ACN.- Las ciudades cristianas de Bartella y Karamlesh fueron recientemente liberadas del control del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS), como parte de las ofensivas del ejército iraquí y la peshmerga kurda. Mientras los yihadistas pierden el control del territorio, va quedando en evidencia su legado de destrucción de las ciudades, especialmente de los templos cristianos.
Así lo explicó a ACI Prensa Tanneguy Roblin, jefe adjunto de la misión de SOS Chrétiens d’Orient (SOS Cristianos de Oriente) en Irak. El ejército iraquí y la milicia kurda expulsaron a ISIS de Bartella el 21 de octubre, mientras que el 24 lograron liberar Karamlesh después de intensos combates.
En declaraciones el 24 de octubre, Roblin lamentó que en Bartella “las iglesias fueron saqueadas y algunas quemadas. Todo el pueblo está minado y ahora es necesario que se inicie un trabajo de desminado”.
Desde el 17 de octubre, las fuerzas del ejército de Irak y las milicias peshmergas kurdas han avanzado hacia Mosul, la tercera ciudad más grande del país, tomada por el Estado Islámico en 2014. En su camino han liberado y sitiado una serie de ciudades.
En el caso de Qaraqosh, la ciudad cristiana más grande de Irak, Tanneguy Roblin explicó que “la mitad de la ciudad estaría bajo el control de las fuerzas iraquíes y de los combatientes cristianos que tomaron parte de las batallas”.
“Esperamos una liberación bastante rápida”, aseguró.
Bashiqa también se encuentra sitiada, explicó, mientras que Batnya “aún enfrenta numerosos combates. Atestigüé un ataque a esta, pero el pueblo aún no está liberado”.
De otro lado, el poblado de Tel Kief permanece en manos de ISIS, aunque “hay un ataque en curso”.
En recientes declaraciones recogidas por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, Mons. Louis Rafael Sako, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, expresó su esperanza de que “la liberación de Mosul y la Meseta de Nínive que ha comenzado pueda ser exitosa”.
“Tras la liberación y al final de estos conflictos, los gobiernos occidentales involucrados deberían asistir a los refugiados para que regresen a sus hogares; dar seguridad a las zonas de conflicto; proveer protección completa para ellos; restaurar sus derechos y propiedades; contribuir a la reconstrucción de pueblos y ciudades; compensar los daños resultantes y ayudar a la restauración del legado cultural y religioso de todos sus componentes”, señaló Mons. Sako.