ACN.- Entrevista a Mons. Visvaldas Kulbokas, nuncio de Ucrania, sobre la situación en Kiev, el drama humanitario, la solidaridad de la población y el drama de la guerra. La entrevista la llevó a cabo Maria Lozano, jefa del gabinete de prensa de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
¿Cómo está la situación en este momento en Kiev?
Desde el 24 de febrero, todos los días, todas las noches hay ataques con misiles en varios puntos de la ciudad. Nosotros en la nunciatura no estamos en una zona muy céntrica, por lo que hasta ahora no hemos visto muy de cerca los bombardeos. Las peleas de hombre a hombre sí, las hemos visto más cerca, no en estos días, pero sí en los días anteriores. Pero es muy probable que todo esto empeore en las próximas horas. En otras ciudades como Járkov incluso los distritos residenciales se han visto muy afectados… Hoy en día nadie en Ucrania puede sentirse seguro. ¿Cómo serán las próximas horas, los próximos días? Nadie sabe.
Kiev todavía experimenta en algunos aspectos una cierta tranquilidad, comparando con otras ciudades: Irpín, que es un suburbio de Kiev, o Járkov, Cherniguiiv o Mariúpol… Kiev todavía tiene una conexión con el mundo exterior. Pero la crisis humanitaria es muy fuerte aquí y en algunas otras ciudades de Ucrania. Y esta preocupación, la llevo en el corazón, y no siempre es posible echar una mano. A veces ni las agencias como Caritas o la Cruz Roja, ni siquiera las del gobierno, son capaces de hacer algo.
¿Ha cambiado algo en Kiev desde los primeros dias de conflicto?
Cuando empezó la guerra, teníamos menos capacidad organizativa. No hablo solo por mí, sino también de estas organizaciones. Ahora hay mucha mejor preparación. Parece ser que las fuerzas militares rusas se acercan al centro de la ciudad, por lo que estos últimos días las organizaciones humanitarias han estado todavía más activas. Cáritas, Cruz Roja, organizaciones parroquiales – no solo católicas, también los ortodoxos y los musulmanes están haciendo lo mismo – tratan de ver quiénes son las personas con más dificultad y redistribuyen la comida, intentan evacuar a los que están en las situaciones más difíciles, quizás de los lugares donde no tienen electricidad ni calefacción.
¿Cómo es el suministro?¿Se consigue comida y bebida, agua? ¿Hay problemas de suministros en todas partes o sólo en algunas?
Nosotros en la nunciatura nos preparamos con provisiones antes del comienzo de la guerra porque se percibía que la guerra era muy probable. Sé personalmente que algunas familias que no se lo creían, la guerra les sorprendió sin provisiones suficientes para más de dos o tres días. Gracias a Dios, en los últimos días alguna ayuda ha logrado llegar a Kiev. Además, hay organizaciones como Caritas o grupos de voluntarios que traen comida de ciudades cercanas, sabiendo que Kiev está expuesta a un ataque militar más fuerte. Siempre es gratis. La solidaridad es total. Es difícil saber en qué nivel están todas las familias y cuántos días pueden aguantar. Pero ciertamente la crisis humanitaria es muy fuerte.
¿Es usted capaz de salir y moverse por las calles en estos días?
Durante todo este periodo no he salido a la calle porque no es recomendable. Pero sobre todo me falta el tiempo. Me contacta muchísima gente, llegan peticiones y ofertas de ayuda humanitaria que en estos momentos es muy difícil de organizar. Porque hay mucha demanda y oferta, pero en regiones como el centro de Kiev, la logística es muy difícil. Por lo que nos vemos obligados a estar al teléfono todo el tiempo para manejar solicitudes y ayudas.
Pero puedo decir que la gente todavía puede moverse por las calles si bien es peligroso. Sobre todo los voluntarios que reparten, que llevan cosas a la gente más necesitada. El movimiento es muy difícil porque hay controles cada pocos metros. A partir de las 8 de la noche hay toque de queda y nadie sale, por ningún motivo.
¿Cómo describiría el estado de ánimo de la gente, sus sentimientos? ¿Están muy asustados, las personas que han permanecido en Kiev?
Ciertamente. No puedo hablar en nombre de toda la población, pero puedo hablar de las personas que veo personalmente: los sacerdotes, los voluntarios o los colaboradores de la nunciatura. Hay mucha preocupación, pero podría describir el estado de ánimo como “valeroso”. Sentimos que esta tragedia debemos enfrentarla juntos, ayudarnos y orar mucho. Veo mucho optimismo. A pesar de las grandes tragedias, veo optimismo entre muchas personas, sobre todo sacerdotes y religiosas. Sin embargo no creo que podamos encontrar ese mismo optimismo entre los enfermos que necesitan tratamiento o entre las mujeres que están dando a luz o con recién nacidos.
Hablemos sobre el conflicto. Era una guerra anunciada desde hace semanas, nadie creía que realmente fuera a pasar. ¿Cuál fue su primera reacción el 24?
El temor de que pudiera haber una guerra era muy alto, porque había indicios. Pero ciertamente es impactante, es algo surrealista, es como vivir en una película. Por eso me digo a mí mismo y también a muchas personas creyentes, que nuestras principales armas, por así decirlo, son la humildad, el abandono total en Dios, la solidaridad y el amor. Porque en cualquier caso si estamos cerca unos de otros, si estamos cerca de Dios, si somos fieles, Él mismo nos cuida. Y por eso, también en esta guerra, que no es una invención puramente humana, sino que tiene algo del Maligno, del demonio – porque toda violencia lo tiene; entonces solo podemos vencer el mal en esta guerra todos juntos, el mundo entero, con ayuno, con oración, con mucha humildad y amor.
¿Diría usted que hay un aspecto religioso en el conflicto?
Esta guerra tiene varias motivaciones, y algunos argumentos dicen tener cierto aspecto religioso. Lo considero completamente incorrecto. Si miramos a los ucranianos, por ejemplo, tenemos el Consejo de Iglesias y organizaciones religiosas de Ucrania que está muy unido en estos momentos, está cerca de la gente y se apoyan unos a otros. Esto no quiere decir que todas las dificultades hayan desaparecido porque es muy claro que algún malentendido interreligioso jugó un papel en el pasado. Solo que considero imposible utilizar este argumento para motivar una guerra, porque cuando hay dificultades en las relaciones interreligiosas hay que resolverlas de otra manera. Sorprendentemente, observo que las dificultades que veía antes en Ucrania se han reducido mucho en este momento. Así que el momento de la tragedia está uniendo al pueblo ucraniano. Esto no quiere decir que se mantendrá unido después, pero ya es una señal muy positiva.
El domingo durante el Ángelus, el Papa anunció que dos cardenales serían enviados a Ucrania. ¿Cómo siente el apoyo del Santo Padre?
Lo que dijo el Santo Padre revela que está haciendo y hará todo lo posible por su parte para que esta guerra acabe. No son sólo palabras, porque sé muy bien que él es buscando todos los caminos posibles para la Iglesia, espirituales y diplomáticos. Todo lo que es humanamente posible para hacer su contribución a la paz. Ciertamente el Papa – lo sé muy bien a través de sus colaboradores con los que tengo contacto varias veces al día – está evaluando varias posibilidades. Reflexionamos continuamente, qué más puede hacer el Papa directamente o por medio de sus colaboradores. Uno es el envio de los dos cardenales, el martes Cardinal Krajewski llegó a Ucrania para traer apoyo y ver de qué manera puede llegar ayuda humanitaria y con ello la presencia del Papa.
ACN ha lanzado una ayuda para las diócesis más necesitadas, especialmente para apoyar la labor que están realizando los sacerdotes y las religiosas. ¿Cómo de importante cree que es esta ayuda?
Cualquier ayuda que venga será muy apreciada. En el futuro es difícil saber cuáles serán exactamente las necesidades, pero hay muchas estructuras dañadas. Entonces, incluso a nivel estructural y organizativo habrá mucho por hacer porque hay cientos de escuelas, hospitales, casas destruidas. Las necesidades serán enormes. Llevará muchisimo tiempo.
¿Qué le gustaría decir a todos aquellos que se preguntan cómo ayudar a los ucranianos en este momento?
Me gustaría compartir un testimonio que me contaron hace unas horas, solo uno de tantos de Kiev. Anoche me contaron de una persona que había tenido esta visión en un suenno: En una ciudad destruida por la guerra, el buscaba a su familia. Jesús se acercó, él le pidió que le diera una mano y Jesús desde la cruz le contestó: “No puedes hacer las dos cosas juntas: No puedes crucifícarme y al mismo tiempo pedir mi ayuda. Debes elegir: O lo uno o lo otro». Cuando despertó, después de este sueño, después de esta visión, les dijo a todos que había decidido cambiar la vida, vivir una vida con Dios. Esto me afecta a mí y a todos los demás. Estos momentos dramáticos de la guerra nos empujan -como dice el profeta Isaías – a mirar a nuestro Dios con ojos nuevos, con ojos de confianza, de humildad y de conversión.