Daesh da por perdida la ciudad de Mosul en Irak

ACN.- Los dirigentes de Daesh han traslado su centro de operaciones a Tal Afar, y han dado por perdida la ciudad de Mosul en Irak donde han permanecido durante los últimos tres años. Este cambio reaviva la tensión entre las milicias chiíes, apoyadas por Irán y que rodean la ciudad de Mosul desde hace seis meses, con el Ejército iraquí, este último con el resplado de EE.UU. Ambas fuerzas intentan liderar el asalto al último bastión yihadista en Irak. Uno de los líderes de Daesh en Irak, Abú Bará al Mawseli, situó en Tal Afar lo que denominó «el nuevo cuartel general del califato», según el sermón que pronunció en la oración del viernes y que recogió la cadena Al Sumaria.

Según publica el diario ABC Al Mawseli ha confirmado de esta manera la derrota de sus hombres en Mosul, donde la batalla en la ciudad vieja se libra casa por casa. Alrededor de trescientos yihadistas resisten hasta la muerte en puntos aislados y por ello la victoria militar se resiste, pero ya no quedan ninguna zona bajo control de Daesh.

Pero aunque el primer ministro, Haider Al Abadi, ya dio por derrotado al «califato»,aún no se percibe un silencio en cuanto a las armas y con la toma de Mosul en su recta final, las miradas apuntan ahora a Tal Afar. Esta ciudad de Irak a 65 kilómetros al oeste de Mosul tenía 200.000 habitantes antes de la llegada de Daesh, tres cuartas partes de ellos turcomanos, y en los últimos tres años se ha convertido en zona de acogida para yihadistas que huyeron de bastiones perdidos como Ramadi, Faluya, Tikrit y, ahora, Mosul.

 Aydin Maruf, líder del Frente Turcomano en Erbil ha expresado con respecto a esta situación que esta es «la gran batalla final y por eso será la más complicada». Y agrega que a esto se le suma la lucha interna entre Abadi y las Unidades de Movilización Popular, las milicias chiíes que rodean Tal Afar y solo esperan la orden de Bagdad para lanzar el asalto definitivo, pero esa orden no llega.

Estas milicias se crearon en 2014, cuando el ayatolá Sistani, líder religioso de los chiíes de Irak,  lanzó un edicto islámico que frenaría el avance de Daesh cuando amenazaba con llegar hasta Bagdad. La respuesta fue inmediata y, ante la desbandada de las fuerzas armadas, fueron estos paramilitares quienes llevaron el peso de la lucha antiterrorista hasta el pasado octubre, cuando Bagdad lanzó la operación sobre Mosul con liderazgo del Ejército. Sus detractores les acusan de graves violaciones de los derechos humanos contra la minoría suní y de tener una agenda sectaria marcada por el vecino Irán.

A pesar de la derrota del «califato», los iraquíes tienen la certeza de que «Daesh no se va a terminar tan pronto, pues esta es una organización con potentes lazos regionales y mundiales», comenta el diputado Aydin Maruf. Como dirigente de la minoría turcomana del país prefiere que «la operación final quede en manos del Ejército:«Tememos las ansias de venganza de las milicias que, como Daesh, también trabajan para implementar la agenda de un país vecino», aclara este político sin referirse directamente a las potencias regionales que, como en Siria, están detrás de la miniguerra mundial que sufre Irak. Mientras que los turcomanos chiíes escaparon nada más llegar Daesh, unos 10.000 miembros de esta minoría, pero de la secta suní, decidieron quedarse en Tal Afar.

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