ACN.- Francis Gulzar irradia una afable serenidad pese a las dificultades por las que pasan los cristianos en su Pakistán natal. Odio, violencia, ataques y falsas acusaciones: durante años, la situación de la pequeña minoría ha sido adversa. El coronavirus la ha empeorado aún más.
«Ha sido una pesadilla terrible», así es como el vicario general de la arquidiócesis de Lahore describe sus sentimientos sobre la pandemia causada por el Covid-19 y el confinamiento que supuso. Más aún que el temor por la propagación de la epidemia, la preocupación de Gulzar ha sido la supervivencia de su comunidad, pues muchos cristianos, a los que ya se les había confiado los trabajos peor pagados, se quedaron literalmente sin paga y sin pan de la noche a la mañana como resultado de los cierres.
«Muchas personas acudieron a la parroquia, pues era el único lugar donde podían encontrar algo para comer», dice Gulzar. Las parroquias abrieron sus puertas: rápidamente se obtuvieron y distribuyeron alimentos para unas 500 familias necesitadas. Los fondos necesarios procedían, entre otros, de ACN. Otros donantes hicieron posible ayuda para más personas.
También amigos musulmanes hicieron donaciones, para el vicario general es importante destacarlo. En un país donde los cristianos sufren mucho debido a los extremistas, esto no es algo que se pueda dar por supuesto – quizás un resultado positivo de la miseria que ha causado la pandemia- explica el vicario general: «Lentamente se nos reconoce a los cristianos como parte de Pakistán… gracias a Dios». Su arquidiócesis de Lahore ha preparado durante mucho tiempo el camino del diálogo con los musulmanes. También durante los meses del Covid-19 hubo oraciones comunes, diálogos, acercamientos. «Gracias a Dios», repite Gulzar.
A pesar de todo, la situación sigue siendo tensa: entre los tristes recuerdos se encuentra el terrible ataque del domingo de Pascua de 2016 que costó la vida a 75 cristianos. Además, en la actualidad, hay muchas conversiones forzadas; niñas cristianas son secuestradas por los islamistas, hay sufrimiento y amenazas. ¿Pero rendirse, retirarse? Eso nunca, subraya el vicario general: «la fe de la gente de aquí es fuerte y el sufrimiento la hace aún más fuerte».
No rendirse nunca: esto también se aplica al Adviento y las Navidades en el tiempo de corona. Gulzar permanece exteriormente tranquilo, aunque sus palabras describen la miseria: «Las Navidades van a ser unas fechas difíciles para nosotros. Tenemos que encontrar nuevos modos de apoyar a las familias necesitadas», porque las dificultades materiales van acompañadas de soledad y falta de perspectivas después de meses de restricciones, especialmente entre los jóvenes.
«La situación es mala, pero gracias a Dios experimentamos que mucha gente está a nuestro lado», dice este sacerdote. «Gracias a ACN y a sus benefactores: con su oración y ayuda estamos conectados unos con otros».
Esta Navidad Da un regalo de fe para apoyar a que estas familias cristianas puedan enfrentar las injusticias y persecución ante las violaciones de sus derechos fundamentales. Ve a: bit.ly/2V7vhEm