«Ahora y en la hora de nuestra muerte»

ACN.- Noviembre es el mes dedicado a rezar por los difuntos. En la región amazónica de Brasil, antes de que la Iglesia tomara la iniciativa, lo que debiera ser una obra de misericordia era solo una fuente de explotación. La Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) apoyó a esta transformación.

En el Mato Grosso, en el centro-oeste de Brasil, en la región amazónica, se encuentra la Diócesis de Juína. Allí ocurrió un accidente de automóvil en el que murieron una joven madre y su hijita, y que dejó viudo al padre con dos hijos. Sensibilizada con la situación de la familia, la AME (Associação Ministério de Esperança), una funeraria comunitaria creada por la Diócesis de Juína, se puso en marcha para dar su primer servicio. Aún sin toda la preparación, pero con toda su buena voluntad, los voluntarios se aprestaron a ayudar a la familia.

Una parte del equipo prestó consuelo y apoyo al viudo, mientras otros fueron en busca de los féretros. Un trabajo difícil, con poca estructura, pero marcado por la emoción. En vista de la precaria situación económica de la familia, la AME realizó el funeral gratuitamente. El viudo era un hombre de fe que después se unió como voluntario al equipo.

La gente perdía sus tierras para enterrar a sus familiares

Antes de la AME había una única funeraria en Juína, que cobraba unos precios muy elevados. De acuerdo con el testimonio de personas cercanas a las familias, y según explica Mons. Neri José Tondello, Obispo de Juína, “la gente perdía sus bienes a la hora de sepultar a un ser querido, incluso perdían sus tierras, y eso sin contar el mal trato y la falta de profesionalidad”.

La idea de crear una nueva funeraria surgió cuando el primer Obispo de la diócesis, Mons. Franco Dalla Valle, se dio cuenta de que era preciso tomar medidas para socorrer a la gente, actuando no solo en las situaciones que se presentaran en vida, sino también a la hora de la muerte. Él mismo ideó una funeraria comunitaria cuyo objetivo era reducir al máximo los gastos que acarrea un entierro –contando con mano de obra voluntaria– y que, además, ofreciese un trato humano, confortando con la esperanza cristiana a los que lloran la muerte de un familiar. Mientras trabajaba en la elaboración del proyecto, le llegó la hora de su propia despedida. Mons. Franco falleció el día 2 de agosto de 2007, antes de ver hecho realidad su sueño. Sin embargo, gracias a la disponibilidad de los voluntarios, su obra no se estancó. Cuando Mons. Neri José se hizo cargo de la Diócesis de Juína, decidió que uno de los principales objetivos sería dar continuidad a los proyectos de su antecesor.

Con la ayuda de la fundación internacional ACN, la funeraria fue uno de los primeros proyectos en hacerse realidad, y fue así como nació la AME.

Victimas del hostigamiento

Al principio, los voluntarios se repartían todas las tareas a la hora de atender las necesidades que iban surgiendo. Familias pobres, indigentes, comunidades indígenas, etc. todos eran atendidos con amor y respeto por la Asociación. Poco a poco, el excelente trabajo de la AME se ganó el reconocimiento no solo de los habitantes de Juína, sino también de los de las ciudades vecinas, que también empezaron a acudir en busca de sus servicios. Incluso personas con recursos pasaron a optar por la AME debido a su cuidado de la dignidad humana.

Como consecuencia, los que llevaban años lucrándose –mucho más allá de lo justo– con el dolor ajeno, reaccionaron negativamente. No fueron nada fáciles los comienzos, y los voluntarios fueron víctimas de cierto hostigamiento. No obstante, nunca dejaron de creer en el proyecto.

La razón de ser de la AME no es meramente profesional, sino que reside principalmente en transmitir paz y esperanza en la resurrección a aquellos que llegan para velar a un amigo o a un pariente. El edificio de la funeraria cuenta con un cuarto para pernoctar, una sala de descanso para los familiares y un comedor. Incluso los ornamentos fúnebres básicos se pueden utilizar sin costo alguno. La idea de Mons. Franco ha tenido tanto éxito que ya se ha expandido a otras ciudades como Aripuanã y Colniza.

La Asociación Ministerio de Esperanza es una obra de misericordia que pudo concretizarse también porque ACN, a través de sus benefactores, apoyó la reforma del edificio donde tiene su sede la AME y la adquisición de una camioneta para transportar los féretros. Gracias al empeño de muchas personas implicadas, la explotación anterior cedió ante la esperanza y la acogida por personas que, de forma voluntaria, hacen su trabajo con amor y dedicación al prójimo.

ACN continúa ayudando a la diócesis de Juina en Brasil, especialmente en la pastoral de jóvenes y la pastoral con la población indígena. Juina tiene nueve diferentes grupos étnicos diseminados por 150 pueblecitos.

 

 

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