ACN:- La Cuaresma es un tiempo “gracioso”, no precisamente divertido, sino cargado de “Gracia” que hemos de saber aprovechar.
Nuestro Papa Francisco la ha definido como “el tiempo de desenmascarar las tentaciones…”, y de hecho cada año la Iglesia nos propone renovar, o continuar, nuestro proceso de conversión, desde la consideración de la tentación que conduce al pecado –si nos dejamos vencer– o a la santidad –si la superamos–.
Me quiero detener en algo que el Papa ha llamado: “Cristianismo a la carta”.
Me refiero a esa tendencia cotidiana de quien vive su fe, como quien va al restaurante. Uno llega a su mesa, y enseguida el camarero le presenta la carta y el menú, para poder hacer su elección. Tienes la opción barata del menú del día, o la carta de selecciones culinarias donde podrás disfrutar a capricho de tus gustos.
El problema es cuando leo el evangelio, o lo aplico a la vida, economizando al máximo, o seleccionando a placer. ¡No se vale! Pretendemos esos grandes descuentos sobre el precio original del compromiso cristiano, que terminamos distorsionando la esencia de nuestra religión, y debilitando a extremo nuestra fe… hasta hacerla inocua, inofensiva, lo que nos conduce indefectiblemente a la hipocresía, a la apariencia, a una vida cristiana sin Cristo… osea, una vida pagana disfrazada, enmascarada.
Ahora es tiempo de desenmascarar la fácil tentación, de vivir con autenticidad y recobrar la congruencia de una vida plena, que lea el evangelio en presente continuo y lo conjugue en primera persona.
Ángel Luis Lorente
Asesor espiritual de ACN-México