ACN.- Mauritania es una de las naciones más pobres del mundo, y el 90% de este país, ubicado en el noroeste de África, se encuentra en el Sáhara. La situación de la población mauritana es cada vez más difícil. Mientras que en 1960, cuando el país se independizó, cerca del 85% de la población era nómada y vivía de la ganadería, desde principios de los años 1970, el desierto se ha ido extendiendo cada vez más y muchos habitantes han perdido sus rebaños. Cada vez son más las personas que emigran a los barrios marginales de las ciudades. Al mismo tiempo, Mauritania, cuya costa occidental da al Océano Atlántico, también se ve afectada por la subida del nivel del mar, que ha vuelto inhabitables algunos barrios de las ciudades costeras.
La población de 4,8 millones de habitantes es casi cien por cien musulmana. Los únicos cristianos católicos -4.000 en total- son todos extranjeros, y también el Obispo, los sacerdotes y las religiosas de la única diócesis del país proceden de veinte países de Europa, Asia y África.
Las 27 religiosas están muy ocupadas en los barrios pobres de las ciudades y en las zonas rurales subdesarrolladas. Allí atienden a mujeres embarazadas, enfermos, inmigrantes, a presos y discapacitados. Trabajan además en escuelas e instituciones educativas y enseñan a las mujeres que no pudieron asistir a la escuela habilidades prácticas como la costura, pero también a leer y escribir. Finalmente, también se ocupan de niños desnutridos.
Aunque la presión aumenta debido al auge del islamismo en el país, la labor de la Iglesia Católica es apreciada por muchos musulmanes. Así, el Obispo, Mons. Martin Happe, tiene un amigo mauritano musulmán que guarda hermosos recuerdos de la infancia de las religiosas católicas. Cuando era niño, él y sus compañeros se inventaban pequeñas pupas para llamar a la puerta de las Hermanas de San José, porque “además de la tirita, siempre nos daban un vaso de limonada”. Hasta el día de hoy recuerda los nombres de esas Hermanas.
La Iglesia católica también es respetada por el Gobierno por sus obras de caridad, pero no recibe subvenciones del Estado. Por ello, ACN apoya este año a las 27 religiosas para sus gastos de manutención.
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