«Quiero que mi hijo crezca en Irak»

ACN.- El futuro en algunas zonas de Iraq empezó para algunos cristianos hace tan sólo unas pocas semanas. Timoteo nació a mediados de mayo. «Espero de todo corazón que mi bebé pueda crecer en Irak. Dios encontrará el modo de conseguirlo», dice esperanzado su padre, Samir. Él y su esposa Siba, cristianos creyentes, acaban de ser padres por primera vez. Dentro de pocas semanas bautizarán a su hijo. Samir tiene 30 años, ella 25, y viven en Bartella, una población cristiana de la llanura de Nínive, cerca de Mosul, donde la mayoría de los habitantes es de confesión sirio-ortodoxa.

El pequeño descansa acurrucado en los brazos de su madre. Cuando sea mayor sus padres le contarán los difíciles momentos por los que pasó su familia los años anteriores a su nacimiento. En agosto de 2014 el Estado Islámico llegó a Bartella. Todos los cristianos huyeron de su ciudad presa del pánico ante los extremistas islámicos. Tanto las iglesias como sus casas fueron dañadas o destruidas, y casi todas  saqueadas.

ACN hace posible que los cristianos vuelvan a sus hogares  a través de un proyecto de grandes dimensiones que tiene como objetivo reparar las casas que el Estado Islámico hizo inhabitables. Gracias a este plan de ayuda más del 45 por ciento de las familias expulsadas en han podido regresar a sus hogares, más de 8.700 familias, según datos recogidos en junio de 2018.

Sin embargo Timoteo no pasará su primer año de vida en su casa, sino en una prestada. “La casa no nos pertenece. El propietario de esta vivienda vive en Suecia, pero gracias al programa de ACN podemos vivir gratuitamente durante un año en esta casa”, explica Samir con un gran sentimiento de agradecimiento. Para la joven familia es una gran ayuda. «Que Dios bendiga a los benefactores de esta fundación y los ayude en todas las fases de su vida. Están actuando conforme a las palabras de Jesús: no tenía posada y me diste cobijo».

Todo esto es posible porque la oficina de coordinación de la reconstrucción que apoya ACN impone una condición para reconstruir las casas destruidas o dañadas por el Estado Islámico: si el propietario no vive en su propia casa, la tiene que poner gratis durante un año a disposición de una familia necesitada, como en el caso de Samir y Siba.

Pero el tiempo pasa y en noviembre se cumplirá un año desde que los padres de Timoteo regresaron a Bartella y tendrían que pagar alquiler por la casa.  A pesar de todo Samir se muestra tranquilo y mira optimista al futuro: “vivo día a día como Jesús nos enseñó. Que Dios quiera darnos el pan de cada día”.

El pan de cada día lo gana Samir para su familia como profesor de inglés. “Preparo a los estudiantes para su ingreso en la universidad”. Da clases sobre todo a muchachos de un grupo étnico de religión islámica-chiita, Schabak o chabaquíes. Los musulmanes están creciendo  entre los habitantes de Bartella, porque muchos de los cristianos les venden sus tierras y emigran al extranjero, algo que preocupa profundamente a Samir.

Con clases de inglés se ganó también la subsistencia Samir cuando estaba de refugiado en los territorios autónomos kurdos. Allí buscaron protección la mayoría de los cristianos. «Naturalmente que fueron años muy difíciles. Apenas teníamos dinero. Sin la ayuda de la Iglesia no lo habríamos conseguido». Sin embargo, Samir no se planteó abandonar Irak: “Por supuesto que vivimos en un país inestable; pero a pesar de todo es nuestra patria.” Su mujer Siba le da la razón: «Amo a mi patria. La ayuda del Señor y mi marido me dan fuerzas para superar todas las dificultades».

Samir se alegra de que las cosas vayan saliendo adelante en Ninive. “La mayoría de las personas han vuelto a la vida. Todo es como antes”. Efectivamente, por todas partes se oye el sonido de martillos para subsanar los deterioros causados por el EI. Se está trabajando mucho para reconstruir todo lo destruido o dañado, como en la iglesia parroquial sirio-ortodoxa de Bartella, donde sin embargo todavía no se han eliminado todas las huellas de la invasión terrorista. Abuna Jakob, el párroco, muestra la iglesia reparada gracias a ACN; los muros son de un blanco brillante, el retablo de madera policromada, brilla con colores fuertes. Se han borrado las pintadas anticristianas de los terroristas del EI de los muros. Sólo hay una parte que se ha dejado tal cual, una camilla quemada, “la dejamos así conscientemente para que nos sirva de recuerdo por las horribles cosas que sufrimos. Con la ayuda de Dios y con la generosidad de los benefactores de ACN, estamos de nuevo aquí”.

Desde 2014 hasta junio de 2018, ACN ha proporcionado casi 39,7 millones de euros para proyectos en Iraq.

 

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