ACN.- En 1934, seis religiosas belgas pusieron rumbo a una gran aventura: partieron de Lisboa en barco y emprendieron un largo viaje para fundar el primer Carmelo en África Central, en lo que entonces era el Congo Belga. Su convento, que consagraron al Niño Jesús, se convirtió en esa región en la “cuna” de la vida contemplativa, dando lugar a numerosas vocaciones nativas y a la fundación de nuevos conventos.
El primer convento carmelita, fundado en la región de Kasai, se trasladó cincuenta años después a Malole, a la región de Kananga, en el centro de la actual República Democrática del Congo. En la actualidad, viven allí 18 religiosas nativas de edades comprendidas entre los 21 y los 88 años. La edad media es de 40 años.
Desde el punto de vista del espacio, las religiosas carmelitas viven apartadas del mundo, pero en su incesante oración llevan ante Dios las intenciones del mundo entero. Santa Teresita de Lisieux (1873-1897) resumía así la vocación a la vida contemplativa: “En el corazón de la Iglesia, quiero ser amor”.
El Carmelo está situado no muy lejos del seminario mayor, lo cual es oportuno, pues las Hermanas se dedican especialmente a rezar por las vocaciones sacerdotales y por la santificación de los sacerdotes en el silencio de su clausura. Este silencio se rompió en 2017, cuando se produjeron brotes de violencia en los que tanto el convento carmelita como el seminario de Cristo Rey fueron atacados y saqueados. Incluso se quemó parte del seminario mayor. Gracias a Dios, no hubo muertos ni heridos, pero no fue la primera vez que las religiosas sufrieron ataques en un país asolado desde hace décadas por guerras civiles y violencia, de las que también son víctimas con triste regularidad las iglesias e instituciones eclesiásticas.
No obstante, los habitantes de la ciudad de Malole están contentos con la presencia de las Hermanas y con el Carmelo, en el que se celebra la Santa Misa todos los días. Sin embargo, los creyentes son pobres, por lo que apenas pueden apoyar a las religiosas. Por esta razón, ACN ha prometido a las Carmelitas una subvención de para su sustento.
Referencia: 115-06-39