Un misionero, antiguo compañero del papa León XIV en Perú, recuerda su dedicación a los pobres y los que sufren.

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El papa León XIV prestó servicio en Perú en un período difícil: los agustinos estaban amenazados por los terroristas y la población sufría lo indecible. “Se aseguró de que los pobres fueran tratados con dignidad”, afirma el padre Lydon.


 

El papa León XIV “escuchará el clamor de la Iglesia que sufre”, predice un misionero agustino que vivió y trabajó con el futuro pontífice durante diez años en Perú.

Como misionero en Perú y pese a sufrir amenazas en un momento difícil para el país, Robert Francis Prevost se mantuvo firme y alzó la voz en defensa de los cristianos cuya libertad y derechos fundamentales eran conculcados, afirma el padre John J. Lydon.

Este sacerdote conoce al actual papa desde sus días de estudiante en la Universidad de Villanova, aunque cuando realmente llegó a conocerlo fue en Trujillo, Perú, donde ambos trabajaron en una parroquia en las afueras de la ciudad. “Los agustinos con sede en Chicago, la ciudad natal del papa León, llevan desde 1963 realizando misiones en el norte de Perú. El padre Prevost comenzó a trabajar en la diócesis de Chulucanas en 1985, tres años después de su ordenación sacerdotal. De 1988 a 1999, lo destinaron a la ciudad de Trujillo, donde desempeñó diversas funciones”.

Al lado del pueblo a pesar del peligro

Ambos misioneros estuvieron en Perú en la década de los noventa, que fue una época de gran agitación en ese país sudamericano. “Estaba Sendero Luminoso, una organización terrorista”, explica el P. Lydon. “Nosotros intentábamos acompañar y apoyar al pueblo. Se daban muchas violaciones de los derechos humanos”. 

Sendero Luminoso, un movimiento de orientación comunista, quería expulsar del país a los extranjeros que ayudaban a los peruanos, explica el padre Lydon. “Nos amenazaron a nosotros y a nuestra parroquia y también a la sede episcopal del norte, donde colocaron bombas. Lo que pretendían era destruir el país para, a partir de las cenizas, construir una nueva sociedad”.

La provincia agustina del Medio Oeste, con sede en Chicago, quería que los misioneros contaran con un plan de evacuación, pero los padres Prevost y Lydon, así como la restante docena de agustinos extranjeros, consideraron que una respuesta más adecuada era “elaborar un plan sobre cómo acompañar a la gente en ese vía crucis, en lugar de marcharnos y dar la impresión de que los abandonábamos”.

Sendero Luminoso estaba activo en las montañas y eso provocó un éxodo hacia las ciudades. Muchos lo dejaron todo atrás y se instalaron en la zona de la parroquia de los agustinos, donde vivían sumidos en la pobreza. Los agustinos abrieron allí comedores sociales que siguen atendiendo a los pobres hasta hoy.

Años más tarde, tras cumplir dos mandatos como prior general de la orden mundial de los agustinos, el padre Prevost regresó a Perú, esta vez para servir como obispo de la diócesis de Chiclayo, desde donde escribió a ACN para agradecer a la fundación pontificia su apoyo a los proyectos de la diócesis que incluyen la formación de futuros sacerdotes, misioneros y catequistas, un aspecto muy importante para el nuevo papa León XIV.

Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) es una Fundación Pontificia que ayuda a los cristianos perseguidos o situación de pobreza. Apoya aquí: https://donativo.acn-mexico.org/page/quierodonar