Se edifica con apoyo de ACN la Catedral de Basankusu en el Congo

ACN.- La Iglesia en la República Democrática del Congo se encuentra en una difícil situación, especialmente en el este del país, donde desde hace décadas hay una guerra por las codiciadas minas de materias primas. Las consecuencias de ello se aprecian también en la diócesis de Basankusu, que se encuentra al noroeste y que está dirigida por Mons. Joseph Mokobe Ndjoku. Allí, desde hace algún tiempo se alza entre el paisaje una impresionante iglesia en construcción. La Fundación Pontificia Internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada apoya la financiación del proyecto desde hace muchos años. Ahora ha comenzado a tomar perfiles claros, en medio de campos verdes.

Pero la economía en ruinas, marcada por la corrupción y la ineficacia, deja sus huellas por todas partes. Por ejemplo, en muchos lugares la infraestructura está muy deteriorada, o apenas existe. Para Mons. Joseph Mokobe Ndjoku y sus colaboradores, esto significa que en sus visitas a la diócesis, de 77.000 metros cuadrados, muchas veces solo se pueden mover por los ríos, en canoa, porque las carreteras están impracticables. Para recorrer unos 300 kilómetros precisa más de dos días.

Para finales de 2017 se han previsto elecciones en el país; pero los preparativos se están encallando; las mesas redondas, en las que la Iglesia mostró su compromiso una y otra vez por conversaciones en pro de la paz y por una renovación de los sectores enfrentados en la sociedad, ya no se celebran, según declara Mons. Mokobe. La explotación, bien conocida, de las riquezas del suelo y las devastadoras repercusiones sobre las personas quedan sin solución. Una de las exigencias centrales de la Iglesia, por tanto, es: «celebrar las elecciones previstas».

El nuevo templo motiva a los fieles

En medio de esta situación, sin embargo, surgen signos de esperanza. Un ejemplo es la Catedral, ya casi terminada, de Basankusu. Para las personas que allí viven se ha hecho visible y palpable algo más que un edificio. «Sin un tejado no hay comunidad», reza un dicho congolés. Ahora que la Catedral se alza de entre el terreno, «se sella para las personas que allí viven la comunidad de los creyentes», explica el Obispo. Aquí se reunirán, en la oración o en actividades de formación, para celebrar la Misa y para festejar, haga sol o llueva. «La catedral es, para ellos, una motivación perenne, esculpida en piedra, para comprometerse ellos mismos por el bien común». «Es un signo de pertenencia a la gran familia de los creyentes, también más allá de las fronteras». Y, de ese modo, también un eslabón con los donantes de todo el mundo de ACN, que han contribuido a la financiación de esta Catedral. Al mismo tiempo, el nuevo templo es signo del requerimiento a «comprometerse como católico en el Congo por la paz, según el espíritu cristiano», según dice Mons. Joseph Mokobe Ndjoku. Describe a la Catedral como el punto de apoyo, el quicio para nuevas acciones en este sentido, a pesar de la austera vida diaria. La inauguración de la Catedral está prevista para la próxima primavera.

 

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