ACN.- Camerún está sumido en un conflicto político y social que afecta a las zonas anglófonas y francófonas. La que fuera una colonia alemana a finales del siglo XIX fue dividida, tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, en el Camerún francés y el Camerún británico. En 1961, ambos se unieron en un Camerún independiente. Sin embargo, la población de las regiones anglófonas -ubicadas en el suroeste y el noroeste del país- se han sentido marginadas por las autoridades francófonas, a las que acusan de imponerles la lengua y las tradiciones francesas y a las que exigen una mayor autonomía y respeto por sus costumbres.
Los disturbios en Camerún empezaron a empeorar en el año 2016, cuando la comunidad anglófona comenzó a exigir la vuelta al sistema federal. Durante este tiempo se han registrado diversos choques violentos entre el Gobierno y los militantes secesionistas que piden la independencia de la autoproclamada República de Ambazonia (o la República Federal del Camerún Meridional). El ejército no ha escatimado el uso de la fuerza a la hora de reprimirlos y como resultado, más de 500 personas han muerto y más de 200.000 han tenido que huir.
Para conocer el origen y la actualidad de esta situación, Maria Lozano, de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) entrevista a Mons. Michael Bibi, Obispo Auxiliar de Bamenda, una arquidiócesis mayoritariamente anglófona del noroeste de Camerún muy afectada por el conflicto.
MARIA LOZANO: Solo para profundizar un poco en el trasfondo: ¿Qué pasó en 2016? ¿Cuál fue el desencadenante de la crisis?
Mons. Michael Bibi: La crisis arrancó en 2016 cuando los abogados de las regiones anglófonas solicitaron que la Ley OHADA se tradujera del francés al inglés, para que toda población pudiera entenderla correctamente. A raíz de esto, se organizaron manifestaciones, siempre pacíficas, pero aun así se enviaron a los militares para impedirlas. Los abogados hicieron un boicot para pedir que no se enviaran abogados francófonos a los tribunales anglófonos y que los casos se tramitaran en inglés y no en francés.
En noviembre del mismo año los maestros convocaron una huelga para el día 21, era una protesta por haber enviado a las regiones anglófonas profesores francófonos que no hablaban correctamente inglés. Reivindicaban que hubiera profesores de habla inglesa en las regiones anglófonas. Estas reivindicaciones también fueron objeto de represión y, de hecho son la causa principal del problema actual.
Algunos medios de comunicación hablan de una amenaza de guerra civil en Camerún. ¿Cree usted que la situación es tan grave?
La situación es muy grave. Desde sus inicios en 2016, la cuestión ha ido degenerando y empeorando. De la traducción de documentos, la transferencia de maestros y el restablecimiento del sistema educativo inglés, se pasó a la reivindicación de una federación de dos estados y finalmente a la secesión del Camerún francófono. Desde febrero de 2018 ha habido muchas víctimas mortales entre los militares y entre los que defienden la causa anglófona. Estamos atravesando una situación de gran inseguridad, y si las cosas no se resuelven lo antes posible, nos veremos abocados a lo peor.
Las recientes elecciones del 7 de octubre, ¿tendrán algún efecto ante la crisis? ¿Cree usted que se pueden dar pasos positivos y productivos?
En mi opinión, el presidente puede resolver este problema si decide reunir a la gente y dialogar con ella. Lo que ha ocurrido hasta ahora es que el Gobierno ha enviado siempre a funcionarios y no ha servido para resolver el problema. Creo que el silencio del presidente ha sido uno de los motivos por los que la gente se ha radicalizado. Si sale y les habla a todos los cameruneses como si fueran sus hijos, estoy seguro de que lo escucharán. Necesitamos un diálogo franco y sincero para solucionar el problema, y para ello es preciso que ambas partes hagan gala de humildad.
La Conferencia Episcopal Camerunesa ha señalado que ha habido serias irregularidades en las regiones anglófonas y que muchos habitantes no pudieron votar debido a la inseguridad. ¿Cómo es actualmente la situación de la seguridad?
Casi todos los días en la región anglófona y, sobre todo, en Bamenda, que es de donde yo vengo, hay disparos ya sea de los militares, ya sea de los denominados Amba-Boys, los combatientes separatistas de Ambazonia. En la región reina la inseguridad, y por ello no se pudieron celebrar elecciones en algunas zonas, o en otras votaron solo pocas personas, protegidas por una fuerte presencia militar. Sí, hay inseguridad en la región. Casi el 95 por ciento de los votantes de ambas regiones no pudieron votar a causa de la inseguridad.
¿Es posible desplazarse de un lugar a otro? ¿Y qué hay de la labor pastoral de la Iglesia, cómo se ve influenciada por la crisis?
En ambas regiones es difícil el movimiento. En la región del noroeste las carreteras están constantemente bloqueadas por los Amba-Boys, hay puentes destruidos y árboles que cortan los caminos y que entorpecen enormemente el tráfico. Algunos días las carreteras están abiertas y otros días están cortadas. Todo esto hace que sea muy difícil desplazarse de un lugar a otro, y esta circunstancia afecta enormemente a la labor pastoral, pues la mayoría de los párrocos no pueden abandonar su misión para ir a las filiales. También a los Obispos les resulta muy difícil realizar sus visitas pastorales desde junio. La semana pastoral de la Archidiócesis que iba a celebrarse en los próximos días ha sido cancelada porque la gente no podía trasladarse a la ciudad. Lo mismo en Bamenda, algunos días es posible circular pero otros muchos no, y eso durante días y días, más de una semana. Los lunes hay muchas localidades que parecen zonas fantasmas porque las tiendas y los negocios están cerrados. No es posible desplazarse.
Poco antes de las elecciones, el 4 de octubre, Gerard Anjiangwe, un seminarista de su Archidiócesis de Bamenda, fue asesinado frente a la iglesia parroquial de Bamessing en el municipio de Ndop del departamento de Ngo-Ketunjia. ¿Qué ocurrió?
Alrededor de las 9:30 de la mañana, al final de la Santa Misa, los fieles fueron saliendo pero Gerard Anjiangwe y algunos lectores se quedaron en la Misión preparándose para la liturgia del día siguiente. Una camioneta militar que venía de Ndop se detuvo en la entrada de la carretera que conduce a la Iglesia. Unos militares se bajaron de la camioneta y comenzaron a disparar. Algunos de los monaguillos que iban de camino a casa regresaron a la iglesia mientras que otros se escondieron en los arbustos cercanos. Los lectores que estaban con Gerard cerca de la sacristía, al ver que venían los militares corrieron hacia la sacristía y cerraron la puerta, mientras que Gerard, que todavía estaba afuera, se postró en el suelo rezando el rosario. Los militares intentaron abrir la puerta de la Iglesia pero no tuvieron éxito. Se acercaron a Gerard que yacía postrado en el suelo y le pidieron que se pusiera de pie, algo que hizo sin dudar. Después de interrogarlo, le pidieron que se acostara de nuevo. Luego, recibió tres disparos en el cuello y murió al instante. Gerard era el único hijo de la familia, su padre es catequista. Ha sido muy duro para ellos.
¿Por qué cree que fue asesinado?
Resulta difícil saber con exactitud por qué fue asesinado Gerald, pero una de las hipótesis es que lo confundieron con uno de los Amba-Boys. Para mí, esta es la única razón lógica de su asesinato. Están intentando matar de forma sistemática a todos los jóvenes varones de la zona porque se los identifica con los Amba-Boys que promueven la crisis.
En julio de este año fueron asesinados en Camerún dos sacerdotes, uno en el norte (Batibo) y otro en la región sur (P. Alexandre Sob Nougi). Además, varias propiedades de la Iglesia han sido destruidas. ¿Todo esto son daños colaterales? ¿Qué papel desempeña la Iglesia en el conflicto?
Tengo que hacer una aclaración: sólo un sacerdote ha sido asesinado, el P. Alexander Sob de Buea. La persona asesinada en Batibo no era un sacerdote, sino un pastor de Ghana, según nos dijeron. En su intento de combatir contra los Amba-Boys, el Ejército ha quemado y destruido a su paso, y la Iglesia también se ha visto afectada, pues muchos de sus propiedades, como presbiterios y otros bienes materiales, han sido destruidos. El papel de la Iglesia es sencillo: decir la verdad y promover el diálogo. Pero la Iglesia está entre el Gobierno y los Amba-Boys, y diga lo que diga, se la acusa de una o de la otra parte. Cuando la Iglesia dice que los niños tienen derecho a ir a la escuela y que no se les debe negar la escolarización, los Amba-Boys creen que la Iglesia ha sido sobornada por el Gobierno para que diga eso. Por otro lado, algunos funcionarios gubernamentales han acusado abiertamente a la Iglesia de avivar la crisis con los diferentes escritos que hemos redactado. La Iglesia cree en la paz, pero no puede haber paz sin justicia. La justicia y la verdad deben prevalecer y eso es lo que defiende la Iglesia.
Los Obispos también deploran que no se hayan tomado medidas para permitir votar a los desplazados y refugiados. Según varios informes, 160.000 personas han huido de sus hogares y viven desplazados en Camerún, y 34.000 han huido a Nigeria. ¿Cómo es la situación de los refugiados en Bamenda?
Tenemos desplazados internos y externos. La Arquidiócesis ha formado un comité ad hoc para atender a los desplazados internos que viven en Bamenda. Han identificado a todas estas personas, anotaron sus nombres y dónde viven. Algunas personas de buena voluntad y algunas parroquias hacen contribuciones, que envían a este comité que se usa para comprar alimentos, medicamentos, colchones y otras necesidades básicas para ayudarlos. En cuanto a los desplazados externos en Nigeria, se les brinda asistencia en materia de salud, alimentos y otras necesidades básicas a través de la diócesis de Mamfe.
¿Cuál es su mensaje para los benefactores de ACN? ¿Qué podemos hacer para apoyar a su gente en estos difíciles momentos?
En estos tiempos difíciles, me gustaría que ACN nos tuviera presentes en sus oraciones para que esta crisis se resuelva lo antes posible. Es preocupante la cantidad de vidas humanas que se están perdiendo, de propiedades que se están destruyendo y de personas que se ven obligadas a huir. Además, ACN puede ayudarnos a atender a los desplazados y refugiados, y ayudar a algunas de nuestras parroquias cuyos sacerdotes afrontan muchas dificultades a la hora de realizar su labor pastoral.