Proyecto: ACN acompaña y consuela en la emergencia de República Centroafricana

ACN.- En realidad, en la República Centroafricana nunca ha reinado una tranquilidad absoluta. Este país, que es uno de los más pobres del mundo, ha sufrido en los 57 años de su existencia un golpe de Estado tras otro. Allí resulta difícil hacerse una idea cabal de todos los grupos armados: sus nombres son diferentes, pero sus crímenes son los mismos en todos lados: saquean, incendian, violan, secuestran y asesinan.

Desde 2013 el país atraviesa una situación similar a una guerra civil. Mientras que en la capital se ha vuelto a reinstaurar cierta tranquilidad, los demás lugares del país siguen en manos de agrupaciones rebeldes que no cesan de crear nuevos grupos. El Estado, que ya en tiempos “normales” no estaba en condiciones de ofrecerle a la población de amplias zonas del país un mínimo de formación escolar, atención sanitaria, seguridad pública y orden, está en estos momentos totalmente ausente. Los representantes de las autoridades y la policía a menudo han sido los primeros en ponerse en seguridad antes de que llegaran los rebeldes. La única que se ha quedado es la Iglesia.

Muchos sacerdotes y religiosos han intentado proteger a la población indefensa arriesgando sus propias vidas, y no pocos de ellos también han sido encañonados y amenazados, secuestrados o asesinados. No obstante, siguen abriendo las puertas de sus misiones e iglesias para acoger a la gente que lo ha perdido todo a raíz de los ataques a sus pueblos y ciudades. La Iglesia es también la que siempre eleva la voz en aras de la paz y la reconciliación.

La Diócesis de Alindao, en el sur del país, fue escenario en mayo y junio de 2017 de fuertes combates entre diferentes agrupaciones armadas. Tan solo en la ciudad de Alindao, donde se encuentra la sede de la diócesis, murieron en mayo y junio en torno a 150 personas en los combates. Gran parte de los habitantes de las localidades afectadas han huido. Estas personas, que ya de por sí eran pobres y que apenas sobrevivían de un día al otro, lo han perdido todo. De momento no pueden regresar, porque el peligro a causa de los rebeldes sigue siendo grande, y porque la violencia no cesa.

La gente tiene todas sus esperanzas puestas en Dios y la Iglesia, porque no hay nadie más que la ayude. “La Iglesia tiene que ocuparse de todo, porque el Gobierno no es capaz de hacer nada”, se lamenta el Obispo, Mons. Cyr-Nestor Yapaupa. La gente sabe que solo puede contar con Dios y con la Iglesia. Un creyente dice: “Rezamos por que todo esto termine pronto para que podamos regresar a casa. En todos los demás lugares la gente recibe ayuda, pero aquí nadie muestra demasiado interés por nuestra difícil situación. Dios es la única protección, y por eso acudimos a diario a Misa, para rogar a Dios que nos escuche y que nos ayude a salir de esta. Afortunadamente, la Iglesia nos apoya, y el Obispo hace todo lo posible para encontrar una solución a esta crisis”.

Pero para poder ayudar a las personas que han huido –entre las que hay numerosos niños–, el Obispo necesita ayuda. Por eso espera que nuestros bienhechores llenen sus manos vacías para poder proveer a 3.000 personas con lo más indispensable. ACN no lo deja en la estacada y le ha destinado una ayuda de emergencia de 30.000 euros.

Con 500 pesos puedes ayudar a los afectados por los ataques de grupos armados en República Centroafricana.

 

Referencia: 142-09-59

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