ACN.- El islamismo radical volvió a atacar Indonesia el pasado 13 de mayo. Momentos de angustia y desolación se vivieron después de los atentados perpetrados en tres iglesias cristianas de diferentes confesiones en Surabaya, la segunda ciudad más grande del país.
Maria Lozano, de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) entrevista al sacerdote Franz Magnis-Suseno, jesuita de origen alemán con nacionalidad indonesia que vive desde hace más de 45 años en este país. En la entrevista el padre Magnis-Suseno, profundo conocedor de las religiones en Indonesia, explica la reacción del país ante la ola de atentados y se muestra optimista respecto a la unidad nacional, defendida por el sistema democrático existente basado en la Pancasila.
El domingo 13 de mayo tres iglesias de Surabaya, en la parte oriental de la isla. ¿Por qué eligieron los terroristas Surabaya? ¿Corre esta ciudad un riesgo especial por alguna razón?
No hay ninguna razón especial por la que estos actos de terror ocurrieron en Surabaya. La única es que la familia involucrada y que casi seguro tenía una relación o pertenecían al Estado Islámico, vivía en Surabaya o cerca de esta. En esta ciudad los cristianos nunca han tenido ningún problema en este sentido.
La primera explosión tuvo lugar en la iglesia católica de María Inmaculada a las siete y cuarto de la mañana. ¿Qué fue lo primero que pensó cuando se enteró de la noticia?
Yo me enteré por las redes y luego por los periódicos. Los atentados han tenido una amplia repercusión en Indonesia. Lo primero que se me vino a la cabeza fue: “Otra vez». Porque me acordé de que el año pasado tuvimos el atentado en Yogyakarta, donde el P. Jimmy Prier, jesuita como yo, recibió un impacto en la cabeza.
¿Cuál ha sido la reacción de la comunidad cristiana indonesia? ¿Tienen miedo?
Se piensa que los terroristas indonesios persiguen sobre todo dos objetivos en sus ataques: la policía indonesia y los ‘paganos” (‘heathen’ en inglés o ‘kafir’ en arabe), a los que para los extremistas – y solo para ellos – pertenecen los cristianos, budistas y otras religiones. Pero en general la comunidad cristiana no tienen miedo en absoluto. Los cristianos han observado y comentado sobre todo las reacciones de sus hermanos musulmanes.
¿Y cómo ha sido la reacción de la comunidad musulmana?
Por un lado los representantes de la mayoría musulmana moderada, especialmente la corriente Nadlatul Ulama (NU) que con más de 40 millones de miembros es la mayor organización islámica del mundo y que se han posicionado rápida y enérgicamente. Por otro lado, algunos que siguen la línea más dura del Islam han sugerido que estos atentados han sido manipulados por el Gobierno del presidente Joko Widodo y personas afines con el fin de proyectar una mala imagen del Islam. Pero la mayoría de los musulmanes rechazan esta teoría. La mayoría de los musulmanes, por ejemplo, los taxistas que yo he oído, condenan duramente este y los demás actos de terror.
La policía ha identificado al grupo Jemaah Ansharut Daulah (JAD) como el autor que está detrás de los atentados. ¿Quiénes es este grupo?
Es una de las organizaciones yihadistas clandestinas, yo diría que una de las más extremistas. Recluta a sus miembros entre los extremistas que han regresado de luchar en Siria, se calcula que hay entre 500 y 1000 musulmanes que han vuelto…
¿Y por qué ahora?
«Podría ser una señal para otros grupos terroristas, para que inicien o intensifiquen una ofensiva terrorista, sobre todo contra la policía, similar a la que ocurrió en Palembang. Esto dañaría políticamente en realidad a los defensores de la línea dura: grupos no terroristas que iniciaron una ola populista islámica hace un año y medio, con el fin de deponer a nuestro presidente y reemplazarlo por alguien más islámico. Pero en el caso de los atentados a las iglesias en Surabay asi como a las comisarías policiales unos días después en otras partes del país es probable que las tres famílias involucradas actuaran sin un plan político general, únicamente por ‘devoción terrorista’, para tener la garantía de llegar al cielo.»
Usted lleva trabajando en Indonesia más de 45 años y ha dedicado su vida al diálogo interreligioso, a tender puentes entre religiones. ¿Estas terribles noticias no resultan deprimentes y desalentadoras para usted?
De ningún modo. Estamos empezando a aceptar que tendremos que vivir con el terrorismo. En mi opinión, esto podría fortalecer al Islam moderado y, por otro lado reafirmar a Indonesia en sus principios ideológicos fundamentales de la Pancasila, que significa que Indonesia pertenece a todos los indonesios independientemente de su religión. O sea que el terrorismo aumentará el rechazo de la línea dura del Islam. La imagen de la familia involucrando a sus dos hijos pequeños es aborrecible para muchos indonesios.
Usted es profesor de Filosofía en el centro ‘Driyarkara School of Philosophy’ en Yakarta, donde un buen número de los estudiantes de los programas de máster y doctorado son musulmanes. Así conoce a la rama “más abierta” del Islam, pero, por otro lado, parece que el radicalismo islámico está creciendo en todo el mundo, también en África y Asia… ¿Cuál es su análisis acerca de esta tendencia?
Carezco de una visión global, pero en Indonesia el futuro todavía es incierto. Tenemos a los antiguos «abangan» que son los habitantes de Java ligeramente influenciados por el Islam y que, aunque ahora recen y ayunen, rechazan enérgicamente las normas islámicas. Así mismo están los “nacionalistas” que en 1945, cuando Indonesia proclamó su independencia se aseguraron de que Indonesia no se convirtiera en un Estado islámico. Pero además contamos con dos grandes organizaciones indonesias de fuerte motivación islámica que rechazan claramente el terrorismo islámico. Dichas organizaciones son la ya mencionada NU, más presente en el ámbito rural y de carácter tradicional, y la Muhammadiyah, centrada en las ciudades y en la educación. Cuanta con más de 100 universidades. Muy importante también, si no decisivo, es el sentimiento de la identidad nacional de Indonesia. Los extremistas como los de Hizbuth Tahrir que aspiran a un califato islámico y fue prohibido el año pasado son acusados por otros musulmanes de no respetar la identidad indonesia.
Mientras 50% de los indonesios de bajos ingresos sigan creyendo – como ahora – que con el sistema democrático existente basado en la Pancasila sus hijos tendrán un futuro mejor, Indonesia no se volverá islámica.
Por tanto, aunque en Indonesia se perciba claramente la ola internacional del extremismo islámico, los indonesios tienen una identidad nacional y cultural extremadamente sólida. Pero no todo está bien. La politización del Islam por intereses políticos personales supone un peligro real.
¿Hay algo que podamos hacer?
Sin duda, Indonesia se volverá más islámica, pero esperemos que sea en el marco constitucional y democrático existente. Para nosotros, los cristianos, está claro: tenemos que establecer relaciones positivas de confianza con el Islam mayoritario en Indonesia, y esto, dicho sea de paso, ellos lo aprecian mucho. La Iglesia católica indonesia ha tomado la iniciativa desde hace más de 30 años, y estas relaciones están dando sus frutos (desde hace 20 años, muchas de nuestras iglesias son protegidas en Navidad y Pascua por la Banser, las milicias de la Nadlatul Ulama (NU).