la reforma litúrgica y esta Catedral es un ícono y abrió, junto con fray Gabriel (Chávez de la Mora) esa reforma litúrgica extraordinaria. Queda plasmada esa huella en el altar, en la sede, en los ambones, en el cambio que sufrió la Catedral que es verdaderamente importante, el edificio en sí mismo, y después la reforma que empujó a toda la iglesia.
 
-Aquí hay pasos entre progresismo y tradición hacia la auténtica renovación. Esto se percibe en su Plan Pastoral. ¿Qué líneas comprende? Al final, es el tono cantante del obispo de Cuernavaca y la iglesia particular.
(MRCC).- Con el Consejo Presbiteral y el vicario de pastoral hemos, desde hace dos años, arribado a un Plan de Pastoral sencillo. No quisimos comprometernos con una teoría que nos hiciera perder la fuerza. El Plan Diocesano de Pastoral se concretizó en cinco líneas directrices.
La primera es la comunión, la comunidad. Tenemos que sentirnos como familia, unidos, sentirnos hijos de Dios, Cuerpo de Cristo y obviamente ahí está la Eucaristía como tal. Entonces todas las parroquias están invitadas a trabajar en la comunión entre ellos y ser comunidad de comunidades.
 
La segunda línea directriz es la Palabra de Dios. Debe iluminar a cada uno de nosotros, viva y vivificante debe estar en cada reunión de los grupos parroquiales, en los hogares, presente en todo lo significativo y debe iluminar nuestra mente y corazón.
 
Una tercera línea es la evangelización. Que todos tomemos la responsabilidad de nuestro bautismo y ser verdaderos misioneros como hemos invitado los obispos de México. Que cada uno sea consciente de la urgencia y sea protagonista de la historia llevando la Palabra de Dios.
 
La cuarta línea pastoral es la familia. La familia sana refleja una Iglesia y sociedad sanas, estamos trabajando conscientemente en una línea pastoral urgente dadas las características que la familia tiene en estos momentos y tratamos, en nuestra realidad, de poner lo mejor de nosotros mismos.
 
La quinta línea pastoral estaba entre jóvenes o la paz. Dadas las características de esta diócesis herida nos fuimos por la segunda. Conscientes de que son bienaventurados aquellos que trabajan por la paz y que es la que Cristo nos dejó, pero que hay que trabajar, hacemos conciencia a todos de que somos constructores de paz. Creo que es algo urgente en esta diócesis y hacemos lo posible. Esas son las cinco líneas directrices.
 
Después, en cada visita pastoral, estoy tratando de invitar a todas las comunidades a hacer lío. Así como el Papa invitó a los jóvenes, yo lo hago a la comunidad. Sería como un acróstico: Leer la Palabra de Dios, “L”. Estoy invitando a todo mundo comprometiéndoles y diciendo: “Hagan este favor al obispo por el bien de todos”.
 
Después, la dimensión misionera, al menos en las formas más sencillas. Que cada uno de los católicos invite a dos de los que no van a misa, que se han ido, de los que dicen que van cuando les nace del corazón o son católicos de comunión, difuntos o matrimonios, invitarlos a vivir su fe con profundidad .
 
Y la “O”. En la Caminata por la Paz de mayo de este año nos comprometimos treinta y cinco mil personas a rezar el Ángelus todos los días y ofrecerlo por la paz, la justicia y por la familia. Gracias a Dios he encontrado eco y somos miles de morelenses que, a las doce del día, rezamos el Ángelus con esta intención.
 
Y les digo a nuestros queridos fieles: Imaginen ustedes que somos miles que a la doce, a través de María, le pedimos a Dios por la paz, la justicia y la familia. ¿Cómo no va a responder nuestro Padre Dios? Somos conscientes de la importancia que tiene la Palabra de Dios, el ser evangelizadores, misioneros y de la oración.
 
Este acróstico “lío” refleja la profundidad de fe para estrechar sólidamente nuestra actualidad hacia la peregrinación sobrenatural, bien plantados en la tierra, pero viendo al cielo.
 
(MRCC). Lo intentamos. Yo creo en el poder de la oración, creo y tengo mucha confianza en que cada cristiano, cada bautizado, tiene mucho que dar. Y si comenzamos de una manera sencilla, pero concreta y que puede dar fruto. Mientras llega lo mediato, nos vamos conformado con lo inmediato.
-Veo en sus redes que es un obispo activo en las nuevas tecnologías. Su pastoral es estar abierto; parece simple, sin embargo muy complejo. Escuchar, consolar, abrir el corazón para el pueblo que sufre y padece. En alguna ocasión usted dijo algo interesante. “No vengo a estorbarle a Dios”. ¿Qué quiere decir esto?
(MRCC).- Primero una pequeña idea. Yo no era muy amigo de las redes sociales. Tuvimos un curso de formación permanente en Monterrey hace tres años, antes de llegar a la diócesis de Cuernavaca. Se nos planteó la urgencia de cómo manejar estos medios porque perderíamos una gran parte de nuestros interlocutores que ahora ya no manejan otros más. De ser una persona poco adicta o nada adicta, me convencí que, para que los jóvenes conozcan, tendría que manejar estos medios.
 
Respecto a esta segunda idea que es tan importante. Estoy convencido de que el más interesado en que las cosas vayan bien es Dios mismo, el Espíritu Santo. ¿Quién quiere paz, amor, solidaridad, que haya honradez? El Espíritu Santo. Y nos utiliza como instrumentos, soy consciente de que mi ministerio episcopal es instrumento de la gracia de Dios. Sencillamente trato de estar en sintonía con lo que Él quiere y no estorbarle, sé que si soy dócil y atento, sin amor propio y sin protagonismos, entonces Dios hará su obra. Plenamente convencido de ello y es constante cotidiana de mi oración y le grito al Señor por la consolidación de su Reino y el fortalecimiento de su iglesia.
 
-La clave es la docilidad, mansedumbre a los efluvios del Espíritu que puede ser incómoda para otros.
(MRCC).- Sí, sobre todo cuando debo decir la verdad y sé que, de alguna manera, en algunos ambientes, no entra, no gusta y es rechazada, pero mientras esté convencido de que es lo que Dios me pide y es una forma en la que debo vivir mi ministerio, lo seguiré haciendo.
 
-Usted es un obispo que trata de marchar con su pueblo, estar con él. Anuncia y denuncia, carácter profético del ministerio episcopal, pero hay fe y misericordia. Esto podría ser paradójico.
(MRCC).- Yo creo que sí se pueden combinar. Se pueden encontrar en un punto de equilibrio extraordinario. Anunciar y denunciar, pero siempre con la misericordia sin ofender, sin llevar al odio absolutamente sino buscando la paz. ¿Por qué se anuncia, por qué se denuncia? Porque se quiere consolidar el Reino, no otra cosa. Y el Reino es paz, es vida, es justicia. Ahí hay una frontera en donde algunos pueden acusar a un obispo de meterse en política. De ninguna manera. Es consolidar el Reino y los valores del Evangelio. Cuando alguien pasa de esa frontera, creo que habría motivos; sin embargo, con misericordia, con amor, se puede anunciar y denunciar.
 
Esto llama la atención en un país que se dice laico. Consolidar el Reino en este ámbito temporal podría romper las bases de la laicidad.
(MRCC).- Habría que hacer un análisis más profundo desde el punto de vista histórico y sociológico. Estamos en un cambio de época y el documento de Aparecida invita a los obispos a hacer conciencia en su pueblo de este momento histórico tan difícil. Es el momento de la transición, hemos dejado la época moderna y estamos en la crisis del posmodernismo. En este momento donde todo tambalea debemos tener conciencia de que el racionalismo dejó su protagonismo y la diosa razón entró en crisis. Viene un agnosticismo tremendo, ni siquiera se tiene la fuerza de ser ateo. Ese agnosticismo lleva a todos a la duda; tenemos grandes literatos que sólo inyectan eso, dudas.
 
Y el agnosticismo tiene un brazo político muy fuerte el día de hoy, el laicismo. El problema es que es laicizante y confunde la verdadera separación entre la Iglesia y el Estado y la realidad entre la laicidad normal, natural y sana donde se quiere imponer su punto de vista porque todos, en una democracia, tienen derecho a opinión, menos la Iglesia. Eso es injusto. Y este laicismo que nos quiere arrinconar a la sacristía es injusto. Somos ciudadanos y tenemos derecho a opinar, somos pastores, no políticos. Como tales, tenemos el derecho de presentar nuestro punto de vista sin imponerlo a nadie.
 
Que alguien me diga cuándo la Iglesia ha tratado de imponer absolutamente, pero al menos sí de presentar, de defender su posición que, para nosotros, bajo una mirada de fe, sabemos es la verdad porque Cristo es el camino, la verdad y la vida.
 
En México, el estilo de nuestras leyes está construido para que la Iglesia esté arrinconada. Una tradición histórica que arrastramos del laicismo beligerante. ¿Sobre qué la Iglesia justifica su derecho de tener un papel activo, no político, dentro de nuestra realidad?
(MRCC).- El fundamento es el Evangelio porque es el camino para la plenitud del ser humano, camino para encontrar la verdad. No es el dinero, no es el poder, no es el placer, no es el éxito. Es sólo el amor y es fundamentado porque Dios es amor. En mi vivencia, el Evangelio nos dice que es el fundamento que motiva la actitud y actividad de la Iglesia y de quienes nos decimos pastores.
 
La situación de Morelos ocupa la conciencia del obispo. A principios de este año, la alcadesa Gisela Mota fue asesinada. Usted acompañó a sus deudos y en esa ocasión expresó lo siguiente: “el primer pensamiento que viene al corazón es algo que nos invade y punzante: la indignación”. Y las cosas parecen descomponerse aún más.
(MRCC).- Precisamente a partir de la homilía y de las entrevistas que di con motivo del asesinato de la alcaldesa de Temixco, la señora Gisela, ha comenzado un fuerte malentendido por decir la verdad. Hay una descomposición social en Morelos muy fuerte; hay pobreza, desempleo, estamos en manos del crimen organizado y eso es lo que he estado diciendo. Quisiera invitar a las autoridades a que se analice con un realismo más firme porque si se dice que todo está bien en Morelos, que todo va mejorando, es algo que no existe.
 
Recorriendo cada rincón de la diócesis, palpando el dolor de la gente, de las víctimas y sus familias, escuchando su dolor, llorando con ellos, cada encuentro con las víctimas, me parte el corazón. Veo cada vez un dolor nuevo, pudiéramos pensar que se acostumbra al dolor de nuestra gente, pero cada caso, cada persona, cada acontecimiento es diferente.
 
Acabo de escuchar en Tehuixtla y quedé pasmado, sin palabras, mareado de escuchar el dolor de una madre, de una hermana, de un esposo, de secuestros, de extorsiones, de intentos de asesinato tan frecuentes. Es una descomposición social que no se acepta, es lo que hemos tratado con las Caminatas por la Paz que han sido expresión de lo que miles y miles de personas están manifestando, su dolor e inconformidad y suplicando que alguien les ayude.
 
La alternancia en Morelos que pudo representar esperanza, ahora se vuelve algo confuso y hasta mentiroso.
(MRCC).- Efectivamente, hay mucha gente desilusionada. Muchísima votó con la ilusión de que las cosas cambiaran y, sin embargo, se sienten defraudados.
 
Hay una declaración que, a raíz de un editorial del semanario Desde la fe de la Arquidiócesis de México, respondió el gobierno de Graco Ramírez y cito: “Las acciones efectivas han sido acompañadas y respaldadas en políticas públicas de fortalecimiento a los derechos individuales y colectivos de hombres y mujeres morelenses; se dieron puntuales respuestas a la alerta de género para proteger a las mujeres de la violencia; mientras que los programas y acciones de reconstrucción del tejido social son parte del testimonio de la gente de comunidades, barrios y colonias que han sido beneficiadas por estas acciones. El nombre y apellidos del Gobierno de Morelos son pluralidad, inclusión y diálogo”. Este párrafo contrasta con lo antes dicho, ¿Cuál es su pensamiento ante estos argumentos que dirigió el gobierno de Morelos?
(MRCC).- Que no es verdad, con el corazón en la mano. Por ejemplo, la corrupción. Tres mil millones de pesos para seguridad y, sin embargo, seguimos en los primeros lugares en todos los delitos de alto impacto. ¿Dónde está? Las alertas de género. A mí no me consta, pero personas muy allegadas me dicen que el dinero no se utiliza, hay una malversación de fondos o van a otras cosas, no a sus objetivos realmente.
 
Dice “respeto a los derechos”. ¿Derechos de quiénes? A mí se me informó, de parte de las autoridades del Estado, que se venía a defender los derechos de las minorías. ¿Y el derecho de las mayorías? No se defiende, hay una ilegalidad. Con tantas presiones, los municipios fueron pisoteados tremendamente para obligarlos a votar por el matrimonio igualitario. Dieciocho municipios votaron a favor del matrimonio natural, sin embargo, las típicas movidas políticas, corruptas, hicieron que no se respetaran los procedimientos, según ellos, por el tiempo y las formas aplicándose la ley y ganando según por mayoría; sin embargo, es el típico movimiento político corrupto.
 Hablaba de las Caminatas por la Paz que convocó el obispo y la Iglesia de Morelos. La respuesta de la ciudadanía fue contundente y, a la vez, incómoda para el poder.
(MRCC).- Efectivamente, van dos Caminatas por la Paz. En la primera participaron cerca de veinte mil personas; en la segunda, calculamos un mínimo de 35 mil. Y tan incómoda resultó que, después de la primera, de parte del gobierno del Estado por ciertos movimientos indirectos, me acusaron de haber robado una custodia en un pueblo de Tepalcingo y de ser un ladrón de arte sacro. Esa custodia, si es que existió, desapareció hace ocho años. Yo tengo tres años aquí y hubo una demanda. ¡Por amor de Dios! ¿Cómo puede acusarse a una persona así? Y es curioso, éramos diez los acusados, entre ellos el representante del INAH, el presidente municipal de Tepalcingo y el de Asuntos Religiosos. Cuando pasó a otra instancia, esos tres desaparecieron y sólo quedamos los sacerdotes y el obispo.
Después de la segunda, exactamente un mes adelante, se me acusó de haber plagiado un Plan de Restauración de Catedral y sale a la luz un problema que hay, de una columna de prensa de Campeche, respecto de que yo protegí a dos sacerdotes pedófilos. Apareció a nivel nacional y es una calumnia, es venganza para disminuir la autoridad del obispo en la diócesis.
 
 Claramente una revancha, argumentos infundados que tienden para desacreditar al obispo.
(MRCC).- Tienden, pero la gente ya sabe, la gente conoce algunos medios que están totalmente vendidos y no les creen. No se imagina usted el apoyo tan grande y absoluto que recibo en cada visita pastoral. Y el presbiterio se acaba de pronunciar, hace dos semanas, en favor del obispo. Es una bellísima solidaridad de parte de ellos para apoyar la acción profética de la Iglesia y defender esta realidad de la consolidación del Reino.
De las Caminatas por la Paz me gustaría saber cuál fue su génesis ¿Qué dotonó Caminar por la Paz?
(MRCC).- La desesperación de mucha gente y la necesidad de encaminarnos a hacer conciencia. Hacer eco de lo que el Papa Francisco nos dijo: No se acostumbren al mal. Entonces el objetivo principal es ese. Nuestra gente puede quedarse con los brazos cruzados y decir “pues esto ya está así, no podemos hacer nada”. ¡Cómo no podemos hacer nada! Cuando menos manifestar nuestro dolor y deseo de paz, unirnos, unidad del Pueblo de Dios significativa y sintomática. Creo que ha dado los frutos que queríamos, no ser indiferentes y unirnos.
 
La sociedad morelense se organiza en frentes políticos y está a las puertas un encuentro con autoridades federales para exigir soluciones al estado de cosas en Morelos, entre ellos se plantea la remoción del gobernador. Una cosa resulta desconcertante, cuando el actual mandatario se oponía a sus antecesores con marchas, la revocación del mandato era una de las fórmulas que él exigía. Contra el actual gobernador se demanda lo mismo. ¿Qué podría ser la mejor solución, la revocación del mandato o podríamos encontrar otras fórmulas a la crisis?
(MRCC).- En ese sentido debemos buscar un Morelos mejor. ¿Cuál es el camino? ¿Cuál es la mejor fórmula? Yo creo que Dios nos va mostrando, se lo pido mucho en la oración.
A mí se me pidió recibir a algunos hermanos muy dolidos por la situación. Los recibí aquí en Catedral; resulta que eran líderes la mayoría de ellos. Unos a otros se pasaron la voz; yo no los convoqué, fueron convocados por el señor Gerardo Becerra y por el rector de la Universidad. Llegaron más de cien, yo solamente escuché, no hablé para nada y dijeron que para mejorar Morelos es necesario hacer una megamarcha. ¿Para qué? Para que el gobierno federal nos escuché y establecer una mesa de diálogo porque no nos hacen caso, parece que el gobierno federal respalda al estatal.
 
Yo creo que eso es un camino que ha ayudado a tomar conciencia. Hay una mesa de diálogo en Gobernación y será una forma para desahogar muchas cosas. El Frente Amplio Morelense que tiene como vocero al señor Javier Sicilia, busca la mejor solución pacífica y por el bien del Estado se acepten algunas condiciones que se están pidiendo.
 En estos últimos días, el poder en turno sólo repite una palabra: confabulación. Y lo señalan a usted directamente como obispo contrario al supuesto gobierno progresista de Graco Ramírez.
(MRCC).- Eso es una cortina de humo. No hay ninguna confabulación política. Lo único que hay es el logro que hizo el gobierno del Estado, unir antípodas, unir gente que jamás podía estar reunida y gracias al gobierno del Estado está unida. Decir que hay confabulación de parte de algunas áreas de la sociedad que son conservadoras o que su servidor está enojado por el matrimonio igualitario… ¿Usted cree que ciento veinte organizaciones, las cuales la mitad está a favor del matrimonio igualitario, iban a confabularse? ¡No es ninguna confabulación política! Es el desahogo de organizaciones y de mucha gente cansada de la corrupción, de la ilegalidad, de promesas no cumplidas, de que el gobierno maneje al legislativo porque se compran a los diputados y es triste, vergonzoso, por millones de pesos se aparten decisiones que se tienen que tomar en el Congreso.
Eso es manifestación del hartazgo que mucha gente siente. No hay ninguna confabulación, de ninguna manera, simple y sencillamente es la expresión de un cansancio que llegó y traspasó el límite.
 
 Y también usted ha manifestado: “yo no tengo miedo de ir a la cárcel”.
(MRCC).- Es que me han amenazado. Como usted está enterado, el PRD nacional y el estatal presentaron ante Gobernación una queja. Y parece que hay una demanda que pide castigar al obispo por meterse en política. Yo lo único que hice fue escuchar a mi gente, a mis fieles. Y si eso me llevara a la cárcel, lo aceptaría y desde allá trataría de cumplir una misión y lo vería como voluntad de Dios.
 
¿Cuál es su pensamiento ante el horror de las fosas de Tetelcingo?
(MRCC).- Me da pena y dolor enormes. Cuando veo que hay cadáveres que fueron tratados como basura, duele. Cuando veo personas que tienen la ilusión de pensar que quizás ahí hubieran estado sus familiares que no han encontrado y los buscan con esperanza, eso duele. El hecho de que haya niños y algunos expedientes que no se hubieran llevado como tenía que ser, duele también.
 
La violencia impacta a las futuras generaciones, crecen en este clima y lo ven como algo normal.
(MRCC).- No solamente impacta, ¡están obligándolos! Uno de los últimos casos, una madre y hermana cuyo hijo fue obligado a entrar al crimen organizado. Y cuando le dijeron que debía matar a una persona, él no quiso y lo golpearon como usted no imagina, le cortaron la cabeza, ¡por no querer matar a una persona! Tenía esos principios… ¡Lo obligaron! Era un muchacho bueno que tenía principios que su madre le enseñó, pero se lo quitaron, se lo arrancaron, lo obligaron por la pobreza. No solamente impacta, los obliga y eso también es vergonzoso que esté sucediendo.
 Tal parece que la Iglesia en México debe replantearse la formación de sus futuros pastores en la escucha, consuelo y ahora, prepararse para atender a los que sufren, a las víctimas.
(MRCC).- Efectivamente. Voy todos los jueves al Seminario a celebrar la misa y trato en las homilías de encaminar a nuestros jóvenes que, por cierto y por gracia de Dios, son ciento treinta seminaristas. Eso es un regalo de Dios y siento la responsabilidad de que se vayan encaminando a una toma de conciencia de lo que les va a esperar. Si para nosotros son tiempos difíciles, para ellos, probablemente, lo será más. Trato de hacerles conciencia de que deben estar plenamente preparados bajo el punto de vista humano, académico, pastoral, espiritual, desde luego.
Y el presbiterio es su más grande fuerza. No puede haber otro binomio, obispo-presbiterio, así lo enseña la Iglesia en su doctrina de siglos. Hablaba del manifiesto colectivo del 13 de agosto que le respalda y fortalece la Iglesia de salida y profética; sin embargo, podría percibirse un “mea culpa” en ese documento y dice que la Iglesia de Morelos permanecía en silencio ante la realidad lo que implicó una complicidad.
(MRCC).- Ellos han hecho un examen de conciencia muy fuerte, yo solamente puedo hablar de tres años para acá. De esos tres años veo un presbiterio unido, en este momento solidario y les agradezco porque me han dicho: “La suerte del obispo será nuestra suerte”.
Permítame parafrasear una pregunta que fue hecha al Papa Francisco y que aparece en el libro “El nombre de Dios es misericordia”. Ante esta grave situación de Morelos y del país entero, desde la perspectiva de nuestra fe cristiana, nuestras conciencias deben despertar ¿Cómo conciliar la justicia terrenal con la misericordia, sobre todo en casos de quienes manchan sus manos con el pecado, con culpas graves y delitos terribles?
(MRCC).- Acabo de visitar la cárcel, fui celebrar misa en Atlacholoaya. Había cerca de doscientos presos, fueron también las mujeres. Había asesinos, distribuidores de drogas y vi en sus ojos arrepentimiento, vi en sus ojos el deseo de ser mejores y es donde se puede combinar perfectamente esa misericordia. Cuando el corazón del hombre reconoce su equivocación, pide perdón a Dios y quiere ser mejor.
 
La cárcel tiene más de dos mil presos y sólo había doscientos, un diez por ciento. Muchos otros estaban jugando durante la misa, estaban riéndose, estaban caminando. A ellos no les ha tocado esa gracia, están todos invitados a las misas, a las pláticas, a la evangelización, pero somos libres y dentro de la libertad del hombre está la responsabilidad, aquéllos que sienten la necesidad de pedir perdón y dejarse abrazar por la misericordia, creo que ahí está la respuesta.
 
Esto me recuerda una forma particular del Papa Francisco y que, tal vez el obispo de Cuernavaca así lo tiene en su corazón: el don de las lágrimas. ¿El obispo ha llorado?
(MRCC).- He llorado sobre todo con las víctimas cuando escucho sus casos y dolor. Y he llorado con algún preso a quien he confesado cuya vivencia, tristeza y vacío ponen en evidencia la dimensión humana, a veces tan frágil, que lo hace actuar y realizar pecados que muchas veces tienen un fondo, una familia desintegrada, una violación, tantas cosas. Ahí no queda más que llorar con ellos, animarlos y hacerles sentir la misericordia y esperanza.
Es parte de la justicia en la Iglesia que el pecador esté fuera de la comunión –excomulgado-. Si el pecado separa de la comunidad cristiana, ¿cómo reconciliar?
(MRCC).- Para la excomunión y sentirse excomulgado tienen que ser cosas muy graves y además hacerse por declaración oficial. Que alguien se sienta excomulgado sin que lo haya sido no ha entendido el amor, la misericordia e invitación que Dios hace.
 
Frecuentemente intento hacer conciencia en aquellos adolescentes y jóvenes que son confirmados. Y les digo, hoy reciben los siete dones del Espíritu Santo y todo lo que ustedes necesitan para una vida plena y feliz, pero es como un rosal; yo les doy un rosal, lo pongo en sus manos y lo mínimo que tienen que hacer es ponerle agua. Llevan esa gracia de Dios a su casa, que su familia y padrinos les ayuden para que el rosal florezca y lo haga por mucho tiempo.
 
Creo que ese es uno de los errores de nosotros seguidores y discípulos, no cuidamos la gracia y nuestra libertad cohíbe su desarrollo; cuando se despierta la conciencia sobre eso, hay muchos que saben reaccionar y responden aceptando la misericordia y el amor en un deseo de conversión.
 
Quisiera aterrizar la entrevista con estas preguntas que refieren a nuestra realidad eclesial. ¿Qué necesitamos para cambiar? ¿Por qué nos empecinamos en el mal?
(MRCC).- Mencionaba hace poco que uno de los aspectos más dramáticos del ser humano es la incapacidad que tiene para preguntarse sobre el sentido de su existencia y de la salvación. Nos han deteriorado, nos han contaminado. El ser humano ya no se pregunta “quién soy”, “de dónde vengo”, “a dónde voy”… Creo que esta es una de las razones principales. El día en el que volvamos a encontrar el sentido de la existencia, creo que la situación va a sanar.
¿Qué puede dar la Iglesia católica en este cambio de época?
(MRCC).- Primero, advertir que estamos en este período de transición. Cuando hay una tormenta, todos debemos tomar medidas extraordinarias para enfrentarla y no las estamos tomando. Nos estamos dejando llevar por el huracán. Una de las tareas es prevenir a la gente, a nuestro pueblo para que tome las medidas necesarias para afrontar esta situación.
-¿Cuál es la esperanza del cristianismo?
(MRCC).- Jesús es y será siempre la esperanza de todos. La esperanza que debemos presentar como cristianos es regresar a la raíz aunque por fuera las hojas hayan caído y las ramas dispersado, mientras la raíz continúe, debemos regresar a ella; tomar la savia pura de Jesús, inyectarla para volver a florecer y no estemos dispersos, descontrolados y perdidos, encontrar ese sentido de la existencia.
-¿Cuál es el sentido verdadero de la liberación? ¿Qué es ser libres?
(MRCC).- Hemos sido hechos para ser libres. La liberación debe ser total, integral. La liberación del pecado, de la opresión que implica dejarnos subyugar por las grandes tentaciones, el poder, placer, el dinero. Hemos de hacer eco a las palabras de San Juan Pablo II cuando gritaba a los jóvenes: “No se conformen con las verdades antepenúltimas, vayan a las verdades últimas”. La liberación integral es ir a estas verdades últimas que son las del Reino. La liberación implica ir contra esas tentaciones, la lucha por la consolidación del Reino que es paz, justicia, amor y vida. Creo que esa es la verdadera liberación.
 
-Finalmente, el Papa Francisco tiene una petición cuando se encuentra con las personas: “Recen por mí”.
(MRCC).- Sí, lo he escuchado personalmente en varias ocasiones, sobre todo en el momento de la visita Ad limina que tuvimos los obispos mexicanos.
 
Yo también, haciendo eco a ello y consciente del valor de la oración, mucho le pido a nuestra gente que recen por su obispo. Yo sé que lo hacen en el canon de la misa. En estos momentos turbulentos, yo no he perdido en ningún momento la paz ni la serenidad y estoy seguro que esto es fruto de la oración de miles de personas que quieren a su obispo, que lo apoyan y que rezan por él.
CUERNAVACA, entrevista
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