Ya son 4 años de la muerte del sacerdote Kakule en el Congo

ACN.- Jean Paul era un joven cualquiera de Vitchumbi, en el territorio de Rutshuru, hasta que sintió la llamada del Señor. En un país donde, solo en la región este, en 2014 había unos 20 grupos militarizados diferentes, no debió ser una decisión nada fácil. El Obispo de Goma, Diócesis de la que formaba parte Kakule, afirmaba que: “la simple presencia de clérigos en la región supone una fuente de irritación para los criminales”.
Tras su ordenación, el Padre Kakule fue vicario en la parroquia de Kabasha, en Kanyabayonga, y tesorero en la parroquia de Mweso, donde este sacerdote congolés fue asesinado tan solo 2 años después de su ordenación.
Después de su ajetreado día, a las 21:30 horas del 25 de febrero de 2015, el Padre Kakule se disponía a cerrar la parroquia hasta el día siguiente cuando descubrió unos hombres armados que se habían escondido dentro.
Al intentar persuadirles de que debían irse, dispararon sin dudarlo alcanzando al Padre Kalule en la cabeza y el abdomen, provocando que muriera al instante a sus 33 años. Con la misma edad que Cristo, el Padre Kakule murió dando su vida por amor a sus hermanos y su parroquia.
El del Padre Kakule no es el único caso de mártires en la República Democrática del Congo. Desde 1992, la Iglesia Católica ha sufrido la pérdida de 10 sacerdotes y 6 religiosas a manos de grupos militarizados. En noviembre de 2014, otro sacerdote de esta misma parroquia había escapado por muy poco de la muerte y, aún hoy, no hay noticias de los tres religiosos asuncionistas secuestrados a finales de 2012. Cuatro años después, quizás hoy cobren más sentido las palabras del Papa Francisco a los refugiados y desplazados del campo de Bangui, en República Centroafricana en noviembre de 2015, pocos meses después de que el Padre Kakule fuera asesinado, un mártir del siglo XXI: “Podemos vivir en paz en cualquier etnia, la cultura, la religión, el estado social, pero todos en paz, porque todos somos hermanos (…) La paz, sin amor, sin amistad, sin tolerancia y sin perdón, no es posible.”
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