ACN.- Después de su viaje a Venezuela, Vildoso, quien visitó once jurisdicciones del centro y oeste del país, explicó en una entrevista con ACN, la situación actual del país y de la Iglesia y cómo esta sigue estando muy viva en medio de las dificultades.
¿Cómo describiría la situación actual del país?
Se nota que es un país que en algún momento ha gozado de una buena situación económica. Es un país muy rico en recursos energéticos, como petróleo y gas. Uno puede ver que hay una muy buena infraestructura, por ejemplo. Yo destaco las carreteras. El país está bien conectado con autopistas que están en buen estado. Pero al mismo tiempo el país vive una situación de pobreza muy grave, donde los números macroeconómicos hablan por sí mismos. Una persona que trabaja para el Estado, por ejemplo en salud o educación, gana un sueldo promedio de USD$6 a USD$12 mensuales, y el costo de la canasta básica familiar por mes es aproximadamente USD$200 para una familia de cinco personas. Además, la industria en general está paralizada o significativamente mermada, como la industria petrolera que está por debajo del nivel mínimo de producción.
¿Esta situación afecta a toda la población?
Venezuela se ha convertido un país de contradicciones. A pesar de la crisis económica y social, recientemente se han abierto casinos, negocios de venta de autos como Ferrari, pistas de karts, un moderno estadio de béisbol nuevo e incluso la construcción declínicas privadas; todo esto, de alguna manera reservado a “los enchufados”, aquellos que están ligados al régimen actual.
¿Cómo describiría la situación de la Iglesia actualmente?
He encontrado una Iglesia muy viva, muy unida y alegre, a pesar de que le toca avanzar cuesta arriba. Se ve que Dios está allí, sosteniendo esta comunidad; él es su fortaleza. Desde el punto de vista social, hay muchas iniciativas en la educación y en la salud. Junto con la ayuda material, los católicos también reciben el pan espiritual a través de distintas actividades. Me conmovió mucho ver el compromiso de los laicos con la Iglesia. En medio de la carencia, han mostrado su generosidad con sus pastores, poniendo a su disposición sus vehículos, su saber y su experiencia para organizar iniciativas pastorales, por ejemplo para realizar distintos encuentros. Cada uno, tenga más o menos, aporta según sus capacidades.
Hay lugares donde faltan sacerdotes. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas extranjeros han tenido que salir del país porque no les han renovado sus permisos de residencia. Además, algunos sacerdotes y obispos se sienten cansados, pues no ven una luz al final del túnel a corto plazo. Es por eso que es necesario ayudar al clero, contribuir con su renovación espiritual, pero sobre todo hacerlo de una manera preventiva, y para no llegar tarde a solucionar los problemas.
¿Existe algún tipo de persecución a la Iglesia?
El control que ejerce el gobierno sobre la población en general es evidente, especialmente a través de las alcabalas, que son puestos donde siempre hay un policía que vigila por ejemplo en las estaciones de gasolina. El control también se da en los medios de comunicación. El control de la población es de alguna manera control sobre la Iglesia. En algún momento, el gobierno ha arremetido en contra de la Iglesia. Después de la celebración de una misa un sacerdote recibió a los pocos días una carta de parte del gobierno que le decía: “¡Esta fue su homilía!”. La Iglesia de alguna manera está arrinconada.
¿Qué salidas se ven para afrontar la situación en la que se encuentra el país?
Los obispos piensan y creen que el cambio vendrá con las futuras generaciones. Por eso, han puesto énfasis en apoyar a los jóvenes mediante creativas iniciativas pastorales para conectar con ellos. En la pastoral social, muchos jóvenes llevan a cabo un servicio primordial. Venezuela tiene 7 millones de personas fuera del país, que justamente coincide con jóvenes profesionales. Por ello, la juventud está recibiendo una atención especial para evitar la emigración.
¿Y cómo es la respuesta de los jóvenes?
El obispo la diócesis de San Carlos Cojedes nos invitó a un encuentro de jóvenes, no teníamos idea de la magnitud de dicho encuentro. Allí, vimos más de 500 jóvenes conversando con el obispo, haciéndole preguntas muy interesantes y nos invitaron al diálogo. Yo salí muy renovado en la misión y fue muy bonito dar mi testimonio de vida matrimonial en medio de tantos jóvenes que quieren encontrar su vocación, probablemente unos llamados a la vida consagrada o religiosa y otros a la vida matrimonial, mostrándoles que es posible vivir la vida cristiana desde diversas vocaciones.